5: Clase de adivinación

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El salón de esta clase era diferente al anterior. No se veía como el salón típico de clases con escritorios y una pizarra, al contrario. Nuestros asientos estaban dispuestos como si estuvieran en una escalera, mientras que la profesora estaba en la parte de abajo, frente a una mesa, sentada en una silla grande. El salón parecía un teatro con sus decoraciones rojas; a decir verdad, no hubiera sabido que en este salón se enseñaba algo como la adivinación. La profesora también era bastante particular: era una mujer con lentes gruesos, redondos como los de Harry. Su pelo se veía alborotado. Usaba un vestido verde largo. Tenía, frente a ella, lo que parecía ser una tetera y una taza.


Me senté junto a un estudiante de Gryffindor, aunque no conocía su nombre. Nos saludamos con una sonrisa y nos quedamos en silencio para escuchar la clase.
- Hola, soy Neville.
- ¡Mucho gusto, Neville! Soy Ángeles.

- Bienvenidos, alumnos. En esta habitación, aprenderán el noble arte de la adivinación... ¡Es aquí donde sabrán si tienen el don! - dijo, elevando su voz - Por cierto, soy la profesora Trelawney.

Nunca había intentado adivinar algo antes. Sabía que podía, muchas veces, escuchar los pensamientos de los demás, ¿pero adivinar el futuro? Eso sí que es nuevo.

- Leeremos las hojas de té, tomen la taza de su compañero de al lado, y digan qué ven. Pero, les advierto, para poder leer esto deben abrir sus mentes, deben estar dispuestos a mirar más allá de lo que realmente ven, ¿entendido?

Tomé la taza del chico y comencé a mirarla. No me gustó lo que vi.

- Creo que deberías escribirle a tu familia - le dije - ¿Tienes un abuelo?

- Sí, pero... ¿Qué es lo que sucede? - me preguntó, asustado.

- Deberías hablar con tu familia - repetí - No quiero decir algo sin estar segura.

La profesora se acercó a mí, viéndome con curiosidad. Comenzó a sonreír y a... ¿Olerme?

- Mi niña... Desde aquí puedo saberlo... ¡Tienes el don! - gritó entusiasmada.

Todos comenzaron a mirarme. ¿Otra vez? Ya estaba empezando a cansarme de esto.

- Debo decirte algo... Estás en grave peligro, ellos saben que estás aquí.

- ¿Perdón? - pregunté, frunciendo las cejas - ¿P... Peligro?

- Descuida... - dijo sonriendo y acariciando mis mejillas - Él te protegerá, pero sólo si dejas que lo haga. Créeme, nadie es tan duro por fuera, ni siquiera tú, Ángeles.

Que me diga por mi nombre logró ponerme nerviosa y producirme escalofríos.

- ¿Protegerme de qué? - pregunté asustada.

No respondió, sólo se limitó a sonreírme mientras se iba con otros estudiantes. Comencé a sentirme muy nerviosa, como si tuviera un ataque de pánico, por lo que decidí agarrar mis cosas e irme corriendo. Creo que la profesora sabía lo que había generado en mí, porque no intentó detenerme. Me fui corriendo sin mirar a nadie, no sabía realmente dónde iba. No quería hablar con nadie, no quería ir a mi habitación, no quería ir a la sala común, ni al comedor. Decidí irme afuera, junto al lago. Supuse que nadie me encontraría en ese lugar.

No quise volver a ninguna clase durante el día. ¿Todo esto había sido en vano? ¿Mis padres me enviaron aquí sabiendo que estaba en peligro? ¿No se supone que enviarme aquí era por seguridad? ¿Sería la seguridad de ellos? Tenía muchas preguntas en ese momento. Necesitaba respuestas, pero sabía que no las obtendría de mis padres. Tal vez el profesor Dumbledore sabía algo, no sé, mi madre había hablado con él. Además, la conocía: mi madre es Amelia Crouch, hermana de Bartemius Crouch. Sin embargo, eso no es garante de nada, ya que no tienen realmente una gran relación. Yo tampoco, de hecho, sólo lo había visto una vez, cuando tuvo lugar mi incidente. Aun así, fue muy amable conmigo, y me pidió que lo llamara "tío Barty", algo que nunca terminó de cerrarme del todo. No lo sé, no lo había visto jamás, no tenía la suficiente confianza en él para decirle "tío Barty". Tal vez él sabría algo.

Un millón de razones ⌇ Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora