"Problemas y piratas".
Miraste por un pequeño agujero del barco, ya era de noche y el Perla Negra estaba quieto.
-Hemos llegado- dijiste en voz baja, arreglando tu cabello para poder ver mejor.
Subiste a la cubierta y todo estaba desierto; al parecer la mayoria de los tripulantes se habían ido por un descanso a Tortuga.
Caminaste hasta finalmente bajar del barco; el lugar tenía algunas luces y algunos pocos piratas caminaban tambaleandose de un lado a otro, la mayoría estaba en los bares.
-Al parecer Jack se está divirtiendo- dijiste tomando con molestia tu vestido, para no arrastrarlo.
Caminaste hasta un bar y viste desde afuera, desde ahí pudiste ver a algunos de los tripulantes del Perla Negra.
Mordiste tu labio inferior y notaste a un hombre -bastante joven-, tirado en el suelo, apoyado en una palmera.-Perfecto- sonreiste.
. . .
Arreglabas tu nueva camisa y al finalizar, miraste de reojo al chico que antes viste, ahora iba con tu antiguo vestido y tú llevabas su ropa, que constaba de un pantalón negro un poco grande para ti, una camisa blanca olgada, un chaquetín marrón oscuro con una chaqueta azul oscuro con mangas largas y botones dorados. Finalmente unas botas algo grandes y de cuero marrón.
-Ahora, donde está ese- ibas caminando, pero tropesaste con un pirata ebrio y malhumorado.
-Miren que tenemos aquí, una chica- habló tomándote del ante-brazo.
-¡Déjame en paz, maldito imbécil!- intentaste soltarte.
-Pero que atrevida- dijo algo molesto a lo que tú respondíste con un escupitajo.
-Te has metido en graves problemas-.. . .
Al llegar a Isla Tortuga (45 minutos antes).
Jack bajó junto a su fiel amigo Gibbs, dejando a que los demás tripulantes disfrutaran de la parada en Tortuga. Mientras, estos dos primeros hablaban, buscando alguna choza en especial.
-Y bien Jack, ¿qué es lo que buscamos?- preguntó curioso el mayor.
-Buscamos a Larry Woods-.
-¿Larry... Woods?-.
-Así es, él fue un tripulante del Esmeralda, el barco de Kirkland- dijo al momento de parar frente a un bar.
-Él nos dará más información-.Entraron en silencio, mirando a todos los del lugar, quienes obviamente estaban ebrios e inquietos.
-Mh- rio despacio el ojimarrón -ahí está-.
Sparrow caminó tambaleante hasta un hombre algo canoso, de tez morena y de más o menos 60 años; éste bebía de una botella de ron y miraba a un punto fijo en la mesa de madera en la que estaba apoyado.
-Larry, Larry Woods- llamó Jack.
El mencionado miró a Sparrow.
-Ah, Jack Sparrow-.
-Capitán, Jack Sparrow- corrigió Jack.
-Capitán- repitió Woods -¿qué es lo que desea?-.
-Me gustaría saber más sobre- Jack sacó la gargantilla con la esmeralda incrustada en ella -esto- finalizó.
Larry miró sorprendido aquélla joya.
-Hace mucho que no veía éste hermoso color verde esmeralda- el mayor tomó la gargantilla y acarició la esmeralda -supongo saben que esta esmeralda concede lo que uno más desea, incluso sí no es algo material-.
Larry miró la brújula de Jack.
-Es algo parecido a eso, pero el capitán Kirkland lo hizo con una diferencia-.
-¿Cuál es? Claro, sí es posible saber-.
-La llave- cortó el mayor -no es una llave como muchos la conocen o imaginan. La llave es la sangre del Capitán Kirkland-.
-¿Su sangre? Pero sí él está muerto-.
Larry miró a Jack con una sonrisa burlona.
-Así es, pero como algunos pocos saben, el capitán dejó a un descendiente, dejó su sangre-.
-Que listo-.
-Así es- Larry devolvió la gargantilla -sí quieres utilizar la joya, debes encontrar la llave-.
-Creo que la tengo más cerca de lo que creo- al momento de guardar la llave, se escuchó un gran estruendo fuera del bar.
-¡Ah! Capitán Sparrow- llamó Larry y el mencionado volteó con cierto mareo.
-La sangre debe salir específicamente del cuello, sí no, no funcionará-.Jack tragó grueso y volvió su vista a la salida; al salir y ver que ocurría, Jack bufó.
Tú peleabas contra varios piratas, todos bebidos pero aún así podían mantenerse en pie, y controlar la espada no se les hacia muy difícil. Le habías quitado la espada al joven que encontraste tirado hace unos minutos.
Tus movimientos no eran malos, eran excelentes a decir verdad, pues tu padre, el general Kirkland te había enseñado a utilizar la espada a tus 12 años y a practicar tus reflejos a los 8.Estabas contra atacando a un pirata algo delgado -en exceso- y para cuando ibas a voltear, para contra atacar, te encontraste con Jack, cuidandote la espalda de un viejo robusto.
-Niña, tu sí que me das problemas- sonreiste al escuchar aquellas palabras provenientes de Jack.
Fin capitulo 3.