III.

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"Problemas y piratas".

Miraste por un pequeño agujero del barco, ya era de noche y el Perla Negra estaba quieto.

-Hemos llegado- dijiste en voz baja, arreglando tu cabello para poder ver mejor.

Subiste a la cubierta y todo estaba desierto; al parecer la mayoria de los tripulantes se habían ido por un descanso a Tortuga.

Caminaste hasta finalmente bajar del barco; el lugar tenía algunas luces y algunos pocos piratas caminaban tambaleandose de un lado a otro, la mayoría estaba en los bares.

-Al parecer Jack se está divirtiendo- dijiste tomando con molestia tu vestido, para no arrastrarlo.

Caminaste hasta un bar y viste desde afuera, desde ahí pudiste ver a algunos de los tripulantes del Perla Negra.
Mordiste tu labio inferior y notaste a un hombre -bastante joven-, tirado en el suelo, apoyado en una palmera.

-Perfecto- sonreiste.

. . .

Arreglabas tu nueva camisa y al finalizar, miraste de reojo al chico que antes viste, ahora iba con tu antiguo vestido y tú llevabas su ropa, que constaba de un pantalón negro un poco grande para ti, una camisa blanca olgada, un chaquetín marrón oscuro con una chaqueta azul oscuro con mangas largas y botones dorados. Finalmente unas botas algo grandes y de cuero marrón.

-Ahora, donde está ese- ibas caminando, pero tropesaste con un pirata ebrio y malhumorado.

-Miren que tenemos aquí, una chica- habló tomándote del ante-brazo.

-¡Déjame en paz, maldito imbécil!- intentaste soltarte.

-Pero que atrevida- dijo algo molesto a lo que tú respondíste con un escupitajo.
-Te has metido en graves problemas-.

. . .

Al llegar a Isla Tortuga (45 minutos antes).

Jack bajó junto a su fiel amigo Gibbs, dejando a que los demás tripulantes disfrutaran de la parada en Tortuga. Mientras, estos dos primeros hablaban, buscando alguna choza en especial.

-Y bien Jack, ¿qué es lo que buscamos?- preguntó curioso el mayor.

-Buscamos a Larry Woods-.

-¿Larry... Woods?-.

-Así es, él fue un tripulante del Esmeralda, el barco de Kirkland- dijo al momento de parar frente a un bar.
-Él nos dará más información-.

Entraron en silencio, mirando a todos los del lugar, quienes obviamente estaban ebrios e inquietos.

-Mh- rio despacio el ojimarrón -ahí está-.

Sparrow caminó tambaleante hasta un hombre algo canoso, de tez morena y de más o menos 60 años; éste bebía de una botella de ron y miraba a un punto fijo en la mesa de madera en la que estaba apoyado.

-Larry, Larry Woods- llamó Jack.

El mencionado miró a Sparrow.

-Ah, Jack Sparrow-.

-Capitán, Jack Sparrow- corrigió Jack.

-Capitán- repitió Woods -¿qué es lo que desea?-.

-Me gustaría saber más sobre- Jack sacó la gargantilla con la esmeralda incrustada en ella -esto- finalizó.

Larry miró sorprendido aquélla joya.

-Hace mucho que no veía éste hermoso color verde esmeralda- el mayor tomó la gargantilla y acarició la esmeralda -supongo saben que esta esmeralda concede lo que uno más desea, incluso sí no es algo material-.

Larry miró la brújula de Jack.

-Es algo parecido a eso, pero el capitán Kirkland lo hizo con una diferencia-.

-¿Cuál es? Claro, sí es posible saber-.

-La llave- cortó el mayor -no es una llave como muchos la conocen o imaginan. La llave es la sangre del Capitán Kirkland-.

-¿Su sangre? Pero sí él está muerto-.

Larry miró a Jack con una sonrisa burlona.

-Así es, pero como algunos pocos saben, el capitán dejó a un descendiente, dejó su sangre-.

-Que listo-.

-Así es- Larry devolvió la gargantilla -sí quieres utilizar la joya, debes encontrar la llave-.

-Creo que la tengo más cerca de lo que creo- al momento de guardar la llave, se escuchó un gran estruendo fuera del bar.

-¡Ah! Capitán Sparrow- llamó Larry y el mencionado volteó con cierto mareo.
-La sangre debe salir específicamente del cuello, sí no, no funcionará-.

Jack tragó grueso y volvió su vista a la salida; al salir y ver que ocurría, Jack bufó.

Tú peleabas contra varios piratas, todos bebidos pero aún así podían mantenerse en pie, y controlar la espada no se les hacia muy difícil. Le habías quitado la espada al joven que encontraste tirado hace unos minutos.
Tus movimientos no eran malos, eran excelentes a decir verdad, pues tu padre, el general Kirkland te había enseñado a utilizar la espada a tus 12 años y a practicar tus reflejos a los 8.

Estabas contra atacando a un pirata algo delgado -en exceso- y para cuando ibas a voltear, para contra atacar, te encontraste con Jack, cuidandote la espalda de un viejo robusto.

-Niña, tu sí que me das problemas- sonreiste al escuchar aquellas palabras provenientes de Jack.

Fin capitulo 3.

Tenía que pasar [Jack Sparrow y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora