capítulo #18

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Bajo el agua de la regadera, me siento más ligera, mis pensamientos no pesan, mis problemas no existen y son unos minutos de paz mientras me baño, paso mis manos por mi cabeza y cierro mis ojos sintiendo las gotas en mi rostro y cuerpo, esto se siente tan bien, pero recuerdo lo sucedido y vuelvo con esos pensamientos que torturan.

El día que conoci a mis suegros, escuché de incognito a la mamá de Victoria aconsejandola para que hable con Isabel y sí, concuerdo a que fue la mejor decisión ya que, ella sigue pensando que es pareja de Victoria y que puede llegar a casa de los ex suegros y quedarse dos semanas.

-¿Quién hace eso? - digo en voz alta- ¡Que estupidez!.

Cierro la llave del agua y tomo la toalla para secarme el cabello y el cuerpo, mi baño relajante no dio el resultado al final que buscaba.

-No debes preocuparte Elena, ya hablo contigo y no pasará nada, Vicky lo prometió.

Promesas, esa palabra resuena en mi mente.

Me visto y decido salir a pasear para conocer Puerto Rico y despejar mi mente, porque encerrada lo unico que hago es pensar sobre Victoria e Isabel en un restaurante o en el estudio hablando en este preciso momento y se que isabel no perdera la ocasion para tratar de volver con Vicky. MI VICKY, pero antes de salir recuerdo tomar el celular que me ha dejado, con los números de personas que viven aquí y que puedan ayudarme si en dado caso ella no contesta. Cierro la puerta del deparartamento y camino hacia el ascensor, cuando se abre, de reojo veo una figura que se me hace conocida, pero como yo no conozco a nadie de aquí, me limito a dar las buenas tardes y a ver el celular.

Miro hacia arriba y veo como bajan los números de pisos, me duele la cabeza y cierro mis ojos al saber que me hago ideas de más y que solo debo esperar a que llegue y aclare mis dudas y pensamientos, pero antes de abrir mis ojos lo escucho y creo que es mi mente jugando.

-¿Ahora te haces la que no me conoce?-

Mi cuerpo se tensa, abro mis ojos y miro hacia el frente, veo en el reflejo del ascensor su figura masculina, lleva traje y saco, tiene ese porte de seguridad, sus manos dentro de su pantalon de vestir y su rostro elevado mirándome con sus ojos café oscuro, evaluando mi rostro y cuerpo, tardo unos segundos o varios pisos en responder y vuelve a hablar.

-¿No dirás nada? - pregunta y una sonrisa ladeada se forma en su boca - Te vez hermosa, cambiaste tu color de cabello y te vez más...voluptuosa.

Su último comentario me hace recordar los problemas alimenticios que me provocó al hacer comentarios sobre mi cuerpo, al decirme que en cualquier momento la agencia me reemplazaría si yo comenzaba a subir de peso.

-¿Qué haces aquí?- es lo que pregunto y mi voz suena molesta y entrecortada, aún no lo he superado, yo lo sé y como me ha escuchado, el también se ha dado cuenta, me sigue afectando más de lo quisiera admitir.

-Vine por la agencia, estoy haciendo una campaña de ropa aquí en Puerto Rico - pasa su mano por su cabello y sonrie -¿Y tú? - se acerca solo un poco, mi cuerpo extrañamente no retrocede - ¿Qué haces aquí?.

Se que soy lo suficientemente madura para responder y hacer este encuentro sin problemas, sin líos y sin llorar, pero, verlo otra vez, solo a tan poco tiempo, estando tan cerca y solos, me afecta.

Fueron ocho meses en los que traté de olvidarlo, ¿Traté?, responderé después a esa pregunta y es que solo verlo revuelve en mi mente el enojo, las discusiones, las inseguridades, pero mi cuerpo reacciona a su cercanía y tiene memoria propia y recuerda los besos, la forma de hacer el amor, en ocasiones dulce y tierno, con amor como me hizo pensar y en otras ocasiones rudo y salvaje.

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