Miré a Mark ya Albert intentando descifrar si se reían de mi cara de horror o del chiste, quise pensar que era de mi pero por desgracia se reían del chiste que supuestamente era gracioso. Mientras estos aún se reían del chiste sin gracia, Santiago se acercó a la barra sonriéndome en busca de mi mirada pero lo ignore por completo, procediendo a atender a los gemelos.
─ Esta noche siéntate con nosotros, solo estaremos los ocho y después de esta hora no viene nadie más ─ Dijo Axel
─ Si eres tan borde con los clientes como con nosotros normal que no vengan pasadas las ocho y media, tendrán miedo de que te conviertas en una especie de mujer lobo ─ Se burló Alex a mi lado mientras se sirve el mismo un poco de whisky.
Había aprendido a diferenciarlos porque Axel llevaba gafas y Alex no, además de que Axel tenía una voz mucho más áspera que la de Alex.
─ Wow Alex que gracioso ¿por que no te vas con esos dos para hacer un trío? ─ Señala a Mark ya Albert con la cabeza, estos ya habían dejado de reír pero seguían inventando chistes malos. Dios protégeme.
─ Ugh que asco, son dos pedazos de masoquistas, no me gustaría que dañen mi bello rostro
Christian pasó a nuestro lado ignorando llenando directo a sus bolsas de patatas preferidas, eran tan brutos que ni preguntaban si podían pasar, Josh también había venido y ahora estaba encima de la barra haciendo idioteces para hacer reír a los demás, que obviamente se reían como locos, menos uno.
Obviamente, Santiago.
El me seguía mirando, pero no como cuando lo miro yo, que me quedaba hipnotizada, él me miraba intentando descifrar algo, lo podía ver por el rabillo del ojo. De repente las luces se fundieron y por impulso me hice hacia atrás pero note un cuerpo pegado a mi espalda, sentí un escalofrío cuando ese alguien me susurro.
─ Una vez que entras, estás condenada al caos.
Al instante de finalizar la frase las luces volvieron a encenderse, los chicos parecían desconcertados menos Santiago, el fue el ultimo que mire y seguía sin apartar la vista de mi solo que ahora me sonreía, ni siquiera me dio miedo como en realidad debería darme , sentía curiosidad, todo el en si me transmitía curiosidad, quería descubrirlo todo, acabar con esa curiosidad arrolladora. Me mordí las uñas todo el rato de lo que duró nuestra extraña cena, no dejaba de pensar, en la persona que me susurraba cuando todo estaba a oscuras, la voz era de Santiago pero el espacio tiempo de llegar hasta mí no encajaba con nada, también me preguntaba qué hacían durante el día en ese sótano, hubo un momento que tuve que dejar de pensar eso porque los chicos aclamaban mi atención y yo necesitaba lucir indiferente, como si su locura no me afectase en absoluto.
Esta vez solo Santiago me acompañó a casa. Solo con ese pequeño dato, todo el mundo sabe que nada bueno me sucederá en el corto trayecto a mi casa.
─ No entiendo porque a ellos le hablas ya mi no ─ Empezó a decir Santiago
─ Porque se que estas jugando conmigo, sobre todo cuando haces eso de que todo se vuelve oscuro y te acercas a mi tan rápido que no me da tiempo ni a pestañear dos veces ¿Tienes poderes? ─ Escupí todo lo que pensaba con rapidez, demasiada rapidez.
─ Acepta que tienes miedo, no de mi si no de lo que pasa a mi alrededor ─ Dijo ignorando por completo mi pregunta
─ ¿Eres tú el que hace esa mierda?
─ No se de que me hables Bonnie
Por cómo utilizo mi nombre supe que la conversación había llegado a su fin, podría insistirle pero me aterraba que volviese a oscurecer todo, sabía que lo hacía él pero ¿Acaso tenía poderes? Desde que habían aparecido ese par de locos en mi bar mi estabilidad psicológica había caído en picado, al llegar a mi portal me giré para mirar a Santiago que me observaba con las manos en los bolsillos, ojala supiese que piensa, o mejor no. Temo que me pueda encontrar en esa mente perversa.
─ Mañana ponte linda, me vas a acompañar a un sitio ─ Dijo sin más
─ No quiero ni puedo, tengo que trabajar
─ No te estoy preguntando princesa ─ Se acerca a mi con las manos aun en sus bolsillos
─ Me da igual que no lo hayas hecho, no iré contigo a ningún lado
Agarró mi barbilla con brusquedad obligándome a mirarlo a los ojos, cuando ya había conseguido mi atención sonrió y puso otra mano en mi cintura sujetándome con delicadeza.
─ Me vas a acompañar princesita ¿Está bien?
No fui yo. Bueno si fui. Pero no lo hice conscientemente cuando asentí con la cabeza, incluso sonreí. Asentí automáticamente como si fuese un robot, a cambio de aceptarme gane un beso en la mejilla de este. Sus labios eran secos ya la vez suaves, pero tenían una pinta deliciosa.
Ignoraremos esa confesión.
El ya se había alejado varios metros cuando volvió en sí, no me quedó otro remedio que subir a mi piso a rebuscar algún vestido casual para acompañar a Santiago al siguiente día.
...
El teléfono volvió a sonar a las cuatro de la madrugada, supe de inmediato que era alguno de los chicos así que a regañadientes respondí la llamada.
─ Necesitamos que vengas al bar, tráete bolsas de basura. Santiago te espera abajo y ven de negro. Nada de colores llamativos.
Albert colgó y no me quedó otra que levantarme, esta vez tardé mucho menos en bajar con las bolsas de basura. Me había puesto unas converse viejas negras con unos vaqueros cualquiera y una chaqueta con capucha negra. Santiago me esperaba fumándose un cigarrillo, le sonreí de forma automática.
─ ¿Tu sonriéndome?¿Estás enferma princesita? ─ Puso una mano en mi frente dramáticamente con una mueca preocupada.
─ Ya para imbécil ─ Aparte su mano de mi cara y le tiré las bolsas que agarró con una agilidad impresionante.
Caminamos en silencio hasta llegar al bar. Empecé a palidecer cuando vi sangre en la entrada del bar, pasamos por al lado y bajamos al sótano donde deje escapar un chillido al ver un cuerpo tendido en el suelo a falta de un brazo, era asqueroso aunque a los demás chicos ni siquiera se les veía muy afectados básicamente hablaban de todo menos sobre que había un muerto en el sótano, solo Santiago vio mi cara de horror por lo que me abrazó desde atrás pegando mi cabeza a su pecho mientras me susurraba.
─ Sh... Deja de mirar esa princesa, relájate
─ ¿Qué es... Eso? ─ Murmullo intentando evitar mirar el cadáver
Trago saliva, no sabía explicarlo pero tampoco estaba afectado.
─Ya te explique que hacemos favores a algunos amigos, bueno cobramos por ello.
Lo empuje alejándolo de mi, gotas de sudor frío caían por mi cara, intento retroceder pero me choque con la pared. Estaba fuera de sí.
─ No, no me dijiste nada de que matarais gente. ─ Algunas lágrimas se escaparon de mis ojos ─ Putos locos, voy a llamar a la policía, no tenéis corazón. !Malas personas¡
No pude reaccionar lo suficiente rápido cuando la oscuridad me consumía y una mano me sujetó del cuello apretando suavemente sin ahogarme pero lo suficientemente fuerte para que me costase respirar.
─No lo repetiré ni una vez más. Una vez que entras solo puedes salir muerta.
Foto del capitulo : Mark
ESTÁS LEYENDO
Mi teoría del caos
RomanceSolo necesite verlo una vez para saber que el seria mi perdición, el hizo de mi vida un caos, podía cambiarlo todo con algunas palabras tranquilizadoras ,podía hacer lo que quería conmigo porque por mucho que yo me resistiese, me tenia en su manos s...