—¿Qué apuestas?—
—Un beso—Respondí con confianza y una leve sonrisa
—¿Un beso?—Cuestionó, en confusión
—Sí. Si ganas te daré un beso—
—Está bien—
Perdí. Creí que iba a ganar, pero terminé debiéndole un beso, y tal vez no fue lo peor que pudo pasar.
—Te debo un beso—Le dije, y asintió—¿Has besado a alguien alguna vez?—Le pregunté
—No, nunca he tenido la oportunidad, ¿tú?—
—Tampoco—Suspiré—Entonces, ¿quieres que yo sea tu primer beso? Es algo que deberías compartir con quien tú quieras, así que si yo no soy esa persona, entonces olvidemos mi apuesta—
—Sí, quiero que lo seas—Dijo con leve sonrojo
Me acerqué a él, y con delicadeza, le quité los lentes, y lo miré por un buen tiempo. Me quedé hipnotizada y perdí la noción de los segundos que pasaban.
—¿Si sabes que no veo prácticamente nada?—Dijo con una pequeña risa, interrumpiendo mi trance
—Una disculpa. Yo sí te veo, y me perdí...—No dije más, debido a que me sentí apenada, y traté de mirar a otro lado
Puso su mano en mi mentón para que lo volviese a mirar, y se acercó a mí. Se detuvo unos milímetros antes de nuestros labios se unieran, y entonces proclamó con una sonrisa:
—Tú eres la que me debe un beso—
Sin pensarlo junté la distancia entre nosotros de una vez por todas. Apenas se tocaron nuestros labios, y así permanecimos unos segundos. Me pareció una linda sensación, sin embargo, me sentí incómoda con los sentimientos no aclarados, y recordé que aquello no era más que una apuesta. Así que me separé lentamente del beso.
—Entonces, ¿quieres que esto se quede sólo como una apuesta, o prefieres darme el honor de convertirme en tu novio?—
—¿Qué? ¿Te gusto?—Pregunté asombrada
—Tal vez. Responde primero a mi pregunta—
—Sí, si quiero ser tu novia—Acepté sonriente
Él se acercó a mí y volvió a juntarnos en un beso, uno más profundo que el anterior. Nos fuimos dando la libertad de juntarnos más, y de mover nuestros labios a un ritmo constante. Después de un tiempo, se separó de mí, e hizo un esfuerzo por mirarme sin sus lentes.
—¿Esto responde a tu pregunta, novia?—
—Sí, claro que sí, novio—
Ambos nos reímos, y volvimos a unirnos en un beso suave, donde nuestros labios apenas se tocaron, y después nos separamos nuevamente.
—Sigo sin poder ver, ¿sabes?—Me dijo, y me di cuenta que aún tenía sus lentes
Se los regresé con una sonrisa traviesa.
—No es mi culpa que estés medio ciego, Ricitos de Oro—Le dije en broma
—Llevamos como cinco minutos siendo novios y ¿ya me pones apodos?—
—¿Te molesta que te llame así?—
Negó con la cabeza, y sonrió de forma dulce.
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Los cálidos latidos de un acelerado corazón.
RomanceUna colección de pequeños pensamientos, relatos, inventos e ideas de romance, que me salen de algún rincón de mi ser. Algunos reales, otros de mi imaginación y de mis deseos, y otros de mis conclusiones. Créditos de la portada a quien corresponda, y...