Capítulo 5 parte 2: Conversaciones y Confesiones

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La suave lluvia de Forks transformaba el pueblo en un cuadro melancólico. Chay conducía de regreso a casa, con las gotas de lluvia golpeando suavemente el parabrisas, acompañando sus pensamientos agitados sobre su primer día en la escuela. La sensación de normalidad que sentía al regresar a casa y reunirse con Porsche, su hermano mayor, era un consuelo bienvenido en medio de su incertidumbre.

Al llegar, Chay notó con alivio que el coche de Porsche estaba estacionado frente a la casa. La presencia de su hermano le ofrecía un refugio en la tormenta de novedades que había enfrentado.

Abrió la puerta y encontró a Porsche en la cocina, hurgando en la nevera, buscando algo para la cena.

—¡Hey! —saludó Chay, dejando su mochila junto a la entrada.

Porsche se giró con una sonrisa cansada, que apenas ocultaba el agotamiento en sus ojos. —¡Hey, Chay! ¿Cómo te fue en tu primer día en la escuela?

Chay se dejó caer en una silla, suspirando mientras recordaba los eventos del día. —Fue... interesante. Conocí a algunos chicos y chicas que fueron súper amables. Me ayudaron a no sentirme tan perdido.

Porsche asintió, mientras sacaba unas verduras del refrigerador. —Me alegra escuchar eso. Adaptarse es difícil, pero parece que estás encontrando tu camino.

—Sí, he hecho algunos amigos como Erick, Mike, Jessica y Angela. Todos han sido muy acogedores —dijo Chay, haciendo una pausa al pensar en los Theerapanyakul. —Pero también conocí a unos chicos... los Theerapanyakul. Son... diferentes.

Porsche levantó una ceja, cortando las verduras con precisión. —¿Diferentes cómo?

Chay buscó las palabras adecuadas, tratando de articular sus pensamientos. —Son cuatro hermanos: Macau, Venice, Rain y Kim. Los tres primeros parecen bastante normales, pero Kim... él es... no sé, simplemente diferente. Me miró de una manera que me hizo sentir incómodo.

Porsche dejó el cuchillo y se giró hacia Chay, la seriedad en su mirada. —¿Te hizo sentir mal de alguna forma?

Chay se encogió de hombros, intentando entender sus propios sentimientos. —No exactamente mal. Solo que... en la clase de biología, me tocó sentarme junto a él. Cuando entró al aula, parecía molesto. Luego, durante toda la clase, no dejó de mirarme, como si yo fuera el problema. Después de clase, lo escuché intentando cambiar de clase.

Porsche frunció el ceño, procesando la información mientras regresaba a su tarea en la cocina. —Puede que tenga sus propios problemas, Chay. A veces, las personas actúan de manera extraña por razones que no tienen nada que ver con nosotros. No dejes que te afecte.

Chay asintió lentamente, agradecido por el consejo. Sabía que Porsche tenía razón, pero no podía sacarse de la cabeza la intensidad de la mirada de Kim. Había algo en él que lo perturbaba y, al mismo tiempo, lo intrigaba.

—Gracias, Porsche. A veces olvido lo complicado que puede ser adaptarse a un lugar nuevo —dijo Chay, intentando alejarse de la sensación de inquietud.

Porsche se acercó y le puso una mano en el hombro. —No te preocupes. Estás haciendo un gran trabajo. No dejes que un tipo raro te arruine el día. Y si vuelve a molestarte, me lo dices, ¿vale?

Chay sonrió, sintiéndose un poco más tranquilo. —Lo haré, lo prometo.

Porsche volvió a la cocina, y Chay decidió cambiar de tema. —¿Y tú? ¿Cómo te fue hoy?

Porsche suspiró, comenzando a preparar una ensalada. —Estuve recorriendo el pueblo, entregando currículums en todos lados, pero no tuve mucha suerte. Forks no parece tener muchas oportunidades laborales.

Chay sintió una punzada de preocupación por su hermano, pero trató de no mostrarlo. —Seguro que pronto encontrarás algo. Mientras tanto, yo puedo ayudar con lo que necesitemos. No quiero que te sientas solo en esto.

Porsche sonrió con una mezcla de gratitud y frustración. —Gracias, Chay. Aprecio que quieras ayudar, pero es mi trabajo asegurarme de que tengas todo lo que necesitas. Yo me encargaré de esto, no te preocupes.

El ambiente en la cocina se volvió más tranquilo, solo el suave sonido de la lluvia golpeando las ventanas rompía el silencio. Chay sabía cuánto Porsche había sacrificado por él y le dolía verlo preocupado. Decidió animar la conversación con algo más alegre.

—¿Sabías que hoy jugué voleibol en la clase de gimnasia? —dijo Chay, sonriendo. —Mike me dijo que debería unirme al equipo. ¡Tal vez sea mi oportunidad de destacar en algo!

Porsche sonrió con orgullo. —Eso suena genial, Chay. Deberías intentarlo. El deporte es una excelente manera de integrarse. ¿Y qué tal las chicas? ¿Alguna llamó tu atención?

Chay se sonrojó ligeramente, riendo con nerviosismo. —Bueno... Jessica es bonita, pero parece más interesada en averiguar todo sobre mí que en otra cosa. Y Angela es muy simpática, aunque un poco tímida. No sé, todavía es muy pronto para pensar en eso.

Porsche rió mientras servía la ensalada en los platos. —Tienes razón. Apenas es tu primer día. Pero es bueno saber que ya tienes un grupo. ¡Vamos, cenemos y luego podemos ver una película, ¿te parece?

Chay asintió, sintiéndose más aliviado. La promesa de una noche tranquila con Porsche era justo lo que necesitaba para despejarse de todo lo que había pasado en la escuela.

Retorno al Crepúsculo -kinnporsche-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora