Hasta Traerte De Vuelta | Stanford Pines

Capítulo 3: Cerebrito malagradecido

Narrador.

—Esperó que hayas disfrutado estar con mi esposa —espetó con obvia ironía, sintiendo las manos de Hebe sobre sus hombros evitando que golpeará por segunda vez a su hermano. La rabia de ver a Stanley combinado con sus celos eran agobiantes.

Stanley se preparaba para cualquier ataque, con Standford tragándose el veneno que tenía en la lengua al ver a los niños detras Soos, curiosos.

—¡No, no fue para nada así! —declaró Hebe buscando tranquilizar a Stanford, quien recto, respiró buscando tranquilizarse sintiendo la mano de su esposa sobre su pecho.

—¿Entonces cómo fue? —preguntó molesto, pero esperando una muy buena explicación.

—Como tener un molesto compañero de cuarto —respondió Stanley en lugar de su no-esposa. Hebe lo miró mal, aunque estuviera de acuerdo.

Recapitulando un poco de cómo se habían conocido, Mabel estaba encantada con aquella historia de amor. Obviamente, resumiéndola, haciéndola menos detallada y saltándose algunas partes.

—¡A su tía Hebe y a mi...!—. Stanley trato de aligerar las aguas, contando la parte de su historia después de que cierto hermano hubiera atravesado la frontera interdimensional. 

—¡Nos iba espantoso! —declaró exhausta. Miró a los gemelos, moviendo sus manos delante de su cuerpo. Sí era de esas personas.

—¡Oye, no fue tan malo! —exclamó ofendido. Él había sido el mejor esposo falso del mundo. Hebe no estaba muy de acuerdo, en primera, detestaba la idea de tener un esposo falso.

—¿Sabes cuántas losas tuve que cambiar este verano? ¡Te dije que tenías que cubrir las goteras después del invierno y no me hiciste caso! —reclamó enojada frunciendo el ceño, apoyando sus manos sobre sus caderas.

—¡Lo hice!
—¡Mal seguramente!

—¡Tú quítaste los letreros para que los turistas llegarán más rápido a la cabaña! ¡La hipoteca no se paga sola! —gritó molesto, frunciendo el ceño. La clientela era lo más importante para él en estos días, después de su familia, solo un poco.

—¡Yo podía pagar la hipoteca! ¡Tú fuiste demasiado terco! —declaró frustarda.

—¿Pagarías la hipoteca, la despensa, el petróleo y los fusibles para el portal de pacotilla? —cuestionó acercándose a ella, obviamente con una mirada desafiante sin intenciones de retroceder.

A Hebe le hirvió la sangre y le tembló una ceja. Ni siquiera cuando Stanley envío a su esposo a otra dimensión había soltado tanto veneno como estaba a punto de hacerlo en este momento.

—¡Stanley!

Stanford en ese momento se dió cuenta de que no tenía que sentir ningún tipo de celos hacia su hermano, y su convivencia con su esposa. Sin duda esos dos no habían conseguido ningún tipo de sentimiento romántico en 20 años...

La bomba habia explotado, 20 años de silencio y un matrimonio sin quejas eran revelados ante sus sobrinos. Hablaban tan rápido que apenas podían entenderlos, y Dipper podía sentir flashback's de las discusiones de sus padres.

Cuando Stanford viajó al otro mundo (literalmente), Hebe no culpó a Stanley. Estaba muy ocupada llorando por la pérdida de su esposo, no tenía tiempo para hablar.

Llegó muy tarde a la escena, solo pudo ver a su esposo atravesar el portal. Stanley, eventualmente (una hora después) le contó lo que había pasado en realidad. Por primera vez en su vida decidió no mentirle a alguien, después de todo, Hebe sería su compañera de secretos durante 20 años. Era bueno empezar por algo.