Capítulo 39 - El inicio del fin

56 6 2
                                    


El aire gélido se intensificó, haciendo que el aliento se condensara frente a mis labios, cada exhalación se convertía en un suspiro helado que se disipaba rápidamente en la oscuridad. Mi mano tembló, pero no por el frío, sino por la presencia abrumadora que tenía frente a mí. Este hombre no era alguien ordinario, no era humano.

Di un paso atrás, mi mente luchaba por recordar, por atar los hilos dispersos de una memoria que parecía ajena - "No puede ser... ¿Eres...?"

"Sujeto N°002, Douma" - Interrumpió él suavemente, su voz relajada, divirtiéndose con mi reacción.

El nombre "Douma" resonó en mi mente, trayendo consigo una avalancha de recuerdos que creía haber dejado atrás.

Sujeto N°002.

Había leído esos archivos en alguna ocasión, documentos clasificados que narraban eventos oscuros, aquellos que jamás deberían haber visto la luz.

Capaz de congelar todo lo que toca...

Esa frase se grabó en mi memoria cuando lo leí por primera vez. Era un ser cuyo poder desafiaba la comprensión, un individuo que podía sumergir el mundo en un invierno eterno con un simple toque. Los informes detallaban sus capacidades con un tono de advertencia, describiéndolo como un peligro inminente, una fuerza de la naturaleza con un poder casi sin límites.

Totalmente peligroso.

Las palabras exactas utilizadas para definirlo, acompañadas de múltiples advertencias y recomendaciones para evitar cualquier intento de liberarlo o siquiera acercarse a su ubicación sellada.

Mi cuerpo se estremeció al recordar los escalofriantes testimonios de aquellos que lo habían visto en acción, aunque muy pocos sobrevivieron para contarlo. Aquellos archivos habían sido lo último que vi de él, o eso creí. Nunca imaginé que esos documentos cobrarían vida, que esos horrores volverían a mí de esta manera, manifestándose frente a mis ojos.

El pánico se apoderó de mí, pero no podía permitirme caer en él. Con cada fibra de mi ser luchando contra el terror, me obligué a gritar la orden que sabía debía ser dada.

"¡Código rojo! ¡Evacúen la base, inmediatamente!" - Mi voz resonó por la sala, cargada de una urgencia que todos entendieron al instante. No había tiempo para dudas ni preguntas; sabían lo que significaba un código rojo. Significaba que el peligro era inminente, y la supervivencia era la única prioridad.

Mis hombres, entrenados para obedecer sin titubear, comenzaron a moverse rápidamente, como un engranaje perfectamente aceitado. Uno de ellos, un agente quien había sido mi alumno hace tiempo, me miró con ojos llenos de determinación y preocupación. Se acercó a mí, su mano extendida, queriendo sacarme de ese lugar infernal.

"Señor, debemos irnos, por favor" - Comenzó, pero lo interrumpí con un gesto firme.

"No" - Le respondí con un tono que no admitía réplica - "Tú también debes huir. No hay tiempo. ¡Corre!"

Él dudó, su rostro reflejaba la lucha interna entre la obediencia y el instinto de protección. Pero sabía que no tenía elección. Con un último vistazo de dolorosa comprensión, asintió y salió corriendo, dejando la sala en un caos ordenado de evacuación.

El sonido de las alarmas resonaba por los pasillos, y los pasos apresurados de mis hombres se desvanecían en la distancia, dejando el lugar en un silencio mortal. Estaba solo ahora, solo frente al ser que no debería existir, el espectro del pasado que había vuelto para reclamar su lugar en este mundo.

Una Nueva EnseñanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora