Pasaron los días, y permanecí encerrada en una habitación modesta todo el tiempo.
Los tres hombres estuvieron ausentes durante casi una semana; solo quedaban las cocineras, el personal de limpieza y algunos sicarios.
Una mañana, Alfredo llegó. Vestía una camisa azul y lentes de sol, y lucía impecable.
-Buenos días, hermosa -dijo, su tono suave, mientras se acercaba a mí-. Te traje ropa nueva.
Se inclinó y me dio un pequeño beso en el cuello.
-Muchas gracias, señor -respondí, sintiendo su mirada fija en mí.
"Te ves muy bien," dijo, mirándome de arriba abajo. Los hermanos Guzmán me habían hecho usar solo camisones de delicada y trasparente tela, y realmente encajé en ellos.
Alfredo se acercó aún más a mí. Sin pensarlo, comenzamos a besarnos. Aunque yo era inexperta, él besaba con una habilidad notable.
Su beso era tan intenso como el de su hermano, y en pocos segundos tomó el control de mis labios.
Me separé por miedo a que Iván nos descubriera.
-¿Puedo ir a mi habitación? -pregunté con timidez.
-Claro -respondió Alfredo con una sonrisa, mientras se tocaba los labios, como si recordara el beso que me había dado.
Sin decir más, subí a la habitación.
Durante la noche, comenzó a llover sin parar. Hacía frío, y las luces en el pasillo siempre estaban apagadas. Yo hacía lo mismo en mi habitación, dejando solo la lámpara encendida. A pesar de ser una casa enorme, todo estaba en un silencio inquietante. La gente o salía temprano o ya estaba durmiendo.
Todo estaba a oscuras, salvo por una luz tenue que se filtraba por la sala. Bajé las escaleras, esperando que Alfredo se hubiera ido, pero no fue así. Incluso Iván había llegado, y estaba charlando con él. Ambos lucían impecables con esas camisas negras y azules, bebiendo whisky como si el mundo fuera suyo.
Iván fue el primero en notar mi presencia, y cuando intenté regresar a la habitación, me detuvo.
-Ven -dijo, haciéndome una señal con los dedos.
-¿Ya te ibas arriba de nuevo? -preguntó Alfredo, dejando su vaso en la mesita de la sala mientras se levantaba.
-Ya es muy noche, son casi las nueve -dije, intentando evadirlos.
-No te preocupes, muñeca -respondió Iván con una sonrisa.
Sentí que Alfredo se pega a mí y sentí su bulto, mi respiración se volvió un poco agitada.
-Mejor me voy -respondí entre jadeos.
-¿Por qué no te quedas aquí con nosotros? -preguntó Iván, con esa sonrisa en su rostro que parecía tener tanto malas como buenas intenciones.
-Yo...
-¿Te da miedo? -Su voz ronca hizo que mi piel se erizara.
Alfredo acarició mi pierna, dándome besos en el cuello, presionándome aún más contra él y me mordí el labio para no gemir, mientras Iván miraba bebiendo su whisky. Parecía observar la escena como si fuera una película, distante y calculadora, con una mirada perversa. Esto no debería estar pasando.
-Esto no está bien- Alejo su mano en busca de mi vagina.
Al escucharme, Ivan se levantó y bruscamente comenzo a besarme. Intente negarme pero Alfredo se arrodilló y bajo mis bragas. Abrió mis pliegues y su lengua entró a dar lenguetazo en mi vagina.
Dejó mordiscos en mi clítoris, lamió y jugó con mi vagina, mientras Iván seguía besándome y quitando mi vestido de mis hombros, me apoyé en el sofá para no caerme y me encargué de no gemir muy fuerte, aunque los relámpagos y la lluvia ahogaban mis gemidos.
Enrede mis manos en su cabello y lo guiaba para que siguiera, mi respiración estaba agitada y mis pezones estaban bien erectos.
Ivan me quitó toda la ropa y comenzó a desvestirse también, Alfredo solo se quitó la camisa.
Iván le hizo un gesto a Alfredo para que me llevara a su habitación.
Cuando llegamos a la habitación entre besos y caricias.
Alfredo me recostó sobre la cama y me penetró. Sus movimientos eran agresivos y duros y me hacia gemir por obligación.
Ivan se estaba masturbando, Alfredo me levantó e Iván, sin esperar permiso ni aprobación, su pene entró en mi canal trasero.
Aquí dolió, aunque lo hizo más lento, en cuanto se acomodó, la velocidad aumentó de lenta a algo rápida.
Cada embestida casi me hacía perder el conocimiento de lo fuerte que la hacían y lo peor era que no tenía voz para decirles que pararan. Iván comenzó a moverse en a la par con Alfredo, siendo penetrada, uno por delante y el otro por detrás.
Las embestidas cambiaron a más feroces.
Sus embestidas hacían bastante ruido, pero nuestros gemidos hacían aún más ruido.
Luego de que ambos vinieron dentro de mí, me apoyé en el pecho de Iván, Alfredo me tomó de la cintura y nos quedamos dormidos por el cansancio.
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EL MALO ♱
RomanceHistoria ficticia, contiene lenguaje inapropiado, contenido sensible y para adultos. El contenido puede tener escenas ligeramente sexuales, explícitas y violentas.