PARTE 8

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Ginny había dicho que una novia debe dormir al menos ocho horas para despertar radiante. Pero ella había dormido posiblemente media hora.

Se había acostado temprano pero luego se levantó a revisar por tercera vez su maleta y su bolsa de cuentas, tan solo corroborando que llevara todo lo que necesitaría para su luna de miel. Cada vez que la frase salía a relucir sus mejillas se encendían y sus manos adquirían un temblor que ella hasta ese día no recordaba haber tenido antes.

Cuando el reloj marco las dos de la mañana comenzo a cepillar su cabello dejándolo aún más alborotado que antes cosa que la hizo entrar en pánico así que tomo un segundo baño y bebió un poco de vino, cuando la botella estaba cerca de la mitad decidió detenerse y ojeo un libro, solo pasaba las páginas y tomaba otro, ninguno le ofrecía el suficiente interés como para hacerla olvidarse que en unas horas daría el gran pasó.

Todo había iniciado con su corazón roto, o eso pensaba ya que su corazón estaba ahí. Cada vez que oía a Draco hablar este respondía, ella podía oírlo cada vez que él se acercaba solo un poco a ella. Entonces jamás se rompió, solo estaba ¿Dormido? ¿Ciego?

No lo sabía, si bien tenía un profundo afecto por Ron y su historia con él jamás había experimentado las sensaciones que Draco Malfoy provocaba y es que desde los once años él movía fibras, desde el más puro desagrado hasta la admiración actualmente.

El cariño. El aprecio. El amor.

Se tumbo en la cama con las manos en la cara reprimiendo tontamente un grito. ¡Estaba enamorada de Malfoy! ¡Y se iba a casar con él!

En menos de veinticuatro horas ella sería su esposa. Estaría juntos, todos los días de la semana, todos los meses y como él le había dicho... Hasta que ella lo quisiera así. Eso la hizo pensar mucho los últimos días ¿Acaso él estaba convencido de quererla cerca toda la vida?

Hermione no era una romántica empedernida pero tenía claro que deseaba un matrimonio duradero, como el de sus padres, sus abuelos como el de los señores Weasley. Algo que fuera real, genuino y duradero.

Intento cobrar la compostura y se sentó en la cama. Vio el vestido que colgaba de una percha frente a ella.

Era precioso. Entonces pensó en todas las indicaciones de Ginny. La ropa interior es importante había dicho cerca de cuatro veces la noche anterior.

De nuevo se lanzó a la cama y coloco la cabeza enterrada en su almohada.

— ¡Tendré sexo con Malfoy!

Si Ginny estuviera ahora seguramente le diría "Obviamente, Hermione Granger, vas a tirarte al rey Slytherin y será por siempre"

Había compartido la cama un par de noches después de la boda de Ron y Astoria pero había dormido, charlado. Ni siquiera había toqueteos de esos que Ginny había hecho mención.

¿Cuando había sido la última vez que ella tuvo un encuentro de ese tipo?

Se quitó la almohada de la cara y caminó por cuarta vez al baño. Busco entre todas sus cosas aquellas cremas, cera y demás. ¿Sería mejor un hechizo?

Posiblemente. O quizá mejor una combinación de ambas. Cuando al fin el reloj marco las cuatro de la mañana se tumbo en la cama y apenas cerro los ojos. Era un manojo de nervios y ella no era del tipo de persona que se dejaba consumir por los nervios.

¿Él estaría igual?

¡Por supuesto que no!

Era Draco Malfoy. Seguro estaría durmiendo en su fina alcoba rodeado de almohadas caras y... ¿De que lado dormiría? ¿Sería igual que cuando están en su casa?

Dos bodas para navidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora