Estábamos tumbados en la cama de mi habitación, uno al lado del otro. Hablando. Riendo. Juntos. El silencio terminó por llegar, y terminó por hacer que nos mirásemos de una vez por todas. Giramos nuestros rostros para poder vernos, y nos acercamos lentamente, hasta unirnos en un beso. Aquella ya era una sensación conocida y familiar, mas no dejaba de ser igual de mágica que la primera vez. Me aparté lentamente del beso, para acercarme a él, hasta que quedé tendida sobre él. No nos decíamos nada, ambos estábamos sumidos en el extraño éxtasis del amor. Entonces, me detuve a observarlo. Miré sus ojos, que seguían pareciéndome en extremo hermosos. Acaricié un poco su cabello, y me entretuve acomodando los flecos que se le hacían en la frente. Él observaba lo que yo hacía. Me miraba, y sonreía de un modo tierno y lindo. Le susurré en su oído: "Tienes la sonrisa más hermosa que he visto", provocando que él se sonrojara, y me mostrara una tímida mirada de cariño. Sus mejillas lucían hermosas cuando se sonrojaba, y a mí, me gustaba verlo así. Le sonreí, y me acerqué hasta volver a unirnos en un beso, suave y cómodo. "Podríamos pasar así una eternidad", me dijo. Asentí, y entonces, me recosté sobre su pecho para escuchar los cálidos latidos de su acelerado corazón. Él comenzó a acariciarme el cabello, hasta que me perdí entre sus latidos y me quedé dormida. No sé cuánto tiempo transcurrió, sólo sé que, cuando me desperté nuevamente, él estaba también dormido. Al quitarle un poco de mi peso de encima, se despertó casi inmediatamente y me dio un beso en la frente. "¿Esta eternidad es suficiente para nosotros?", le pregunté.
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Los cálidos latidos de un acelerado corazón.
RomanceUna colección de pequeños pensamientos, relatos, inventos e ideas de romance, que me salen de algún rincón de mi ser. Algunos reales, otros de mi imaginación y de mis deseos, y otros de mis conclusiones. Créditos de la portada a quien corresponda, y...