Capítulo 7: El Regreso de Kim

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Al llegar al estacionamiento de la escuela, algo le llamó la atención. Kim estaba allí, parado junto a su coche. Era la primera vez que lo veía desde la última clase, cuando su actitud había sido desconcertante. El estómago de Chay se tensó ligeramente al recordar su último encuentro.

Dentro del aula de biología, Kim ya estaba en su asiento habitual. Chay se acercó lentamente al suyo, sin poder evitar mirarlo de reojo. Para su sorpresa, Kim le dedicó una pequeña sonrisa, algo que lo descolocó.

—Hola, —saludó Kim con un tono tranquilo, como si estuviera probando las aguas.

Chay lo observó con desconfianza. —Hola. —Su respuesta fue corta, sin querer mostrar demasiado interés. Todavía no había olvidado la extraña actitud de Kim la última vez.

Antes de que pudieran decir algo más, el profesor entró en el aula, haciendo que todos los murmullos cesaran.

—Buenos días, clase, —comenzó el profesor con su tono autoritario. —Hoy trabajaremos en parejas. Tienen una hora para terminar el experimento y responder las preguntas. La pareja más rápida y precisa se llevará la famosa Cebolla Dorada.

Los murmullos y risas llenaron la clase. La "Cebolla Dorada" era un trofeo ridículo que el profesor había introducido como incentivo, pero que, de alguna manera, había logrado convertirse en un objeto codiciado entre los estudiantes.

Kim se giró hacia Chay antes de que este pudiera reaccionar. —¿Te importa si somos compañeros? —preguntó con un tono casi de disculpa.

Chay lo miró fijamente, aún herido por su comportamiento anterior. —¿De verdad quieres ser mi compañero después de la forma en que me trataste la última vez?

Kim bajó la mirada, claramente incómodo. —Lo siento. No debí haber sido así. Tenía... muchas cosas en la cabeza, pero eso no es excusa. No volverá a pasar.

Chay lo observó por un segundo más, evaluando su sinceridad. Finalmente, suspiró y se encogió de hombros. —Está bien. Pero si vuelves a actuar como un idiota, lo haré solo.

Kim sonrió débilmente, agradecido. —Gracias.

Mientras trabajaban en el experimento, el silencio entre ellos era tenso pero eficiente. Chay intentaba concentrarse en el microscopio, pero podía sentir la mirada de Kim sobre él de vez en cuando.

—Eres bueno en esto, —comentó Kim en voz baja, rompiendo el silencio.

Chay alzó la vista, desconcertado. —¿Qué?

—Biología. Se te da bien. —La voz de Kim era suave, casi admirativa.

Chay frunció el ceño, sin saber cómo reaccionar. —Solo... me gusta entender cómo funcionan las cosas.

Kim lo observó por un momento más antes de volver a centrarse en el trabajo. —Eso es algo que admiro. No muchos piensan de esa manera.

Chay decidió no responder, sin querer leer demasiado en las palabras de Kim. En su lugar, se concentró en terminar la tarea. Lograron finalizar el experimento rápidamente y fueron los primeros en entregar su trabajo.

—¡Felicidades a Chay y Kim! —anunció el profesor. —La Cebolla Dorada es suya.

Mientras la clase aplaudía entre risas, Chay recibió el trofeo con una sonrisa tensa, consciente de lo absurdo del momento. Kim, sin embargo, parecía realmente satisfecho.

Al finalizar la clase, Chay se dirigió a su casillero, sosteniendo la Cebolla Dorada en la mano. No esperaba que Kim lo siguiera, pero los pasos suaves y casi sigilosos detrás de él le indicaron lo contrario. El silencio entre ellos crecía mientras caminaban por el pasillo, creando una tensión palpable que Chay no sabía cómo manejar.

Finalmente, Kim rompió el silencio, con ese tono frío que siempre parecía esconder algo más. 
—¿Por qué te mudaste a Forks? —preguntó, su voz firme pero con una curiosidad que no había mostrado antes.

Chay, acostumbrado a su actitud despreocupada y ligera, sintió que la pregunta lo descolocaba. 
—Asuntos personales —respondió primero con evasión, no queriendo profundizar. Pero, de alguna manera, las palabras se deslizaron fuera de su boca sin que lo pudiera controlar—. Mis padres murieron hace poco… y mi hermano y yo queríamos un nuevo comienzo.

Kim asintió, su rostro manteniéndose impasible, pero sus ojos reflejaban una empatía sutil. 
—Lo siento mucho. No lo sabía —dijo, su tono suave pero cargado de una sinceridad inesperada.

Chay lo miró mientras guardaba los libros en su casillero, notando cómo Kim parecía estar más cerca de lo que debía. Sus instintos le decían que Kim no era alguien fácil de leer, pero había algo en él que hacía que Chay quisiera saber más. 
—¿Puedo preguntarte algo? —dijo, sin apartar la mirada de Kim.

—Claro. —Kim levantó la vista, intrigado pero manteniendo su calma habitual, ese aire que siempre tenía de alguien que estaba en control de todo.

Chay lo observó con atención, sus palabras saliendo con algo de cautela. 
—Tus ojos… se ven diferentes hoy —comentó, sin rodeos—. ¿Estás usando lentes de contacto o algo así?

Kim, que rara vez mostraba sorpresa, dejó que una pequeña expresión de incomodidad cruzara su rostro antes de volver a su máscara indiferente. 
—¿Lentes de contacto? —repitió, su tono evasivo—. No, no uso nada de eso.

Chay frunció el ceño, confundido y algo irritado. Estaba seguro de que los ojos de Kim no tenían ese color la última vez que lo había visto. Había algo que no encajaba, y no estaba dispuesto a dejarlo pasar. 
—¿Entonces por qué…?

Antes de que pudiera terminar su pregunta, Kim lo interrumpió rápidamente, con una voz que dejó en claro que no quería continuar con la conversación. 
—Tengo que irme. Nos vemos luego, Chay.

Y con eso, Kim se alejó de repente, desapareciendo entre la multitud de estudiantes con una rapidez que dejó a Chay con más preguntas que respuestas. Algo en la actitud de Kim, en sus movimientos calculados y su misteriosa evasión, lo hacía sentir que estaba lidiando con algo mucho más profundo de lo que mostraba a simple vista.

Chay suspiró, cerrando su casillero con un golpe suave, tratando de sacudirse la inquietud que se le había quedado en el pecho. No estaba seguro de qué pensar sobre Kim, pero una cosa era clara: había algo en su compañero de biología que no lograba entender. Algo que, sin saber por qué, lo atraía cada vez más.

Retorno al Crepúsculo -kinnporsche-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora