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Ninguna discusión dura eternamente. La ira no es indestructible; una sola palabra puede eliminar hasta el más profundo enfado.

Acababan de abrir la mercería cuando Scooby entró como un huracán por la puerta.

—¡Quieto, chucho! —ordenó Eunji cuando el gran danés hizo intención de poner sus enormes patas delanteras sobre ella.

—¡Scooby, aquí! —lo llamó Felix divertido.

Su abuela y Scooby no se llevaban exactamente bien. La mascota pensaba que la anciana era un ser encantador y delicioso al que había que lamer y relamer, y la abuela pensaba que el perro era un chucho pulgoso y baboso al que era mejor tener lo más lejos posible.

—¿Qué haces por aquí, grandullón? —le preguntó Felix extrañado, sin dejar de rascarle por detrás de las orejas. El perro no solía alejarse mucho de la peluquería.

Scooby se dio la vuelta hacia la puerta y lanzó un ladrido largo y agudo seguido de varios más cortos y roncos. Un segundo después Jaehyun entró en la tienda. Tenía la respiración acelerada, como si hubiera corrido. Una de sus manos portaba una arrugada servilleta de papel.

—¿Qué ha pasado? —preguntó sin apenas resuello.

—¿Qué ha pasado de qué? —respondió Eunji a la pregunta acercándole una silla y un vaso de agua—. Anda, siéntate y bebe, viejo tonto, que te va a dar algo.

—Hyunjin... ¿Qué ha pasado, habéis discutido?

—¿Ya te ha ido con el cuento? Pues sí que se ha dado prisa —bufó la anciana—.Pillé a los dos tortolitos en el salón de mi casa haciendo manitas —explicó enfadada.

—¡Abuela!

—¡Ni abuela ni leches! —replicó Eunji iniciando de nuevo la discusión que había quedado pospuesta hacía pocas horas por la necesidad de dormir.

—Te expliqué que no había pasado nada.

—¡Y yo te contesté que de idiota no tengo ni un pelo!

—Vamos, vamos... tranquilizense las dos —medió Jaehyun entre ambas—.Expliqueme qué ha pasado —solicitó atento. Le daba en la nariz que la solución a la nota que tenía en la mano estaba íntimamente unida a la discusión de ambos.

—Ya te lo he explicado —le dijo Eunji al peluquero a regañadientes—. Llegué a casa ayer por la noche, después de pasar una agradable tarde con mis amigas, y me encontré a la parejita muy acaramelada en mi sofá.

—¿Acaramelada? —susurró Jaehyun, encajando esa información en su cerebro.

—¡Fueron solo un par de besos! —exclamó el muchacho poniendo los ojos en blanco. Estaba francamente harto de la estúpida discusión—. Hyunjin se dejó la mochila con todo su dinero en la peluquería, así que lo convencí para que subiera a casa a cenar y una cosa dio paso a la otra. ¡Al fin y al cabo no somos niños!

—¡Pues se comportaban como si lo fueras! Jamás he sentido tanta vergüenza ajena. Mi nieto comportándose como una gata en celo en mitad del salón.

—En mitad del salón... —masticó Jaehyun el importante dato.

—¡Abuela!

—Lo que no sé es cómo pudiste convencer al muchacho... con lo serio y comedido que es —siseó Eunji pensativa.

Con el transcurrir de las horas, la hoguera abrasadora en la que se cocía su enfado había dado paso a unas ascuas todavía candentes. Poco a poco esas brasas se iban enfriando, permitiéndole pensar y, sobre todo, razonar qué cantidad de culpa en lo sucedido tenía cada uno de los tortolitos. Y cada vez tenía menos dudas. La instigadora no podía ser otra que su querido, impulsivo e irresponsable nieto.

Stay with me || Hyunlix✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora