Capítulo 1: Regreso a Forks

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El motor del coche rugió suavemente mientras Porsche Kittisawasd apretaba con fuerza el volante, sus nudillos blanqueándose por la tensión. A su lado, su hermano menor, Porchay, observaba el paisaje cubierto de un verdor interminable, sus ojos reflejando una mezcla de nostalgia y tristeza. Habían dejado atrás Tailandia, el lugar que había sido su hogar durante los últimos años, pero ahora estaban de regreso a Forks, el pequeño pueblo donde todo había comenzado.

"¿Recuerdas este camino, Chay?" preguntó Porsche, rompiendo el silencio que se había instalado en el coche desde que cruzaron el límite del estado de Washington.

Chay asintió lentamente, sus ojos brillando con lágrimas contenidas. "Sí, solíamos pasar por aquí cuando mamá nos llevaba a la escuela... antes de que nos mudáramos a Bangkok."

Porsche lanzó una mirada rápida a su hermano, notando cómo Chay jugueteaba con el colgante que su madre le había regalado cuando era niño. El mismo colgante que había agarrado durante todo el vuelo desde Tailandia, como si fuera su ancla en medio de una tormenta emocional.

"Esto... esto es raro," dijo Chay con un susurro tembloroso,"Volver aquí... sin ellos."

Porsche respiró hondo, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. "Lo sé, Chay. Pero Forks es nuestro hogar. Aquí es donde comenzamos. Tal vez... tal vez podamos encontrar algo de paz aquí."

Chay se quedó en silencio por un momento antes de asentir lentamente. "Quizás tengas razón."

El coche giró en un camino de grava, llevándolos hacia la casa que una vez había sido el centro de su mundo. La vieja estructura de madera apareció entre los árboles, con su fachada grisácea y su tejado inclinado, exactamente como la recordaban. A pesar de los años, nada había cambiado; parecía que el tiempo se había detenido en ese lugar.

Porsche detuvo el coche frente a la entrada y ambos hermanos se quedaron en silencio, mirando la casa que una vez estuvo llena de risas, gritos y el amor de sus padres. Ahora, la casa parecía vacía, como si también hubiera perdido su alma.

"Vamos, Chay," dijo Porsche suavemente, saliendo del coche y abriendo la puerta del lado de su hermano. "Vamos a entrar."

Chay asintió, sus ojos fijos en la casa mientras salía del coche, sus pasos lentos y llenos de vacilación. Cuando llegaron a la puerta principal, Porsche sacó la llave que había guardado durante años, sintiendo el frío metal en su mano mientras la introducía en la cerradura. La puerta se abrió con un crujido, revelando el interior oscuro y polvoriento.

"Todo sigue igual," murmuró Chay, sus ojos recorriendo la sala de estar donde habían jugado de niños. El sofá viejo, la mesa de centro con marcas de vasos que nunca se borraron, y la chimenea en la esquina, todo estaba como lo dejaron.

Porsche sintió un nudo en la garganta mientras entraba detrás de Chay, recordando cómo su madre solía sentarse en ese sofá, leyéndoles cuentos antes de dormir. La ausencia de sus padres era palpable, llenando cada rincón de la casa con un dolor sordo.

Chay se acercó a la ventana, mirando el bosque que se extendía detrás de la casa. "Recuerdo cómo papá solía decir que el bosque estaba lleno de secretos," dijo en voz baja. "Que algún día deberíamos explorarlo... pero nunca lo hicimos."

Porsche se acercó y puso una mano en el hombro de su hermano, ofreciéndole un pequeño consuelo. "Tal vez... ahora tengamos la oportunidad de hacerlo," dijo, aunque su voz traicionaba la incertidumbre que sentía.

Chay se giró hacia él, sus ojos llenos de tristeza. "¿De verdad crees que todo estará bien? Sin ellos... sin mamá y papá... ¿podremos seguir adelante?"

Porsche sintió que su corazón se rompía al ver el dolor en los ojos de su hermano. Se agachó para estar a su altura y lo miró fijamente. "Chay, sé que es difícil. Perder a mamá y papá... ha sido lo más doloroso que hemos pasado. Pero tenemos que seguir adelante, por ellos. Y lo haremos juntos, como siempre lo hemos hecho. Prometo que estaré aquí para ti, siempre."

Chay asintió, las lágrimas finalmente cayendo por sus mejillas. Porsche lo abrazó, permitiendo que su hermano llorara en su hombro, mientras contenía sus propias lágrimas. En ese momento, Porsche supo que tendría que ser fuerte por los dos, que tenía que encontrar una manera de reconstruir sus vidas en este lugar donde comenzó todo.

Después de un rato, Chay se apartó y se secó las lágrimas. "Gracias, hia," dijo con una sonrisa débil pero genuina. "Supongo que... deberíamos empezar a desempacar."

Porsche asintió, sintiendo una pequeña chispa de esperanza en el corazón. "Sí, tenemos mucho que hacer. Y estoy seguro de que Forks tiene algunas sorpresas para nosotros."

Chay soltó una pequeña risa, la primera desde que llegaron. "¿Crees que los vecinos aún nos recordarán? ¿O que la señora de al lado todavía tiene su perro que ladraba todo el tiempo?"

Porsche sonrió, agradecido por el intento de su hermano de aliviar la tensión. "Espero que no... ese perro siempre intentaba morderme cuando era niño."

Ambos rieron, compartiendo un momento de ligereza que les recordó que, aunque las cosas eran difíciles, todavía tenían el uno al otro. Con una nueva determinación, comenzaron a desempacar sus cosas, listos para enfrentar lo que Forks tenía reservado para ellos.



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Pobre mis niños, que les pareció hasta ahora el capítulo?

Retorno al Crepúsculo -kinnporsche-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora