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Comenzó a llover, de la nada. Era de las primeras lluvias de la recién llegada primavera. Lo miré desde lejos y él me miró de vuelta. Entonces, me dirigí con prisa a donde el techo no alcanzaba y el agua caía de los cielos. En verdad, siempre he amado la lluvia. Me paré con brazos extendidos, dejándome mojar por la lluvia, sonriendo. Volteé a mirarlo, sólo para darme cuenta de que aún con esfuerzo, él ya me estaba mirando. Le hice una seña de que viniera conmigo. Así que tomó un abrigo mío y lo alzó sobre su cabeza para evitar mojarse. Caminó entre la lluvia acercándose a mí, mientras que yo corría hacia él. Finalmente, estuvimos a un paso de distancia, ambos alegres.

—Ricitos de Oro, no se supone que tengas que usar mi abrigo como paraguas sólo porque no te gusta mojarte—Le dije con un tono humorístico

—A ti tampoco te gusta mojarte, te resfrías. Traje tu abrigo para dártelo—Respondió extendiendo el abrigo sobre mi cabeza

—Deberíamos compartir el improvisado paraguas, entonces—Le dije finalmente

Me acerqué un paso más a él, y alzó el abrigo para cubrirnos a los dos. Nos miramos en silencio, y el agua azotándose contra el piso se volvió un ruido de fondo. Me acerqué incluso un poco más, hasta que nuestros cuerpos se tocaron. Pegué mi cabeza a su pecho, para escuchar los latidos de su corazón sincronizarse con la lluvia. Me aparté un poco y lo volví a mirar. Elevé mis manos para quitarle los lentes, y coloqué una de mis manos atrás de su cuello. Finalmente, él se agachó y yo me estiré, hasta que llegamos a besarnos. Entonces el tiempo se detuvo y sólo fuimos él y yo. Nos perdimos entre minutos y segundos, y reaccionamos hasta que la lluvia comenzaba a cesar.



Nota de la autora: Yo y mis fantasías, porque ni mi primer beso he dado. Pero en fin, soy una hopeless romantic, qué esperaban de mí.  

Los cálidos latidos de un acelerado corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora