6. Solo por esta vez

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Los tres habían llegado a la casa. El español ayudó a Tilín a bañarse mientras que el de gorrito trataba de quitar la mancha en su hoodie con un cepillo y detergente.

—Chocolate... Tenía que ser chocolate —dijo entre dientes mientras cepillaba sobre la mancha. Apenado miró su ropa y suspiró. «Será mejor que lo deje remojando en detergente y ya mañana continuar cepillando», pensó. Miró a un costado y vio la ropa y zapatos de la niña con tierra. El mexicano volvió a suspirar, cansado y decidió encargarse ahora de la ropa de la niña.

[...]

—Qué pasa nena, no te pongas así. Tu papá solo está un poco cansado, es todo.

El castaño lavaba la cabecita de su hija mientras ella jugaba con la espuma que se había originado en la bañera. Luzu se había encargado de bañarla y lavarla bien, pero además, quería asegurarse de que su pequeña estuviese bien. No le gustó verla con ese semblante triste en el parque, menos que vea a Quackity tan histérico y mucho menos que viera a sus dos papás pelear. Este era su momento padre e hija que tendrían para platicar.

—No... bueno... Te has perdido de muchas cosas. —La menor hablaba despacio, tímida y con tristeza, y esto no hacía más que partirle el corazón a Luzu. Era evidente que su hija había pasado por muchas cosas, momentos malos, situaciones desagradables, que había visto u oído cosas que no debería, pero que él no estuvo ahí para protegerla.

El de mirada rubí trataba de mostrarse fuerte ante su hija, sabía que lo que ella necesitaba era que fuese su sostén en momentos como estos, pero la verdad era que por dentro se encontraba algo angustiado y ansioso con la situación. Tenía que hablar con el otro papá de su hija cuanto antes y ponerse al día con muchas cosas, pero por lo que pudo notar el azabache está un poco irritado y eso dificultaba mucho las cosas. Aun así trataría de hablar con él.

—¿No me quieres contar que ha pasado? Yo te sabré comprender pequeña, recuerda que soy tu papá y también estaré para ti siempre. —Trató de convencerla de hablar y le mostró una cálida sonrisa, pero la niña no mostraba señales de querer contar lo que había vivido, cosa la cual le preocupó de manera considerada.

»—Está bien, Tilín. No tienes que contarme si no quieres, no ahora si no es el momento para ti. Pero recuerda que aquí me tienes para cualquier cosa, ¿sí? Te quiero mucho, mi niña bella.

La pequeña con el mismo color de ojos de su papá alzó su mirada recibiendo un suave beso en su mojada cabeza. Sonrió de lado por el gesto y se le escaparon un par de risas cuando vio cómo su papá le ponía espuma en la cabeza. Y Luzu... daría lo que fuera por ver y oír a su niña siempre riendo.

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El de sudadera negra terminó de bañar a su hija y le indicó que fuera a su cuarto a cambiarse. La niña vestida con su bata de baño hizo caso a su papá y se dirigió a su habitación. Una vez que Luzu vio cómo la pequeña cerró la puerta, se dispuso a buscar al mexicano, quién no tardó mucho en encontrarlo.

—Quacks, ¿podemos hablar? —Inició suave el mayor, tratando de dejar a un lado todo lo que había pasado hace unas horas y dándole más importancia a lo que estaría a punto de suceder. Tenía que tratar de hacerle hablar al más bajo como sea, de alguna forma quería ayudar en la algo complicada situación que vivía su hija con su papá. Algo había pasado en su ausencia, y tenía que averiguar el qué.

Tolerancia y paciencia era lo que más necesitaba. Lástima que el temperamento del más bajo no era compatible con esas palabras.

—¿Qué quieres ahora, Luzu? No tenemos nada de qué hablar. —Respondió cortante. El de ojos pardos se encontraba de espaldas, sin mirar al español, sin darle la importancia que requería la situación.

El otro papá de TilínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora