Amiguitos, me borraron la anterior historia y la de inútil humana :(
Bueno, este será el nuevo libro, ahora las aclaraciones:
•si alguien quiere pedir un one-shot, vaya a la parte que dice "PEDIDOS ABIERTOS" ahí estará todo lo que se necesita.
•La c...
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—¡Váyanse a la mierda todos! —Sanemi grito, empezando a correr hacia unos pequeños cazadores los cuales rápidamente se dieron la vuelta corriendo de ahí, y el albino sin importarle nada los persiguió. —¡No huyan, pequeños mocosos! ¡Así jamás lograrán ser de ayuda en la pelea final!
Siguió correteándolos, más enojado que nunca aunque literalmente los cazadores lograron escapar por un pelito de mono calvo, parecía que estaban siendo perseguidos por un asesino.
Cansado y frustrado, el pilar del viento se detuvo dejando de correr y viendo como todos huían, esto antes de darse la vuelta caminando hacia ti con los ojos en blanco. Si, tú habías presenciado toda esta escena mientras comías tu almuerzo.
—Ya no los hacen como antes. –suspiro molesto y sentándose a tu lado.
—Nemi, tienes que ser paciente, recuerda que jamás habían tenido un entrenamiento tan duro como este. —le dijiste tomando un sorbo de la taza que tenías de té.
—Ese es el problema, los habían entrenado demasiado suave todo este tiempo y ahora que yo los estoy entrenando como se debe no pueden, los entrenaron mal. —sin pedirte permiso, le tomo al té que tú tenías. —¿ves? Ni siquiera él te me ayuda a relajarme.
—Estas demasiado, pero demasiado tenso...—lo miraste con una expresión preocupada y combinada con tristeza. —Deberías de ser más como yo, yo les doy pequeños descansos a los cazadores que entreno.
—Para ti es fácil decirlo, ellos te hacen caso en todo pues no es por ofender pero tú entrenamiento es demasiado suave.
—Soy la tercera pilar más débil que esperabas. –te encogiste de hombros. —y para que sepas, eso si me dolió.
—No me importa. —en cuanto dijo eso frunciste el ceño y le diste un leve codazo.
—¡Tú eres el que empieza las peleas entre nosotros! No digas que yo, me harta, tonto. —apoyaste tu cabeza en tu mano y tu mano en tu pie, observando como aquellos cazadores poco a poco se dejaban ver después de estar un buen rato escondidos.
