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Estábamos juntos, tú y yo, mirando las estrellas del cielo nocturno. Llevábamos ya un tiempo allí, desde antes del atardecer. En algunas zonas, el cielo aún lucía claro, mas todas las estrellas ya estaban brillando. Te dije que me gustaba mirar estrellas, y tú me dijiste que te gustaba mirar atardeceres. Era por eso que estábamos desde hace tiempo mirando los cielos. Al inicio compartimos charlas, aunque siempre hablo más que tú. Tal vez soy muy habladora, lo sé, y desde que te conocí, te gusta el silencio. Pero tenía esperanza de que con el tiempo comenzarías a hablar más —lo hiciste, pero me sigue siendo inevitable hablar más que tú—. Con el tiempo entendí que no hablas mucho, no porque no confiaras en mí, o porque no quisieses compartir tus palabras conmigo, sino porque no tenías más que decir, y te gustaba escucharme hablar. De hecho, no sé si lo recuerdas, pero me confesaste que preferías sólo escuchar mis palabras ese mismo día. Somos diferentes, pero aún así compartimos nuestro amor.

En cuanto nos quedamos en silencio, ambos miramos al cielo. Nos quedamos sin palabras, y los astros se volvieron más relevantes que nuestras conversaciones. Sin embargo, al cabo de un rato, dejé de mirar el firmamento y te miré a ti. Me perdí mirando la luz de las estrellas reflejadas en tu misma mirada. Siempre he amado tus ojos. Supongo que te diste cuenta desde el principio que yo te observaba. De repente, te volteaste y me viste. Me dedicaste una leve sonrisa, y me dijiste: "No soy una estrella". Te sonreí, y te dije: "Eres más brillante que cualquier estrella". Tomaste mi mano y entrelazaste nuestros dedos, y me dijiste: "Y tú, eres mi estrella favorita" te acercaste a mí, y me diste un suave beso en los labios. Aparté mi mirada de ti y volví a mirar el cielo, y me encontré con una estrella fugaz. La señalé en el cielo, emocionada, y también la viste. Te dije que pidiésemos un deseo juntos, cerrando ambos los ojos. Nunca me dijiste qué deseaste, y yo tampoco te lo dije. Aún así, eso no le quitó lo mágico al suceso. 

Los cálidos latidos de un acelerado corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora