*CAP 6*

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Tigerclaw permaneció junto a Leonardo durante horas, su mente ocupada con las implicaciones de lo que Baxter había revelado. Sin embargo, eventualmente, el deber lo llamó de nuevo, y tuvo que dejar la sala de recuperación, confiando en que Leonardo estaría bien mientras él atendía otros asuntos. Sin embargo, antes de irse, se aseguró de que Leonardo estuviera cubierto con una manta y de que la habitación permaneciera en silencio y en penumbra, para que pudiera seguir descansando.

Más tarde, cuando Leonardo comenzó a despertar, lo primero que sintió fue el dolor de las heridas sanandose aún, acompañado de una fatiga abrumadora. Sus ojos parpadearon lentamente, ajustándose a la luz suave del laboratorio. Al principio, estaba desorientado, sin saber dónde se encontraba. Pero poco a poco, los recuerdos regresaron

Le tomó un momento darse cuenta de que estaba solo. El laboratorio estaba en silencio, con solo el zumbido de los aparatos electrónicos rompiendo la calma. Aunque su cuerpo aún estaba débil, el hambre comenzaba a apoderarse de él. No podía recordar la última vez que había comido algo, y su estómago protestaba ruidosamente.

Con esfuerzo, se levantó de la camilla, tambaleándose un poco mientras sus piernas trataban de sostener su peso. El mareo lo golpeó, pero lo ignoró, decidido a encontrar algo de comida. Abandonando el laboratorio, comenzó a caminar por los pasillos de la guarida, guiado únicamente por su instinto.

A medida que avanzaba, cada paso se sentía más pesado que el anterior. El hambre era casi una agonía, y la debilidad en sus extremidades lo hacía tropezar con frecuencia. Su visión comenzaba a nublarse por momentos, pero siguió adelante, buscando algún lugar donde pudiera encontrar comida.

Sin darse cuenta, terminó en la sala de entrenamiento. El espacio estaba vacío y en silencio, y la familiaridad del lugar lo hizo detenerse. Había pasado incontables horas en una sala similar, entrenando, mejorando sus habilidades, siempre con la guía de su padre y el apoyo de sus hermanos. Pero aquí, en la guarida del Foot Clan, todo se sentía diferente, como un recuerdo vacío y sin emociones.

Leonardo dio unos pasos dentro de la sala, sus ojos recorriendo las diversas armas de entrenamiento. A pesar de todo, la necesidad de moverse, de hacer algo que lo conectara con su antiguo yo, lo llevó a dar un puñetazo a un saco de arena que colgaba del techo. El golpe fue débil, sin la fuerza que solía tener, pero al menos era algo. Decidió dejarlo de lado y siguió viendo más la sala , en eso llegó a las espadas.

Leo vió un Tanto que le recordó algo que le dijo su padre, sobré aquellos guerreros que perdían todos honor y honrar de su familia.

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(Flashback )

La tenue luz de las lámparas de papel iluminaban el dojo, proyectando sombras alargadas en las paredes de madera.

Leonardo, apenas un niño de seis años, se sentaba en posición de Seiza frente a su padre, el maestro Splinter. Sus ojos grandes y brillantes seguían cada movimiento del ratón, quien, con el rostro serio pero calmado, preparaba una taza de té para ambos. El aroma del té verde llenaba el ambiente, creando una sensación de paz que contrastaba con el peso del tema que estaba a punto de surgir.

Splinter observó a su hijo pequeño, quien apenas había comenzado a comprender el peso del entrenamiento, el honor y la disciplina que venían con ser un guerrero. Era un niño con un corazón noble, algo que preocupaba al maestro.

Splinter: Leonardo .— comenzó Splinter, su voz profunda y firme, pero suave —. Hoy quiero hablarte de algo que no encontrarás en tus entrenamientos. Es una lección sobre el honor... y el sacrificio

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⏰ Última actualización: Oct 05 ⏰

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