Teletrabajo y compras

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Desde que la empresa había adoptado el modelo híbrido de trabajo, donde solo se requería que los empleados asistieran a la oficina dos veces por semana, Sasuke se había adaptado rápidamente a la idea de trabajar desde su departamento. Era un lugar tranquilo, alejado de las distracciones, donde podía concentrarse en su trabajo sin interrupciones. Sin embargo, había una parte de él que comenzaba a resentir el tiempo que pasaba lejos de la oficina, o más bien, lejos de ella.

A pesar de su preferencia por la soledad, Sasuke no podía ignorar el vacío que sentía al no ver a Hinata en persona. Los días de teletrabajo, que antes habían sido sinónimo de libertad y comodidad, ahora se habían convertido en una especie de tormento silencioso. Sabía que sus sentimientos por ella estaban creciendo, pero lo que más lo inquietaba era la realización de cuánto dependía de esos pequeños momentos en la oficina: el breve cruce de miradas, los intercambios de palabras durante las reuniones, y la forma en que su presencia iluminaba la sala, aunque él nunca lo admitiera.

El trabajo desde casa, en cambio, era solitario. Sasuke se encontraba a menudo mirando la pantalla de su laptop, esperando con ansias los pocos minutos en los que podría verla durante las dailys, las reuniones diarias en las que el equipo se ponía al tanto de la situación laboral. Esas videollamadas, que para otros eran solo una rutina necesaria, se habían convertido para él en el único momento del día en el que podía sentirse conectado con Hinata, aunque fuera a través de una pantalla.

Esa mañana, mientras esperaba que comenzara la daily, Sasuke se preparaba una taza de café en su departamento. La cocina estaba ordenada y todo en su lugar, un reflejo de su propia necesidad de control en medio de la incertidumbre que sentía en su interior. Mientras dejaba que el aroma del café fresco llenara el aire, no podía evitar que sus pensamientos volvieran a Hinata.

Pensó en cómo su voz suave pero firme dirigía las reuniones, cómo siempre se aseguraba de que cada miembro del equipo tuviera la oportunidad de hablar, incluso los más callados, como Jugo. Recordó la expresión de concentración en su rostro cuando revisaba los informes de progreso y cómo, de vez en cuando, levantaba la vista para asegurarse de que todos estuvieran en la misma página. En esos momentos, Sasuke deseaba que sus ojos se detuvieran en los suyos, aunque fuera por un instante más largo de lo necesario.

Con su café en mano, Sasuke regresó a su escritorio y se conectó a la reunión. La pantalla de su laptop mostró las caras conocidas de su equipo. Suigetsu estaba allí, con una sonrisa despreocupada mientras ajustaba su cámara. Jugo aparecía en su rincón, con su expresión seria y tranquila, siempre listo para tomar notas. Konan, con su habitual compostura, estaba acompañada por el suave murmullo de la voz de Yahiko en el fondo, un recordatorio de la relación que compartían. Y luego, finalmente, Hinata. Ella estaba en su lugar, con una leve sonrisa que iluminaba su rostro, lista para comenzar.

—Buenos días a todos—, dijo Hinata, su voz suave atravesando el silencio de sus auriculares. —Espero que todos hayan tenido una buena mañana hasta ahora. Como siempre, revisaremos el progreso de cada uno y cualquier obstáculo que estén enfrentando. Suigetsu-kun, ¿te gustaría comenzar?

Suigetsu se acomodó en su silla y comenzó a hablar sobre los avances que había hecho en su tarea. Sasuke apenas escuchaba. Sus ojos estaban fijos en la pantalla, observando a Hinata mientras ella asentía y tomaba notas. Había algo hipnótico en la forma en que ella se movía, en la concentración que dedicaba a cada palabra de su equipo. Mientras Suigetsu hablaba, Sasuke se dio cuenta de lo mucho que había llegado a significar esos momentos breves pero preciados.

—Jugo-kun, ¿algún comentario o actualización?—, preguntó Hinata, y Jugo respondió con su habitual seriedad, detallando los progresos que había hecho.

Mi pequeña senpaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora