Si Aphrodite Hargreeves sabía algo, es que su vida no podía ser más complicada para un niño, y que su vida jamás sería normal.
Había nacido con poderes extraordinarios que cautivaron al excéntrico multimillonario Reginald Hargreeves, el cual fundó...
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𑁤.ᐟ HABÍAN PASADO UNAS semanas desde que me encontraba en 1898, todas las noches desde el primer día, me colocaba en la ventana al pendiente por si Cinco regresaba por mí, y por supuesto pensando en mi Ben. Esperaba que no estuviera pasándola tan mal al no estar juntos, como siempre había sido.
Sin embargo, también en estás semanas tuve la oportunidad de conocer a Diana y su familia, puedo botar que en un principio se mostraban incómodos al saber que una desconocida estaría más tiempo de lo que pensaban en su casa, pero se dieron la oportunidad de conocerme
— ¡Qué sofocación! —gruñí al colocarme otra capa de ropa y acomodar el delantal que tenía que usar.
No esperaba admitirlo, pero extrañaba el uniforme de la academia, era menos agobiante usarlo.
— Al menos no me queda mal. —dije viéndome al espejo.
El vestido era de un color verde pastel, jugaba a la perfección con la cinta para el cabello con la que estaba acostumbrada a usar desde pequeña, el color resaltaba mi cabello oscuro.
Después de verme una última vez en el espejo, decidí bajar para encontrarme a los Barry desayunando, me senté al lado de Diana que se notaba ansiosa por ingresar a la escuela.
— ¿Tú no estás ansiosa por entrar? —me preguntó Diana, tratando de controlar su entusiasmo frente a sus padres.
Era la primera vez que asistía a una escuela, en la Academia no tenía esa oportunidad porque Mamá Grace nos enseñaba todo lo necesario en casa. Pero las cosas cambiarían, tal vez hasta pueda hacer amigos.
Por fin mis únicos amigos ya no serán un oso de peluche y una bola de tenis con ojos pintados.
— Un poco —admití —. ¿Son agradables tus compañeros?
Diana asintió.
— Especialmente Anne, ya quiero que la conozcas. —dijo.
— Anne es una buena niña, un poco fantasiosa y soñadora, pero salvó la vida de Minnie May hace un año. —comentó Eliza, rompiendo la cáscara de su huevo con suma delicadeza.
— Suena que es una gran amiga. —dije, pensando en la idea de finalmente tener una amiga.
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