"Mira la hora que es y yo sin comer"

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(Más tarde lo corregiré, perdón si hay alguna incoherencia o algo así 💕)



Martin corría por el sendero que había en la montaña cercana al pueblo. Sus zapatillas golpeaban el suelo polvoriento con un ritmo constante, acompañadas del sonido de su respiración entrecortada. El sol de la mañana apenas comenzaba a calentar el aire, pero el esfuerzo le arrancaba gotas de sudor que se deslizaban por su frente. A pesar del cansancio que comenzaba a acumularse en sus piernas, no disminuía la velocidad. Había algo liberador en esa carrera, en ese esfuerzo físico que lo alejaba de sus pensamientos.

Finalmente, tras un último esfuerzo, alcanzó la cima. Se detuvo, inclinándose hacia adelante con las manos en las rodillas, permitiéndose un momento para recuperar el aliento. Levantó la vista y, como siempre, la vista lo dejó sin palabras. Desde allí, el pueblo parecía una maqueta diminuta, un conjunto de casas y calles que se extendían entre los campos dorados y verdes. El río que lo atravesaba brillaba bajo la luz del sol, y más allá, las colinas se ondulaban hasta fundirse con el horizonte.

Martin se enderezó lentamente, respirando hondo mientras dejaba que la brisa fresca le secara el sudor de la frente. Cerró los ojos por un momento, disfrutando del silencio interrumpido solo por el canto lejano de algún pájaro. Era su momento de paz, un instante de calma que le permitía desconectar del bullicio y las preocupaciones. Pero justo cuando comenzaba a relajarse, un sonido agudo rompió el silencio.

El timbre de su móvil vibró en su bolsillo. Martin lo sacó con cierto fastidio, pensando que tal vez debería haberlo dejado en casa. Pero cuando vio el nombre de María, su hermana, en la pantalla, no pudo evitar sonreír. Con un gesto rápido, aceptó la videollamada, y el rostro sonriente de María apareció en la pantalla.

—¡Holaaa! —La voz de María, alegre y vivaz, parecía brillar incluso a través del teléfono—. ¿Qué tal? Hace mucho que no hablamos.

Martin se sentó en una roca cercana, aún recuperando el aliento, y sonrió a su hermana. —Todo bien, María. Mira estoy en la cima — dijo mientras la daba la vuelta a la cámara pra que su hermana lo pudiera ver. — ¿Tú que tal por la playa?

Bien— María le mostró el mar azul de fondo. — Pero ya tengo ganas de volver al pueblo y veros a todos. ¿Cómo va por ahí? ¿Qué tal las fiestas?

—Tranquilas, como siempre. Ya sabes cómo es aquí ¿Y tú, cuándo piensas venir?

—En una semana estoy allí. Te lo prometo.

Martin rió, recordando que su hermana siempre encontraba una excusa para retrasar su llegada. Pero luego, María lo miró de forma pícara, como si estuviera a punto de lanzar una de sus preguntas incómodas.

—Y hablando de pueblo... que ¿ya hay alguien que te interese para este verano?

—María, eres muy pesada con ese tema.

—Uyyyy... eso es que si— dijo su hermana soltando una carcajada.

Él la miró con resignación antes de responder. —Bueno, la verdad es que no ha pasado nada serio. Me he liado un par de noches con Dani, pero ya sabes, nada más.

— Pues vaya... ¿Y no hay nadie nuevo en el pueblo? ¿Ningún chico que te llame la atención?

Martin se quedó pensativo un segundo, recordando a los rostros nuevos que había visto últimamente. —Bueno, está Juanjo, el primo de Violeta. Es nuevo por aquí.

María alzó las cejas, interesada. —¿Y te gusta?

Martin rió, —No ... Ósea quiero decir... no es feo, pero tampoco sé si me interesa. Aunque creo que a él sí le intereso yo.

Nuevo verano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora