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MALAS DECISIONES.
Tom Kaulitz.

En cuanto me despierto en la cama, miro toda la habitación y me doy cuenta que el fin de semana ya se ha acabado. El reloj está sonando a un lado de mí y aunque quisiera quedarme en las sábanas, le doy un duro golpe en el reloj para que deje de sonar y no me moleste.

Tomo los lentes de la mesilla de noche a un lado de mi cama y me los coloco, soltando un profundo suspiro para el día de clases que se avecinaba en ese momento. Justo en ese momento el celular vibra una vez, pero no le tomo mucha importancia y mejor decido no responder, estaba seguro que se trataba de un mensaje de Georg o Gustav molestándome como siempre.

Pero él teléfono vibra, vibra y vibra una y cientos de veces. Con un gran rodeo de ojos me digno a mirar la pantalla de mi teléfono, sujetándolo entre mis manos y dándome cuenta que habían cientos de mensajes en mi buzón de correos.

—¿Quién diablos e... —mi voz deja de existir en el preciso momento cuando me doy cuenta que esos mensajes no son de cualquiera.

La frente comienza a sudarme al punto de temblar, mis piernas no responden y mi garganta se vuelve demasiado seca con fuerza. Lo único que quiero hacer es gritarle a Bill, o a papá, pedir ayuda o lanzar el teléfono a la calle mientras el ardor de las lágrimas en las esquinas de mis ojos se vuelven un infierno muy grande.

Todo viene a mi mente. La fiesta, Audrey, la pandilla, las amenazas, las pistolas, los insultos, las burlas y la diversión que se había desvanecido una vez que Audrey había hecho su presencia en el lugar.

"No sabes con quién carajos
te acabas de meter pedazo
de nerd."

"Los gemelitos deben cuidarse
muy bien la espalda o yo me
haré cargo de hacerlos trizas."

"El cuatro ojos queriendo
pasarse de listo con mi banda...
Juro que te corto el cuello si
vas con la policía."

"Tu hermano el marica jamás
debió de cruzar la línea con
nosotros."

"¿Querías sangre nerd? Bueno,
espero que disfrutes de lo que
pasará por qué voy a derramar
demasiada una vez que te tenga
atado de la silla."

"¿Muy fuerte no maldito cuatro
ojos? Lo que tienes de fuerte lo
tienes de idiota, ni defender a tu
hermano sabes."

"¡Pobre capullo jajajaja! llorando
cómo una nenita cuando sintió
la pistola en su cabeza."

"Los jefes de Tokio estarán más
que orgullosos de tenerte como
cena en su mesa para esta noche."

Y los insultos seguían y seguían. Había corrido a mi computador y también habían cientos y cientos de mensajes amenazantes repitiendo en mi cabeza los acontecimientos de esa noche. No podía olvidar, nada... Todo estaba yendo mal, ¡Tenía solo tres malditas semanas en Boston y me acabo de meter en un gran problema!

Los mensajes amenazantes vienen con nombre masculinos. Pero ninguno es de Audrey, ninguno de esas críticas eran por parte de ella. Todo el computador estaba infestado de mensajes horribles de los demás pandilleros, pero ninguno de ella. Me esperaba un mensaje suyo donde me dijera de cosas horribles, y me culpara de todo.

Patrones rotos | Tom KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora