CAPÍTULO 2

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Como fuego en el corazón.

Beslaka

Desde que Nyeron llegó a mi vida, se convirtió en un rayo de luz en medio de mi tormenta. Desde el primer instante en que lo sostuve entre mis brazos, supe que era algo especial. Era tan pequeño, pálido y frágil, y aunque me invadía el miedo de no saber cómo cuidarlo, sus enormes ojos negros me llenaron de determinación. En ese momento, comprendí que debía protegerlo con todas mis fuerzas. La suavidad de su piel al acariciarlo me recordaba lo delicada que es la vida. A pesar de las veces que quise rendirme o desaparecer, ahí estaba Nyeron, con su cabello oscuro y esos ojos tan profundos; sus pequeñas manos y su diminuto cuerpo esperaban por mí.

El silencio en el comedor se ha hecho funerario, como si cada palabra no dicha pesara sobre sus hombros. Mis ojos se dirigen instintivamente hacia Yaska, buscando alguna señal de que ella es la responsable. Su mirada parece reprocharme más de lo que estoy dispuesta a enfrentar, como si me dijera que todo este sufrimiento no estaría ocurriendo si no me hubiera ido de viaje para mi competencia.

Con amargura, aparto la vista y acorto la distancia entre nosotros, sintiendo miedo y culpa por el llanto desgarrador de Nyeron, que parece estar siendo torturado. La culpa intenta debilitarme las piernas, pero mi mente se niega a ceder. No fui hecha para ser débil. Soy más de lo que a veces puedo admitir.

Con determinación, sostengo a Nyeron en mis brazos, el pequeño que he criado en este mundo lleno de almas impuras. Su cuerpo tiembla contra mi pecho mientras levanta su diminuto rostro. Sus enormes ojos marrones oscuros se entrelazan con los míos, reflejando miedo e incertidumbre, y siento que su sufrimiento es un eco del dolor que Yaska ha traído a nuestras vidas.

—¿Qué te han hecho? —susurro, temiendo la respuesta, sintiendo cómo mi voz tiembla con cada palabra. El eco de mi pregunta se pierde en el aire pesado, como si el silencio mismo estuviera tratando de ahogarme. —¡Qué le estuvieron haciendo! —exclamo, dirigiéndome a la cuidadora personal de Nyeron, que se mantiene alejada con la cabeza agachada.

La tensión es tan densa que casi puedo escuchar el latido acelerado de mi corazón resonando en mis oídos. El cuerpo de Nyeron vuelve a temblar, y eso hace que mi cuerpo se vuelva aún más rígido, mi respiración se vuelve entrecortada. Sin pensar, grito por una respuesta.

—¡Contéstenme ya! —mi mirada se clava en Emiliana, quien desvía la mirada y baja la cabeza al suelo, como si su vergüenza fuera un escudo contra mi furia.

Una rabia intensa me invade, y los instintos primitivos de venganza quieren apoderarse de mí, pero el llanto de Nyeron me detiene, impidiendo que mis extremidades actúen como exigen. Justo cuando Ayran está a punto de responder, es mi padre quien interrumpe con su voz calmada.

—Lo estuvieron sometiendo a un nuevo tratamiento —dice, como si estuviera hablando del clima—. Jakve sugirió que comenzara cuando no estuvieras aquí, para evitar cualquier tipo de interferencia.

La rabia burbujea en mi interior mientras aprieto la mandíbula con todas mis fuerzas. Un escalofrío recorre mi cuerpo; ese oscuro deseo de control quiere salir a la superficie, pero lo contengo una vez más. En cambio, con un tono helado, pregunto:

—¿Qué tratamiento? —Yaska emite un sonido desagradable, como un bufido.— ¿Desde cuándo se toman decisiones sin mi autorización? — La indignación consume cada palabra que pronuncio.

Aylon suelta una risa burlona que me revuelve el estómago.

—Princessa —advierte Emiliana con cautela, lanzando una mirada significativa hacia mi padre, como si sus palabras pudieran desatar un torrente de secretos ocultos.

Danza de Sombras y Susurros. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora