Capítulo 20

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Después de la agradable cena, todos se dirigieron a sus respectivos aposentos para descansar. Calixto, agotada por todo, se despojó de su vestido con lentitud. Mientras lo hacía, no podía dejar de comparar el ambiente acogedor proporcionado por la familia Merion con el entorno formal y distante al que estaba acostumbrada en la corte.

La emperatriz madre siempre la había tratado con amabilidad, pero la calidez que ellos emanaban le resultaba profundamente diferente. En la corte, las atenciones eran correctas y bien intencionadas, pero a menudo se sentían distantes y calculadas, como si cada gesto y palabra estuvieran cuidadosamente medidos. Aquí, sin embargo, el ambiente era más íntimo y relajado, ofreciendo un tipo de afecto que encontraba reconfortante y extraño a la vez.

Mientras se acomodaba en la cama, se permitió un suspiro de alivio. El suave murmullo del viento y el silencio de la villa le brindaban una sensación de tranquilidad. Se envolvió en las sábanas, tratando de disipar los pensamientos que seguían inquietándola. A medida que se hundía en el sueño, el suave arrullo del entorno comenzó a calmar su mente.

Todo pensamiento se desvaneció completamente, permitiéndose dejarse llevar por la serenidad de la noche. Sumergiéndose en un sueño más reparador, encontró finalmente el descanso que tanto necesitaba, o eso creía.

La noche avanzaba con lentitud, y la calma del dormitorio era casi palpable. La luz de la luna, que se filtraba a través de las ventanas, proyectaba sombras largas y tranquilizadoras en las paredes y el suelo. Sin embargo, en una esquina del dormitorio, donde la luz no llegaba, comenzó a formarse una figura negra.

Inicialmente, era solo una sombra indistinta, una mancha oscura que parecía moverse de manera inusual. Gradualmente, la sombra comenzó a retorcerse y a tomar forma, alzándose lentamente como si estuviera emergiendo de la oscuridad misma. La figura, sin forma definida, tenía una presencia opresiva y palpable. Con el tiempo, su contorno se volvió más definido, aunque aún mantenía una calidad etérea, como si estuviera hecha de sombras líquidas que se movían con vida propia.

A medida que la figura se erguía completamente, el aire a su alrededor se volvía frío y denso. La atmósfera del dormitorio se cargaba de una presión inquietante, como si la presencia absorbiera la calidez y calma de la noche. El silencio en la habitación se volvía más pesado, amplificando la sensación de peligro inminente.

Lentamente, la figura negra comenzó a desplazarse hacia la cama donde Calixto yacía inmersa en un sueño profundo, arrastrando lo que parecían brazos largos y deformes. Cada paso era lento pero certero.

Una vez que la figura negra llegó al lado de la cama de Calixto, se inclinó con cuidado, descendiendo poco a poco hasta quedar justo al nivel de su oído. Entonces, la figura empezó a susurrar en un idioma desconocido, sus palabras eran arrastradas y casi inaudibles, pero llenas de una amenaza palpable:

"Zar'thul na'kriya... vesh'kar mo'zhul..." ("Los ecos del vacío... devoran la luz que queda..."). La voz distorsionada parecía resonar en la mente de Calixto. El susurro se deslizó en su mente como un escalofrío.

La figura negra continuó, sus palabras cargadas de ominoso presagio:

"Nek'ra ze'thir... dur'na al'khor..." ("La tormenta se aproxima... la hora del sacrificio es cercana..."), como si su destino estuviera atado a una calamidad inminente.

A medida que la figura se acercaba más, el aire parecía palpitar. Los susurros continuaron, cada uno más inquietante que el anterior:

"Vel'tra s'kura... lish'tar ha'zul..." ("La sombra se extiende... el fin del ser se acerca..."). La amenaza final de la sombra extendiéndose hacia ella se sentía como una presión implacable, cargando el ambiente con una sensación de desesperación y fatalismo.

Metamorfosis de la insaniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora