1 : De mal en peor

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Quedaban menos de veinte minutos para cerrar en el bar de mala muerte donde trabajaba, cuando un grupo de chicos entraron entre risas, todos iban acompañados de mujeres preciosas, no parecían los típicos clientes que entenderían que cerrábamos dentro de poco y ya estaba todo guardado así que suspire, me acerque a ellos fingiendo una sonrisa supuestamente amable.

─ Buenas noches preciosa ¿Nos pones cervezas a todos? ─ Dijo el chico que presidia la mesa con una rubia sentada en sus piernas.

─ Claro que sí ¿Quieres algo más?

─ Ahora que lo dices... ¿Tu estás en el menú? ─ Me volvió a responder el mismo chico mientras sus otros amigos reían como si hubiera contado un chiste el pedazo de imbécil.

Hice como que no lo había escuchado y procedí a ponerle sus cervezas. Al cabo de un rato aun seguían ahí, yo tenía que haber cerrado hace media hora pero mi jefa era tan amable que su gran lema era ─ Cerramos cuando los clientes se van y abrimos cuando los clientes vienen. Básicamente excusas baratas para hacer que trabajara más cobrando lo mismo. Y así estuve atendiendo hasta las doce de la noche cuando ya había pedido más de siete rondas de cerveza y ya no quedaba ni una gota de cerveza en el barril asique por mucho que intente evitarlo tuve que acercarme a la mesa.

─ Disculparme pero debería haber cerrado hace tres horas y ya no queda más cerveza ¿Podéis marcharos?

─ ¿Y esta de que va? ─ Escuche que decía una de las chicas

─ Hey Britney tranquila, yo me encargo ─ Volvió a hablar el chico que presidia la mesa, parecía el jefe de una manada. Ridículos. ─ Mira rubia vamos a hacer un trato, yo no le diré a tu jefa que nos ha echado pero tú tendrás que tenernos preparados a partir de ahora todos los fines de semana un barril de la cerveza que hemos tomado esta noche.

¡Será cabrón! Encima poniéndome condiciones ¿Acaso no tiene un poco de empatía?

─ Señor yo no trabajo todos los fines de semana solo puedo hacer eso cuando este en horario laboral ─ Le dije con toda la tranquilidad que conseguí aparentar

─ Tranquila yo me encargare que todos los fines de semana trabajes para nosotros ─ Bajo la mirada de mis ojos a la chapita con mi nombre que llevaba en el pecho ─ Tengo contactos Bonnie, mi tía es la jefa de este bar y si yo quiero que me atiendas tú a partir de ahora todos los fines de semana, lo harás.

No me dejo ni responderle porque ya todos se habían levantado y se habían ido siguiéndole como si fuese mamá pato. Puto engreído, ahora tenia que limpiar de nuevo los vasos y el suelo que habían manchado con sus botines sucios, como se nota que no son ellos los que trabajan.

Acabe llegando a casa a las dos de la madrugada y lo peor es que el fin de semana solo acababa de empezar y yo tendría que aguantar esas risas de monos.

...

Ya habían pasado tres semanas desde que aquel grupo de tíos imbéciles se topó en mi camino, siguió viniendo todos los fines de semana así que poco a poco fui descubriendo cosas sobre esos chicos. Lo primero era que el grupo realmente se componía de siete chicos que a veces se juntaban con algunos otros pero los integrantes realmente eran: Mark era el pelirrojo que era fanático de las morenas también el típico graciosito del grupo, Alex y Axel unos gemelos que parecían los más normales del grupito, Christian que siempre se dedicaba a comer todas las patatas que me pedían y aun así no engordaba, Albert que era el mas callado, Josh que era como el que siempre iba pegado a la mama pato como yo lo llamaba aunque en realidad se llama Santiago creo que su padre era español por el acento y por lo que escuche que dijo mi jefa de el, ese era el que siempre pedía, la voz cantante del grupo, todos se reían de sus chistes, la mama pato básicamente .

Como todos los domingos a las nueve menos veinte entraron por la puerta como siempre yo tenía preparadas las cervezas puestas en la mesa que se sientan cada vez que vienen aunque esta vez venían sin ninguna chica y por sus expresiones algo serio les había pasado al grupito. Deje corriendo los platos con los nachos especiales de la casa y me senté detrás de la barra viendo cómo a pesar de las caras de amargados que llevaban acababan realizando las mismas acciones que siempre, Mark viene a contarme algún chiste a la barra, Albert se quedó afuera fumando un cigarro antes de entrar, los gemelos van al baño directamente, Christian se quedó en la puerta hablando por teléfono, Josh y Santiago se sientan presidiendo la mesa mientras hablan.

─ Princesa ven un momento ─ Escuche como Santiago me llamaba con el dichoso apodo y no me quedó otra que ir a ver que quiere

─ ¿Qué necesita señor? ─Suspire cansada

─ Princesa no es necesario que nos llames señor a todos si sabes nuestros nombres, así que vuelve a repetir la frase pero llamándome por como sabes como me llamo.

Hay que joderse lo pesado que es el puto chulito de mierda.

Ese vocabulario Bonnie Miller

─ ¿Qué necesitas Santiago?

─ ¿Por qué no te sientas con nosotros hoy? Ya eres como de la familia

Lo miré desconfiada mientras me hacía un gesto para que me sentase, cogí una silla y acabé sentándome de brazos cruzados. Estuvimos callados hasta que todos estuvieron sentados en la mesa mirándome con las expresiones un poco más relajadas aunque todavía tensos.

─ Veras princesa... Hoy no hemos traído a nuestras amigas porque tenemos que hablar contigo de algo importante.

Asentí con la cabeza mientras movía la pierna con nerviosismo

─ Los chicos y yo tenemos un pequeño negocio pero en el sitio donde trabajamos está de reformas, entonces mi tía ha sido tan amable de dejarnos trabajar en el sótano de abajo, por eso avisarte de que ahora pasaremos más tiempo juntos y como seremos más o menos tus jefes nos gustaría tener tu palabra de que no diras nada que veas o escuches que suceda abajo ¿Entendido? Ninguno de nosotros queremos acabar mal contigo

Sentí como un escalofrío me recorría toda la columna vertebral, una gota fría de sudor cayó por mi mejilla y no pude evitar mirar directamente a los ojos al chico pálido de ojos oscuros que había aparecido en mi vida repentinamente, agarre el vaso de agua que Josh había dejado enfrente de mi, bebi mientras miles de preguntas surgían en mi cabeza

─ ¿A qué tipo de trabajo te refieres? ─ Dije temblorosa

Albert tomó la saliva mientras me miraba fijamente

─ Bueno... Nosotros solo nos encargamos de hacer favores a amigos ─ Albert se pasó la mano por la frente, parecía estar perdiendo los nervios ─ ¿Estarás callada entonces?

Y... Y tuve la opción de salir ilesa de todo, pero cuando mire los ojos negros de Santiago ya no pude volver a apartar la mirada... Me sentí hipnotizada por su mirada entonces sin dejar de mirarlo, acepté meterme en ese mundo oscuro.

Después de aquella conversación los acompañe al sótano vacío y cuando termine de mostrarle todo tuve que subir para cerrar. Esa noche me acompañaron a casa mientras hablaban de cuánto tiempo duraría la supuesta reforma aunque parecía que hablaban decidí ignorar todos los pensamientos de peligro que surgían en mi cabeza, estaba claro que algo tramaban y dudaba mucho de que las ayudas a sus amigos trataran de arreglarles Los muebles eran algo mucho más macabro.

¿Pero como de macabro?.

Foto del capitulo : Bonnie

Mi teoría del caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora