II- Te recordaré cada día

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El estaba tendido, inerte y me emanaba angustia verlo así, lo moví mucho, lo suficiente como para que una persona normal respondiera ante los molestosos movimientos, no tenía idea de que hacer estaba perpleja y nerviosa. No estaba actuando con la cabeza estaba muy alterada.

Me moví hacía el temiendo que mis ideas sean reales, lo vi pálido, y se le notaba más el rojizo de un golpe en su cara. Me acerque despacio, con mucho cuidado y fragilidad y con un tanto de nerviosismo en las manos le moví la cara para dejar su cuello al descubierto, acerque mi dedo medio y mi dedo índice a su cuello lentamente mientras lo miraba a los ojos, tenía miedo de que no tuviera pulso y esa era la razón de mi lentitud. Cerré los ojos, los apreté fuerte y los volví a abrir para luego de forma fugaz presionar ambos dedos en la zona frontal de su cuello. En los primeros segundos mi corazón latía con ganas de entregárselo a el si hacía falta porqué los primeros segundos no sentí nada en absoluto, luego sentí un muy frágil latido luego dentro unos segundos otro, y luego otro y otro más.

Me alegre, pero no entendía por que el no ha reaccionado después de tanto rato, ¿acaso tenía tanto sueño?

Fui a la cocina me aseguré de que no estuvieran mis padres por si se les ocurría preguntarme más sobre el, mi padre le había dicho que no quería que llegara mañana, y yo... ¡Mierda! yo le había excusado a mi padre con que Rowan estaba donde unos amigos, mi hermano iba a tener un pequeño regaño por culpa mía pero bien, no podía hacer más nada la presión del momento... si eso fue ¿Que más les pude haber dicho? ni ahora que tenía tiempo me hubiera imaginado algo para excusarlo.

Tomé una silla de la cocina y el plato que le había preparado a Rowan, me propuse que si despertaba en una hora se la daba y si no me la comía yo.

Camine hacía la habitación de mi hermano de nuevo, cautelosa sin hacer ningún sonido extraño que hiciera las cosas más complicadas. Cerré la puerta frágilmente y coloqué la silla a un lado de el, revisé la hora; Eran ya las diez y cinco. Supuse que a las once ya me habría comido mi plato de comida preparado por mí misma por primera vez.

Tenía ansias de comérmelo, me había quedado bien, pero también quería que él lo probará así que esperar una hora era una buena opción, aunque igual sería una hora tratando de despertarlo.

Así que dentro del momento recordé las clases de primeros auxilios en la primaria, nos habían dicho que alguien desmayado era capaz de reaccionar si olfateaba alcohol, y también con unas pocas sacudidas, así que corrí a buscar el alcohol; lo apliqué en un pedazo de algodón y se lo coloqué en la nariz mientras le daba pequeños golpecitos en el lado de la cara que no tenía lastimado.

Unos minutos después, Rowan despertó exaltado y abrió los ojos yo estaba feliz de que haya reaccionado, dejé escapar pequeñas lagrimas mientras me lance en su pecho.

—Me asusté.. yo no quiero que me dejes.—murmuré.

El me miró con las cejas arqueadas, no sabía si sentía dolor por su pecho o era el verme ahí. Me sentí muy aliviada cuando me sonrió y me abrazó con su brazo débil.

—Yo no.. no..—Intentó hablar entre su dolor.—Jámas.. jamás te dejaría hermanita.

—Pensé lo peor.—Dije apretándolo más fuerte.

El me miró mientras apretaba sus labios temblorosos y resecos, su nariz se tornó roja y sus ojos se cristalizaron.

—Lo siento.. ¿te estoy lastimando?—Dije inquieta apartandome de el.

De sus ojos empezaron a brotar lagrimas rápido mientras me veía.

—Rowi... ¿Que sucede?—Pregunté.

NecrofagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora