Capítulo 1| La Marquesa.

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Capítulo uno.

Pasado.

Había visto a las chicas bailar un millón de veces en aquella resplandeciente tarima, que, pese a que el suelo era de color negro, la pared era todo lo contrario, teniendo está distintos tipos de brillos y decoraciones.

Supuse que eso lo habían elegido las chicas y no el cabecilla de aquel burdel.

Había ayudado a Zion en la barra algunas noches en la que su hermano me dejaba salir de mi asignada pieza. Y recordaba aquella noche como hoy, en las que supe con exactitud que ocurría allí.

Los hombres gritaban por las cuatro mujeres semidesnudas que bailaban, que se besaban y que se acariciaban entre ellas. Le lanzaban dinero que ellas con sonrisas encantadoras, aceptaban sin culpa ni remordimientos. Las otras se encontraban moviéndose por el lugar con galantería, con bandejas en sus delicada manos, sirviéndole a los hombres. Estos se la sentaban en las piernas y dejaban un pequeño regalo en las tiras de sus bragas.

Yo no estaba vestida apropiadamente para ese lugar, al menos no aún. Iba con un chandal de Zion y unos shorts de mezclilla que había traído conmigo cuando hice mi huida. El cabello me caía ondulado a ambos lados de la cara y fue por ello que me lo parte cuando llegue a la barra y los ojos fríos de Zion me miraron con advertencia.

—Vuelve arriba, Selene— empezó a limpiar el vaso que tenía en la mano con demasiada brusquedad.

—Egan me ha dejado bajar— es lo que digo con sorna, ¿por que es que siguen queriendo mantenerme lejos de esto? después de todo aquella vez fueron dos opciones que me fueron ofrecidas y fue clara cuál escogí.

—Egan es un imbécil y tú una aún más grande, Selene— espeta.

—Zion— buscó su mano por la barra por que ahí la ha dejado, apoyada con fuerza— fue mi elección estar aquí.

Cuando busca mis ojos, su expresión se suaviza.

—¿Acaso tú te has visto?— susurra, esa vez con una dulzura encantadora— eres delicada, Selene, eres demasiado dulce y pura para estar en un lugar tan inmundo como este.

—¿Hablando mal del lugar que te da de comer, Z?— la fuerte voz de su hermano interrumpe nuestro pequeño momento. Me pongo rígida de inmediato en el taburete y Zion pone los ojos en blanco cuando una mano es colocada en su hombro— Ella eligió estar aquí, Zion, no tengo por qué explicártelo cada noche— le dijo a este con dureza y luego sus ojos negros se dirigieron hacia mi.

Egan era alto, de una manera imponente y aquellos pozos negros te hacían querer estar alejada de él pero a la misma vez mantenerte cerca. Era fuerte y sobre todo era guapísimo. La perfecta barba era algo que adornaba su cara y por lo visto, no era algo que él planeaba desaparecer. Sus labios eran de un color carmín apetitoso, un poco gruesos y su nariz, pese a no ser perfecta, iba acorde a él. El cabello le daba el toque a todo, era tan negro como la noche y este le caía, aveces, a ambos lados de la cara y otra veces simplemente dejaba un lado al descubierto. Siempre vestía de negro, una camisa con los primeros tres botones desabotonados, dejando a la vista sus collares, pantalones del mismo color al igual que las botas.

Podría tener un cigarrillo en la mano un día pero tal vez al otro tendría una botella de alguna bebida preferida suya.

Egan era exquisito y todas las mujeres que asistían al club e incluso las que trabajaban allí, querían tenerlo a su completo merced.

Pero Egan no era de los que se entregaban, más bien le gustaba que se entregaran a él.

—Me alegra saber que te has animado en bajar, Marquesita— me dice y sus labios se elevan en una pequeña sonrisa.

Había empezado a llamarme Marquesa hacía tiempo atrás. Aún me sonrojaba al escucharle decirme de aquel modo, con aquella voz hipnotizante.

«Luces como si fueras de la nobleza y nosotros no fuésemos dignos de ti».

Las palabras martilleándome en la cabeza con fuerza, recordando una de esas noches en las que simplemente la pasábamos juntos a escondidas de los ojos de los demás.

Cuando llegué y con el pasar de los días, pude entender que Egan era un hombre amargado, más sin embargo no era malo. Era bueno y atento. Fui entendiendo aún más con el tiempo que su interés en cuidarme era nada más por que me veía como una hermanita.

Lastima que yo a él lo veía de otra forma.

—No quería permanecer más tiempo encerrada— susurre y creí que no me escucharía, pero lo hizo por que soltó una pequeña risa. Rodeó la barra para sentarse en el taburete a mi lado y pedirle a su hermano que se marchara a hacer de camarero.

Zion obedeció, por que al cabecilla se le obedecía sin replicar.

Egan hizo que su silla se girara hacia mi y luego colocó ambas manos a cada lado de mis piernas para acercar su cara a la mía.

—Voy a pedirte algunas cosas hoy, Selene— saboreó mi nombre en su lengua y yo contuve el aliento. Giró mi taburete hacia el frente, en donde el show continuaba y una chica bajaba de la tarima para así  llevarse a un hombre de traje hacia las habitaciones de arriba— ¿Ves esos hombres de allá?— señaló hacia una esquina y yo, temblando por su cercanía, asentí.

—Sí.

—Quiero que vayas y le bailes a todos ellos, son clientes importantes y tú eres la mujer más preciosa que tengo, Selene— me dijo, alto, claro y sin titubear.

Siento que palidezco.

—No estoy lista.

—¿Cuando se está listo, Selene?— me toma de la cara— Tienes dos minutos.

¿Dos qué?

—Egan— casi ruego, pero sus ojos me dejaron claro que no tenía escapatoria.

—Mis órdenes se cumplen, Selene— deja claro—Necesito que te lleves a las habitaciones de arriba al del medio.

—No estoy vestida adecuadamente.

Edgar lo arregla en un tres por dos, bajándome un poco más los pantalones y quitándome la blusa, dejándome en sostén, un sostén blanco simple. Se quedó viéndome por un rato, como si verme de aquella manera le afectase de algún modo en hacerme cumplir con su orden.

Aparta la vista por un momento y luego aprieta la quijada.

—Ve— me da un leve empujón y con el trago en la mano, vuelve a dejarse caer en el taburete, observándome desde lejos.

Esa noche, fue mi primera vez seduciendo a un hombre, fue la noche en la que perdí mi total inocencia y me convertí en La Marquesa.

• • •

¡Capítulo uno un poco corto, pero es que no es nada con lo que se viene!

¿Que les pareció? ¡no me mientan!

Ahora si, estoy muy emocionada por este libro.

Besitos, gabi. 🖤

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