Capítulo 8

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A la mañana siguiente, el palacio estaba envuelto en una atmósfera tensa. Los rumores sobre la destitución de Iris y el confinamiento de Veina se esparcieron rápidamente entre el personal y los nobles. La noticia había causado un revuelo considerable; todos sabían que se avecinaban cambios importantes, pero pocos comprendían la magnitud de lo que estaba por venir.

Romina, cumpliendo con su compromiso, comenzó a organizar la reunión con los consejeros y los gobernadores provinciales. Se encargó de coordinar cada detalle para asegurar que todo estuviera preparado para la llegada de los dignatarios. La seriedad de la situación se reflejaba en su meticulosa organización.

El sol apenas había salido cuando los primeros consejeros comenzaron a llegar al palacio. Hana, vestida con su atuendo más imponente, los recibió en el gran salón. Su presencia, dignificada por el lujo de sus ropajes y su porte majestuoso, irradiaba autoridad. La tensión en el aire era palpable; nadie se atrevía a cuestionar la Emperatriz Madre.

La reunión comenzó puntualmente. Hana se dirigió a los presentes con una claridad y firmeza que dejaron en claro que no habría espacio para la debilidad o la incompetencia. Sus palabras eran incisivas y directas, delineando una visión que parecía inquebrantable.

—Señores —comenzó Hana, su voz resonando en el gran salón— hemos llegado a un punto crítico. No podemos permitirnos más errores. La guerra ya ha drenado muchos de nuestros recursos, y ahora enfrentamos una crisis interna. Cada uno de ustedes tiene un papel vital en este proceso de recuperación. Necesito su total compromiso y lealtad.

Los consejeros, impresionados y en algunos casos intimidados, escuchaban con atención. La autoridad de Hana era innegable, y sus directrices eran recibidas con asentimientos y expresiones de apoyo. La Emperatriz Madre detalló las medidas económicas y administrativas necesarias para estabilizar el imperio y recuperar la confianza del pueblo.

Uno de los consejeros, un hombre de mediana edad llamado Lord Adrian, se levantó para expresar su preocupación. —Majestad, entiendo la gravedad de la situación y estoy dispuesto a colaborar en todo lo necesario. Sin embargo, me preocupa la reacción del pueblo al enterarse de las destituciones y los cambios drásticos. ¿Cómo planea manejar esa parte?

Hana lo miró con una expresión que mezclaba autoridad con paciencia. —Es una preocupación válida, Lord Adrian. He decidido organizar una serie de audiencias públicas donde explicaremos al pueblo las razones detrás de estas medidas. Necesitamos que comprendan que cada decisión se toma por el bien del imperio. Además, los nobles y funcionarios que han sido negligentes deberán rendir cuentas. La transparencia y la justicia serán nuestros pilares.

Los consejeros asintieron, comprendiendo la estrategia de Hana. La transparencia en el manejo de la crisis era clave para mantener la cohesión social, y la Emperatriz Madre había dejado claro que su enfoque sería riguroso.

—También he dispuesto que los recursos malgastados sean recuperados de los patrimonios de quienes han abusado de su poder —continuó Hana con firmeza—. Veina no será la única en responder por sus acciones. Todo aquel que haya contribuido a esta situación será debidamente sancionado.

Los murmullos de aprobación se extendieron por la sala. Hana había logrado consolidar el apoyo de los presentes. Sabía que era momento de avanzar con el siguiente paso, confiando en su capacidad para manejar la situación con eficacia.

—Señores, antes de concluir, quiero hablarles de un asunto más —dijo Hana con una seriedad que atrapó la atención de todos—. Espero contar con el apoyo de cada uno de ustedes en este tema.

Después de varias horas de deliberaciones, la reunión llegó a su fin. Hana se retiró a su despacho, seguida por Romina, quien había estado observando y tomando nota de cada detalle.

Metamorfosis de la insaniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora