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FUERA DE TU VISTA, FUERA DE TU MENTE.

Tom Kaulitz


En cuanto entro al salón, todos me miran y es extraño el sentimiento de estar en un universidad nueva. Las chicas me escanean con la mirada, y algunos nenazos presumidos de cabello rubio me apuntan con el dedo mientras tomo asiento en uno de los pupitres del salón.

Me acomodo las trenzas incómodo y miro la ventana fijamente tratando de concentrarme en algo en lugar de las opiniones de los demás. Las miradas en mi espalda son incómodas y muevo mi pie de un lado al otro nervioso, golpeando el talón una y otra vez con el deseo de que la maestra llegara rápido y no tuviera que aguantar esta vergüenza por más tiempo.

—¡Buenos días! Jóvenes estudiantes —la maestra entra en el salón con una infinidad de libros en la mano. Deja su bolso, la portátil en la mesa y en tan solo un segundo borra todo lo del pizarrón y la tiza blanca vuela como polvo por el lugar —. El director y dueño de esta universidad me han declarado hoy por la mañana que el hermano del capitán de equipo de básquet ha llegado a nuestra escuela desde Alemania... ¿Supongo que es ese chico de trenzas negras que está en la esquina no?

Mis ojos se abren y mis mejillas se sonrojan fuertemente ante las palabras de la joven mujer. Todos los alumnos se miraron y me miraron fijo, sin despegar la mirada de mi rostro y frunciendo el ceño, seguramente preguntándose muchas cosas. «¿Quién era él? ¿Por qué es un miserable nerd? ¿Que hace en nuestra escuela? ¿Y por qué baja la mirada como si fueran a pegarle?»

Levanto la mirada lentamente mostrándome ante la maestra y los alumnos. Le di una pequeña lamida a mi labio inferior en dónde justamente estaba el piercing, el cual fue producto de una tonta apuesta que había perdido cuando era más chico junto con mi hermano.

—¿Te gustaría presentarte?

—Em... —respondo como tarado y no sé que decir, todos me están mirando y lo único que siento es que las manos me están temblando —. No, no, así estoy, gracias maestra...

—¿Y como se va presentar, maestra Katerine? —una de las chicas rubias que está sentada a dos pupitres de mí se digna a hablar —. Si con tan solo verlo se da cuenta que es un pobre nerd ratón de biblioteca.

—¡Ellyn! ¡No le digas esas cosas a tu compañero! ¡Respeta!

—¡Ellyn está diciendo la verdad profesora! —un chico de cabello negro que tenía pinta de ser un terrible vago también se une a las burlas de Ellyn —. Seguramente es igual de marica que su hermano Bill, pero mira nada más esos lentes, para mí que es un chico nerd virgen que lo único que ha tocado en su vida son los libros.

—Les apuesto 50 dólares a qué tampoco en su vida a tenido novia por estar estudiando sus mierdas.

—Para mí que es de esos muchachitos que son hijos de mami y de papi.

—Con esos lentes se parece a uno de los amigos de Alvin y las ardillas.

Y con esa burla final todos se echaron a reír. Yo no sabía que hacer, si responderles o quedarme callado, la maestra dió varios golpes con su tiza blanca en el pizarrón ante la forma y manera tan grosera en la que mis compañeros se burlaron de mí. Habían pasado tantas cosas, había soportado burlas desde la escuela por parte de muchos niños y adolescentes, al igual que las mismas mujeres.

Sin decir nada más, solo tomo mi mochila, mis libros en las manos y me voy del salón, sin importarme que detrás de mí esté la maestra pidiéndome que no me vaya.

No cabe duda que este semestre sería un asco.



Patrones rotos | Tom KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora