En el hospital, Chay se encontraba sentado en una camilla, inmerso en sus pensamientos mientras trataba de procesar el reciente caos. A su lado, Porsche mostraba una mezcla de preocupación y frustración. Con los brazos cruzados y el rostro tensado, Porsche no podía dejar de mirar a su hermano con inquietud. La atmósfera en la sala estaba cargada, como si cada segundo trajera más preguntas sin respuesta.La puerta de la sala se abrió de golpe, rompiendo el silencio tenso. Un hombre irrumpió en la habitación con una presencia tan dramática como su apariencia. Llevaba un abrigo largo, blanco, adornado con bordados dorados que capturaban la luz de manera casi hipnótica. Su cabello estaba peinado con precisión y sus movimientos, aunque elegantes, parecían excesivamente teatrales.
Porsche alzó una ceja, claramente desconcertado por la entrada tan extravagante. Chay, por su parte, observaba al hombre con una mezcla de curiosidad y desconcierto.
-¡Ah, mis pacientes de hoy! -exclamó el hombre con entusiasmo, como si estuviera a punto de iniciar un espectáculo-. Soy el doctor Tankhun Theerapanyakul, y estaré a cargo de ustedes. ¡Qué emocionante!
Chay parpadeó, procesando el nombre que acababa de escuchar. "Theerapanyakul". Algo en ese apellido lo hizo sentir una incomodidad que no podía explicar. Se preguntó si había alguna conexión con Kim, su reciente salvador.
-¿Theerapanyakul? -murmuró Porsche, claramente sorprendido-. ¿No es ese el apellido de Kim?
Tankhun, sin perder su energía desbordante, se acercó a Chay y comenzó a examinarlo de una manera inusualmente personal. En lugar de seguir los métodos médicos estándar, Tankhun parecía más interesado en comentar sobre la ropa de Chay y en ajustar el ángulo de su rostro bajo la luz del hospital.
Chay, sintiéndose cada vez más incómodo, decidió romper el silencio.
-Su hermano... -comenzó, con la voz más firme de lo que esperaba-. Su hermano me salvó hoy.
Tankhun detuvo su examen, su expresión cambiando brevemente a algo más serio, aunque no menos dramático.
-Lo sé -respondió con un tono que sugería que estaba al tanto de más detalles de los que dejaba ver-. Tuviste mucha suerte de que estuviera cerca.
La respuesta solo incrementó la inquietud de Chay. La imagen de Kim deteniendo el auto con una sola mano seguía rondando en su mente, y la idea de que Tankhun supiera más de lo que decía lo llenaba de preguntas.
-¿Cómo lo supo? -preguntó Chay, buscando respuestas.
Tankhun, sin perder su actitud despreocupada, se giró para irse.
-Bueno, parece que todo está en orden. Ya pueden irse -dijo Tankhun con un gesto amplio y teatral, antes de salir de la sala con una elegancia exagerada.
Porsche soltó un suspiro de alivio al ver que el examen poco convencional había terminado.
-Voy a firmar unos papeles para que podamos irnos -dijo, poniéndose de pie y colocando una mano protectora sobre el hombro de Chay-. Espérame aquí, no tardaré.
Chay asintió, observando a su hermano salir de la sala. La mente de Chay seguía girando a mil por hora. ¿Qué había pasado realmente en el estacionamiento? ¿Cómo había llegado Kim tan rápido y había detenido el auto con una sola mano? Sentía que había algo más grande detrás de todo esto, algo relacionado con Kim y su familia.
Después de unos minutos, Chay decidió que no podía quedarse sentado. Se levantó de la camilla y salió al pasillo. No tardó en escuchar voces provenientes de un rincón cercano. Una de ellas era inconfundible: Tankhun.
-Hiciste bien en salvar a Chay -dijo Tankhun, su tono más serio que antes.
Chay se detuvo en seco, escondiéndose detrás de una esquina para escuchar mejor. Desde su escondite, podía ver a Tankhun hablando con Kim. El corazón de Chay latía con fuerza en su pecho.
-No podía dejar que algo le pasara -respondió Kim, su voz baja y cargada de una tensión que no había mostrado antes. Sus ojos estaban fijos en el suelo, pero su postura revelaba un conflicto interno.
Chay sintió una mezcla de gratitud y confusión. Kim lo había salvado, pero ¿por qué? ¿Y cómo? Reuniendo su valor, Chay dio un paso adelante.
-Kim, necesito hablar contigo -dijo, su voz firme y decidida.
Ambos hombres se giraron para mirarlo. Mientras Tankhun esbozaba una sonrisa con su típica actitud despreocupada, Kim mantenía una expresión seria, con sus ojos oscuros fijos en Chay.
-¿Cómo lo hiciste? -preguntó Chay, directo al grano-. ¿Cómo llegaste tan rápido y detuviste la camioneta si estabas al otro lado del estacionamiento?
Kim mantuvo su mirada imperturbable, pero algo en sus ojos mostró un destello de conflicto interno. Tankhun, por su parte, cruzó los brazos, disfrutando del espectáculo.
-Chay... -Kim comenzó, tratando de evitar una confrontación directa-. Estaba cerca, al lado tuyo.
Chay no se dejó intimidar. Dio un paso más hacia Kim, sus ojos ardían con frustración y determinación.
-Vi lo que hiciste -insistió, alzando la voz ligeramente-. Estabas al otro lado del estacionamiento, Kim. No hay forma de que llegues tan rápido y menos que detengas el auto con una sola mano.
Kim permaneció en silencio, evaluando sus opciones. Era evidente que Chay no iba a dejarlo pasar, y su mirada fija mostraba que estaba decidido a descubrir la verdad. Finalmente, Kim habló, su voz baja pero autoritaria.
-No es algo que pueda explicarte -dijo Kim, su tono casi apagado-. Y aunque lo hiciera, nadie te creería. ¿Lo entiendes, Chay? Es mejor que dejes esto como está.
La frustración hervía en el interior de Chay. No podía soportar la condescendencia en la voz de Kim, como si lo estuviera subestimando.
-No subestimes lo que puedo hacer, Kim -respondió Chay, apretando los puños-. No me quedaré de brazos cruzados mientras intentas ocultar algo. Descubriré qué es lo que están escondiendo, te lo aseguro.
Por un momento, se miraron fijamente, como si midieran las fuerzas del otro. Kim, con su habitual frialdad, no mostró reacción, pero había algo en su postura que denotaba una leve preocupación. Sabía que Chay no era alguien que se daría por vencido fácilmente.
-Haz lo que quieras -fue todo lo que Kim dijo antes de girarse y alejarse por el pasillo, su figura desapareciendo en las sombras del hospital.
Chay lo observó irse, su corazón latiendo con fuerza mientras la ira y la determinación lo impulsaban a no detenerse. Sabía que había algo grande detrás de todo esto, algo que involucraba a Kim y a su familia, y estaba decidido a llegar al fondo de la verdad.
Tankhun, que había permanecido en silencio durante el intercambio, soltó un suspiro dramático y se pasó una mano por el cabello.
-Oh, querido, te estás metiendo en un nido de avispas -dijo Tankhun, con un tono que era tanto de advertencia como de diversión.
Chay lo miró de reojo antes de girarse y dirigirse hacia donde Porsche lo esperaba. No había tiempo para bromas o advertencias. Estaba decidido a descubrir la verdad, sin importar lo que encontrara en el camino.
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Retorno al Crepúsculo -kinnporsche-
AventurePorsche y su hermano menor, Porchay, se mudan a Forks tras la trágica muerte de sus padres en un accidente automovilístico. Con el corazón roto y la necesidad de comenzar de nuevo, se establecen en una casa modesta en el pueblo. Porsche, de 23 años...