~ Parte III ~

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¡Sorpresa!

No se ni cómo es cómo volví a dar con esta historia y terminarla. No la verdad, es que encontré los capítulo por allí en un celular viejo y decidí publicarlo para darle un final a todo. No busco que alguien siga leyendo ya a estas alturas, solo quería publicarlos por mi y por los dias que le dediqué escribiéndolos hace tanto tiempo. Para aunque sea quede por allí como un recuerdo más.

Yo se que en un principio dije que esta historia contaría con dos o tres capítulos, pero les metí o bueno no, simplemente se dio todo y resultaron ser ocho partes que voy a publicar en el transcurso de los días. (Así que no teman que la historia por fin tendrá final y pronto)

No publico los capítulos de golpe porque debo revisarlos y la vida no me da, pero los empiezo a publicar para animarme a revisarlos si no los meteré por allí en un cajón y nunca lo haré.

Sin nada más que decir y si todavía hay alguien por aquí leyendo no me queda nada más que decirle gracias.

Son un amor...

Reina

~ Parte III ~

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~ Parte III ~

Sara entró a su habitación hecha un manojo de nervios y lágrimas cuando sobre el buró escuchó su teléfono celular timbrar. Se acercó hasta él y viendo el número de su amiga se preocupó. Era tarde para ella llamarla.

Descolgó y lo llevó hasta su oído.

—Sara. —la voz agitada de Vivían detuvo el correr de sus lágrimas. Pasó saliva y tomó una bocanada de aire. —¿No vas a creer lo qué pasó? —liberó una risilla nerviosa y eso a la mayor la hizo fruncir el ceño. —¡Camilo me pidió matrimonio! —exclamó. —¡Nos vamos a casar! —volvió a reír y Sara estaba demasiado preocupada por pasar aire a sus pulmones debido la impresión como para notar la puerta cerrándose a sus espaldas. —Estas impresionada ¿No es así? —pregunto y la castaña asintió como si su amiga pudiera verla. Tragó saliva otra vez.

—Si, es decir ¿Están seguros? —al darse cuenta de lo atropellado de sus palabras se apuró en aclarar. —Digo, obviamente estoy feliz. —rió —Es solo que... —suspiró. —Están tan jóvenes.

—Si, lo se. —comentó con nervios. —Pero Camilo y yo nos amamos... y vamos a tener un bebé. —comentó con obviedad. Sara terminó por asentir dándole la razón. No porque fuera necesario el casarse para tener ese bebé, si no porque ella misma había sido testigo de su amor.

—Tienes razón. Es solo que me tomaste por sorpresa. —sonrió, deslizando la mano por sus mejillas para secar las lágrimas que ya comenzaban a secarse. —Yo voy a ser la más feliz de que oficialmente seas parte de mi familia. —rió.

—Siento mucho llamarte a esta hora. —comentó con un dejé de sorpresa. Tal vez por recién darse cuenta de ese detalle. —¿Te desperté? ¿Estás bien? —la castaña asintió y negó en partes iguales. Suspiró.

Cuando nace el solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora