Capítulo 3: Nuevos Comienzos

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El despertador rompió el silencio matutino en la casa de los Kittisawasd, su zumbido resonando por toda la habitación. Chay se revolvía entre las sábanas, aferrándose a los últimos segundos de sueño, intentando ignorar el molesto sonido que parecía hacer eco en su cabeza. El suave peso de una mano firme en su hombro fue lo que finalmente lo sacó de su ensoñación.

-Chay, vamos. Ya es hora de levantarse -dijo la voz de Porsche, autoritaria pero llena de cariño.

Chay, aún medio dormido, frunció el ceño sin abrir los ojos, intentando aferrarse a los últimos retazos de sueño. Murmuró arrastrando las palabras.

-Cinco minutos más...

Porsche sonrió, sabiendo que su hermano siempre odiaba las mañanas. Su sonrisa, sin embargo, estaba teñida de una preocupación sutil.

-Cinco minutos más y vas a llegar tarde en tu primer día. Vamos, arriba. Tu desayuno está listo.

Chay gimió, resignado. Con esfuerzo, se sentó en la cama y frotó sus ojos, desorientado. El mundo parecía aún envuelto en niebla para él. Tropezó un poco al levantarse, haciendo que Porsche lo observara con una sonrisa divertida pero llena de paciencia.

-Te ves como si te hubiera atropellado un camión -bromeó Porsche mientras regresaba a la cocina.

El agua fría en su rostro lo ayudó a despertar completamente. Chay se peinó rápidamente, acomodando su cabello con un leve toque de perfección que siempre procuraba mantener. Al bajar a la cocina, encontró a Porsche frente a la estufa, preparando el desayuno con la eficiencia de alguien que había asumido ese rol por mucho tiempo.

-Buenos días -murmuró Chay, aún adormilado, mientras se sentaba a la mesa.

Porsche se dio la vuelta con una sonrisa cálida y le sirvió un plato con tostadas y huevos.

-Buenos días, dormilón -respondió mientras le dejaba el plato frente a él-. Come rápido. No quiero que llegues tarde.

Chay comenzó a comer despacio, sus pensamientos divididos entre el nerviosismo y la emoción por su primer día en la nueva escuela. Porsche, por su parte, se sentó frente a él con una taza de café en las manos, observándolo atentamente, casi como si intentara leer su mente.

-¿Nervioso? -preguntó finalmente Porsche, dando un sorbo a su café.

Chay levantó la vista de su plato, masticando lentamente antes de responder.

-Un poco. Es raro empezar a mitad del semestre... todos ya tienen sus grupos y amigos. -Hizo una pausa y luego añadió-. Además, es Forks... no es que pasen muchas cosas aquí.

Porsche asintió, comprendiendo perfectamente las preocupaciones de su hermano menor.

-Te irá bien, Chay. Eres más fuerte de lo que crees. Solo sé tú mismo. -Porsche hizo una pausa antes de continuar, su tono cambiando ligeramente-. Hoy tengo que salir a buscar trabajo. Necesitamos establecernos aquí. No quiero que te preocupes por nada más que tus estudios, ¿vale?

Chay bajó la vista a su plato, jugueteando con la comida antes de mirar de nuevo a su hermano.

-Gracias, Porsche. Pero no te sobrecargues, ¿sí? Podemos con esto, no hace falta que lo lleves todo solo.

Porsche dejó su taza en la mesa y le sonrió con una mezcla de orgullo y afecto. Chay siempre había sido maduro para su edad, y aunque Porsche intentaba protegerlo de las dificultades, no podía negar que su hermano sabía exactamente lo que estaba pasando.

-Lo sé. Pero yo soy el mayor, ¿recuerdas? Es mi trabajo preocuparme por ti. -Le guiñó un ojo-. Ahora, termina de comer y vete. No quiero que llegues tarde.

Retorno al Crepúsculo -kinnporsche-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora