"Capitana ___tn Kirkland".
POV. ___tn Kirkland.
Abrí los ojos lentamente, estaba aturdida y mi cabeza dolía como los demonios, solo podía recordar el ver un barco acercarse al Perla Negra, luego disparos de cañones, gritos de hombres y... ¡Jack! ¡¿Dónde está Jack?!
Me levanté de la cama en la que estaba, di algunos pasos en falso y caí al piso de madera.
-¡Capitana Kirkland!- exclamó un hombre joven, que se había asomado en la puerta.
-¿En dónde estoy?- dije aún mareada.
-En su barco, el Esmeralda. Los rehenes la esperan, la tripulación espera por sus órdenes.
Al mirar a quien me estaba hablando me encontré con un hombre casi de mi edad, quizás mayor. Su cabello era castaño, su piel canela y sus ojos de un azul opaco.
-¿Quién eres?
Sonrió.
-James Miller.
-Miller, llevame a cubierta.
-Sí.
El pelicastaño me ayudó a levantarme y ayudada de sus brazos conseguí llegar a la cubierta, en donde habían muchos hombres y amarrados, estaban Jack y gran parte de su tripulación.
-¡Es la capitana!- escuché a lo lejos y todos los hombres -menos los del Perla Negra-, comenzaron a gritar con felicidad y euforia.
-¿Qué es esto...?- cuestioné confundida a Miller.
-Ésta, mi capitana. Es su tripulación.
* * *
Estaba junto al timón, Miller no se había separado de mí. Me sentía de algún modo traicionada, pero ¿qué se puede esperar de un pirata como Jack Sparrow?
-Usted es descendiente del famoso pirata Arthur Kirkland.- recordé las palabras de Miller al cuestionarle un millón de cosas.
-Lamento el que haya sido engañada durante tanto tiempo.
-No importa, no fue tanto.- dije mirando el piso mientras James sostenía el timón.
-Pero aún así, de seguro tuvo algo con el capitán Sparrow.
-¿Por qué lo dices?- fruncí el ceño, sin embargo no lo miré.
-Pues, porque él es muy conocido por ser un rompe corazones.
-Um. Bueno, no se trata solo de él, mi madre también me ocultó éste asunto y sí lo pienso bien, la responsabilidad cae más en ella que en Jack.
-En eso tiene razón.
-Pero... ¿Cómo fue que me encontraron?
-Recibimos noticias de Woods, un antiguo tripulante del Esmeralda. Él informó que Sparrow andaba en busca del tesoro del capitán Kirkland.
-¿Y cómo lo supo Woods?
-Fue en Tortuga, ahí hablaron.
Abrí mis ojos con sorpresa, ahora entendía. Por eso me había hecho esa pregunta, él estaba planeando usarme desde un principio.
Toqué con la punta de mis dedos la esmeralda en mi gargantilla, la cual había sido arrebatada de las manos de Jack al momento de ser llevado a los calabozos.
-La verdad no sé sí sea capas de ser la capitana del Esmeralda.- dije con angustia.
-Solo... Debe ser ambiciosa, tomar todo a su paso y disfrutar de las riquezas que vaya acumulando.
Miré a Miller, quien sonreía de forma sincera.
-Siento que... Puedo hacerlo. Después de todo, la sangre de un pirata corre por mis venas.
Tres horas antes . . .
-¡¿Qué está pasando aquí?!- corrí hacia Jack, asegurándome de que estaba bien.
-Capitana, Sparrow la tenía como rehén, ¿no?
-¡¿Qué?! ¡No!
-Disculpen, yo no la tenía de rehén. Ella misma se subió a mi barco y me pidió
-¡Mentira!- exclamó James con enojo -Recibimos información, tú querías el tesoro del capitán Kirkland, y sabes que para obtenerlo necesitas la llave.- me señaló.
-¿Qué, llave?- me levanté -¿A qué se refieren?
-Capitana, al parecer usted no lo sabe, pero usted es descendiente del famoso pirata Arthur Kirkland.
-¿Qué? No, mi padre era un conde, no un pirata.
-No capitana. Eso hacia al capitán Kirkland toda una leyenda, pues él tenía dos identidades muy diferentes.
-Pero... -miré a Jack -¿Eso qué tiene que ver contigo?
-Yo eh...- intentó hablar, pero una vez más fue interrumpido por Miller.
-El tesoro es el poder conseguir lo que uno quiera, cualquier cosa. Pero para eso se requiere una llave y esa llave no es una común, pues es la sangre de un Kirkland y ésta debe venir específicamente del cuello.
Miré a Jack con asombro.
-¿Realmente estabas dispuesto a hacerlo?
-¿Qué? No, no, no. No me mal entiendas, yo simplemente.
Me levanté, interrumpiendo la inútil excusa del ojimarrón.
-Llevenlos al calabozo, más tarde veré que hago con ellos.
Y sin nada más que decir caminé en dirección al timón, en donde pronto llegó Miller a hacerme compañía.
Continuará . . .