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Humana [T/n] X Na'vi
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Bajo el cielo estrellado, sus destinos se cruzan como los trazos de un poema de amor, dejando que el suspiro del viento cuente la h...
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Lo'ak miraba la escena frente a él, con su corazón latiendo con fuerza mientras intentaba intervenir. Todo había sucedido tan rápido que apenas podía recordar el punto exacto en que las cosas se descontrolaron.
Neteyam estaba sobre un joven Na'vi, con su cuerpo encorvado como una fiera, mientras sus ojos ardían con una furia intensa. Los golpes resonaban en el aire, acompañado del sonido de los puños impactando contra el rostro del otro guerrero que se mezclaba con los gritos de aquellos que intentaban detenerlo. Pero nadie se atrevía a intervenir directamente, sabían lo que Neteyam era capaz de hacer.
—¡Bro, basta! —gritó Lo'ak, desesperado mientras se lanzaba hacia su hermano, intentando apartarlo del Na'vi ensangrentado debajo de él. Lo'ak agarró a Neteyam por los hombros, tirando de él con todas sus fuerzas, pero Neteyam era más fuerte.
¿Cómo habían llegado a esto?
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Días antes todo parecía ir bien, Neteyam abrió los ojos lentamente, disfrutando de la cálida sensación de tener a T/n a su lado. La luz suave del amanecer se colaba entre las ramas del Árbol Madre, iluminando su rostro dormido. Durante un momento, solo la contempló, sintiendo cómo su corazón se llenaba de felicidad.
T/n ya no lo rechazaba como solía hacerlo, al menos no de la misma manera.
Por ejemplo, el día que salió a patrullar, había descubierto algo que lo hizo detenerse en su camino. Entre la espesura del bosque, unas flores brillaban intensamente bajo la luz del ocaso. Sus pétalos eran de un dorado profundo con destellos iridiscentes, que le recordaron a T/n, a su esencia y a la luz que, sin saberlo, había comenzado a iluminar su vida.
Se agachó con cuidado, arrancándolas con suavidad para no dañarlas, dando las gracias, ya que los pétalos de esta flor podrían ser usados más tarde como pintura. Mientras lo hacía, no podía evitar pensar en la reacción de T/n cuando se las entregara. Quizás solo las tomaría con indiferencia dejándolas de lado.
Esa noche, cuando volvió al Árbol Madre, se presentó frente a ella, con las flores escondidas tras su espalda. T/n estaba ocupada, pero al verle, levantó la vista, intrigada por tu presencia.
—Bienvenido, ¿necesitas algo? —preguntó, con una pizca de curiosidad en su voz.
Él dio un paso adelante, sacando las flores de su escondite y extendiéndoselas.
