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Nuevo comienzo, nuevo miedo
Tom Kaulitz.


—¡Ya te dije que no quiero bajar! —le grito a Bill quien me está jalando del brazo con tanta fuerza que, mi suéter tejido de color negro se estaba haciendo horrible debido a los listones que ya sobresalían.

—¡Joder Tom! —me grita molesta y vuelve a tirar de mí —. ¿Para esto querías venir a la nueva universidad? ¿Para hacer tus escándalos? ¡Baja el trasero del coche y ven acá!

Vuelve a tirar de mí brazo con mucha fuerza al punto de hacerme sobre salir del coche. Papá está en el asiento del copiloto mirando nuestro escándalo desde el retrovisor con una cara de «¿Que carajos se traen estos tíos locos?»

—No, no, no... —balbuceo como idiota, y tiró de mi brazo para alejarlo de las manos de Bill. Joder, su pinta uñas negros lo había echado a perder y todo por mi culpa —. Me da pena...

—¿Pena? —me pregunta frunciendo el ceño y colocando ambas manos en su cintura —. Pena es que repruebes un examen, que te atrapen drogándote o robando... ¡Eso sí da pena niño nerd!

Niño nerd. Sí, así es como se refería mi hermano desde que éramos tan solo unos niños de cinco años. El problema dela vista había empezado gracias a que esforzaba mucho la mirada para ver la televisión de lejos, el fuerte brillo de la computadora vieja en mi cara pegándome toda la noche hasta provocarme unas ojeras horribles.

Me acomodo los lentes en el puente de mi nariz y lo miro a los ojos. Bill ya está hecho una gran furia, tanto que aprieta los puños.

—Aun así me da vergüenza Bill. No quiero bajar.

—Tienes que bajar Tom, no puedes permanecer encerrado en este coche y menos en tu primer día en la universidad de Boston. Georg y Gustav ya nos están esperando afuera cuatro ojos, ¡Vamos joder!

Mi mente se queda en blanco por qué sí. Bill quería presentarme a sus amigos cosa que me parece incómoda y rara. Nunca fui una persona con demasiados amigos, siempre me la pasaba en los rincones de la escuela estudiando o leyendo algunos de los libros favoritos que a penas mamá podía comprarme con el poco salario de su trabajo cada fin de semana. Libro que hasta la fecha tengo guardados como preciados.

De repente, la campana de la universidad dando a entender que las puertas ya se cerrarían. Por el rabillo del ojo logro notar como Bill abre los ojos con tanta fuerza y me jala del brazo de nuevo, por fin sacándome del coche. Mientras que yo sostengo con mis manos mis dos libros favoritos contra mi pecho y Bill me coloca la mochila y me acomoda los lentes.

—Vamonos nerd, o llegaremos tarde... ¡Pero corre rápido! —Bill grita tirando de mi brazo comenzando a correr, haciendo que algunos alumnos nos miren extrañados y otros susurrando cosas burlonas por correr hacia la puerta.

A lo lejos puedo oír a papá decir «¡Que les vaya bien! ¡Nada de mujeres!»
¿Y como por qué me lo advertía a mi? Digo... Nunca he sido un hombre que suela salir con chicas, hoy en día las mujeres les parece más atractivo un hombre tóxico y les parece aburrido un hombre romántico que las trate bien.

¿Cómo puede ser que ahora lo malo sea atractivo y que ahora lo bueno sea aburrido? No sé... Es muy difícil. Pero no debo de tomarle importancia a esas cosas. Y claro que llegué a enamorarme de una chica una vez en mi vida, pero nunca me dí el gusto de hablar con ella o decirle lo mucho que me gustaba.

Patrones rotos | Tom KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora