Escribí el título de este capítulo sin saber de qué iba a tratar. Decidí experimentar y dejar que las palabras fluyeran. Lo primero que vino a mi mente fue algo que siempre he querido explorar: el amor. Paradójicamente, siendo una fiel creyente en las señales del cosmos, un hermano de otra vida me dijo una vez: "tu mayor desafío en esta vida es el amor". Sin duda, es el rompecabezas más retorcido y, a la vez, el más simple. Tan simple que resulta profundamente enigmático.
Hablando del título, sí, soy hetero (por si acaso hay que aclararlo en estos tiempos). Decidí hacerlo con un poco de sarcasmo, declarándolo directamente en el título. Y entonces, alguien vino a mi mente, alguien con quien explorar el concepto de "ideal" y "chico" en mi cabeza. Para ilustrar mi punto, voy a inventar un cuento sobre la marcha.
Imaginemos la mente de una chica de dieciocho o veinte años. Ella conoce bien lo que significa adentrarse en la sombra, como diría Jung. (¡Qué pesada soy!) Pero digamos que ha experimentado grados de soledad en distintas proporciones y en momentos cruciales de su vida. Sin embargo, no se siente sola por la ausencia de compañía; al contrario, está rodeada de gente. Y, aun así, se siente como si hubiera descubierto un juego en el que solo juega sola. A veces, siente cosas tan intensas con algo tan sencillo como un número, y nadie más parece ver las cosas como ella lo hace. Ni mejor, ni peor, simplemente a su manera. De algún modo, no poder compartir ciertas partes de sí misma se convierte en algo asfixiante.
Este sería el contexto inicial de nuestra protagonista, a quien llamaremos Eva.
Ahora, hablemos del joven, nuestro "Adán". Como premisas, tendría que ser singular, multifacético y tener luz propia, natural. Su sonrisa sería importante, pero no de esas forzadas y fortuitas, sino constante y genuina, de esas que te dicen que detrás hay un amplio y buen sentido del humor. Y eso, ya es mucho. Sus ojos deben ser sabios; deben mostrar que comprenden lo que Eva ya ha comprendido. Una mirada profunda que inspire sabiduría, no solo un espejo, sino una fuente de inspiración. Porque eso es lo que genera admiración por la otra persona.
Para nuestra Eva, que se sumerge en la abstracción lo suficiente como para amar casi cualquier forma de arte, y con una particular debilidad por la música, un músico sería un crush potencial, ¿no?
Algo que debes saber sobre Eva es que tiene un oído innato para adivinar melodías en el piano. De pequeña, jugaba con el teclado de su padre, pidiéndole a la gente que le cantara melodías para poder replicarlas. Era un reto que le divertía muchísimo. Ahora imagina que, años después, aparece un supuesto Adán que decidió hacerse músico porque comenzó a tocar un viejo teclado de sus padres, imitando melodías que escuchaba en la radio. ¿Sería la ostia para comenzar, no?
Para Eva, una exploradora por naturaleza, las aventuras de su vida se entrelazaban con conocimientos ancestrales, religiones, misticismo, ciencia, tecnología y, sobre todo, números. Imagínate lo fascinante que sería si este músico, en sus composiciones, explorara e insuflara sabiduría entre líneas, desenterrando culturas olvidadas. Uff, eso molaría demasiado.
Pero, claro, eso sería una locura, ¿no? Este músico tendría que incluir temas tan variados que podrían partir desde Nietzsche y Zaratustra; el Zoroastrismo; los nueve círculos del infierno de Dante; o el grupo de matemáticos Nicolas Bourbaki y el concepto del conjunto vacío. También podría incluir la letra "phi" o el símbolo "psi", un sinfín de referencias que lograrían captar la atención de Eva de manera significativa. Y para rematar, tendría que ser un Christopher Nolan de la música, creando un universo de fantasía donde, mediante colores, personajes y criaturas, todo cobrara sentido. Sin olvidar, claro está, mencionar la depresión social que enfrentamos hoy en día, y al mismo tiempo, explorar el potencial progreso en el que estamos inmersos. Básicamente, necesitaríamos un Da Vinci resucitado para haber ideado algo así. El mismo Da Vinci que utilizaba la estructura áurea del número de Dios, representado comúnmente como la letra "phi".
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Piezas Sin Rompecabeza
RandomMi mente es un puzle multiforme; a veces me sobran piezas, a veces me faltan, algunas se han perdido y otras las voy encontrando. En mi propio caos, he aprendido que cada fragmento tiene su valor, aunque a menudo no encaja en el lugar que esperábamo...