8 : Unos cuantos insultos cariñosos

11 0 0
                                    

A las dos de la madrugada terminamos de cenar, Santiago no me había avisado de que su abuela cocinaba comida como si fuesemos a comer setenta personas en su casa, tampoco me aviso que sin excepción me tendria que comer cada plato que ella preparase sin dejame ni una migaja en el. La señora era bastante encantadora pero tenia el puntito de locura al igual que su nieto. Pero lo que sin duda no olvidare es como en un intento de enseñarme a hacer buñuelos de pescado la mujer metio la mano en la sarten comprobando si el aceite estaba en su punto para luego dar su aprobación y sacar la mano sin tener ningun rastro de quemadura.

─ ¿Te diviertes? ─ Me susurro Santiago a mi lado

─ Me cae mejor que tu desde luego

─ Eso es buena señal princesa ─ Dio un leve apreton en mi muslo erizando toda mi piel. Por un momento me quede mirando sus ojos dejandome en volver por la oscuridad de ellos, permitiendo que solo su voz resonase en mis oidos y no viese a nadie más aparte de el.

─ Ya no le temes ¿verdad? ─ escuche como murmuraba ─ Ya no temes de la oscuridad

Nege con la cabeza institivamente, mis pulsaciones se habian acelerado sin embargo me sentia relajada, sentia todo mi cuerpo langido, todos mis musculos relajados.

─ ¿Si sois novios por que aun no te ci besar a mi nieto bonita?.

Oh no.

Aquella oscuridad se esfumo, volvi a ver a la señora mayor, a los demas chicos, volvi a escuchar sus voces y no pude evitar sentirme resignada vuando rompieron nuestra burbuja.

─ No suergio la ocasion, simplemente ─ Intervinio Santiago

─ Dense un beso quiero ver como mi niñito dar su primer beso.

Abri los ojos como platos viendo a Santiago que estaba rojo como un tomate confirmando que era verdad lo que habia dicho Margot. No se por que, pero acabe agarrando a Santiago de su camisa atrayendolo hacia mi para apretar mis labios contra los suyos. Escuche los silbidos de los demas chicos y los aplausos de Margot. No fue hasta que pasaron algunos segundos cuando Santisgo dejo cae su mano en mi cintura correspondiendo nuestro beso. Sus labios estaban completamente secos y se movian con torpeza sobre los mios. A los minugos acabamos separandonos ganandonos miraditas de los demas.

Despues de aquel suceso, todos ayudamos a recoger la mesa y lavar los platos. Cuando terminamos Santiago se ofrecio a llevarme a casa en su coche por lo que acepte permitiendo que nos sumiesemos en un silencio incomodo.

─ Fuiste tu la que me beso asi que borra cualquier pensamiento que tengas en tu cabeza sobre mi ─ Su voz fria resono por todo el coche

─ Te recuerdo que podrias haberme apartado

─ Se supone que somos novios ¿Que clase de novio rechaza un beso de su novia?

─ No seas egocentrico besas pesimo ─ Me cruze de brazos viendolo conducir

─ Te besaste con el hombre más deseado del lugar no seas desagrecida

─ Dejarias de ser tan deseado si se enterase todo el mundo que nunca has besado a nadie

─ Te recuerdo que asesino a gente y que estamos en el mismo coche ─ Sonrio con arrogancia ─ Si fuera tu cerraria la boca

─ Estupido

─ Niñata

─ Aburrido

─ Pesada

─ Amargado

Justo ya habiamos llegado a mi casa por lo que baje del coche dando un portazo solo por joder pero no me dio tiempo a entrar al portal cuando este me agarro de la muñeca y estampo sus labios de nuevo contra los mios dandome un beso con mucha más seguridad a diferecia del beso que nos habiamos dado en la cena.

─ Solo intento seguir siendo el angelito inocente de mi abuela, no pienses que era la primera

Dijo antes de volver al coche marchandose. Toque mis labios con el ceño fruncido. Pues no besa mal.

...

No volvi a ver a Santiago durante las tres siguientes semanas una parte de mi le generaba molestia no saber de el, pero la otra parte de mi le importa muy poco si el estaba o no estaba cerca mia.

A menudo cuando el bar estaba vacio escuchaba los gritos de algunas personas suplicando por su vida y cuando de pronto sus voces dejaban de sonar un escalofrio me recorria el cuerpo siendo consciente de que debajo de mis pies una persona acababa de morir en manos de unos sadicos.

Y prosegia a seguir haciendo mis tareas, hasta que una noche la puerta del bar se abrio a justo a las nueve menos veinte pero esta vez no eran nk Mark, ni Christian, ni Albert, ni los gemelos sino Santiago pero no era el Santiago que yo conocia egocentrico y frio, este Santiago tenia los ojos hinchados por haber llorado, más abajo dos grandes bolsas de ojeras, traia el pelo desordenado, la ropa arrugada. Estaba horrible y yo no pude evitar correr hacia el preocupada.

─ ¿Santiago?¿Estas bien? ─ Dije sujetandolo por los hombros

─ ¿Podemos ir a tu casa? ─ Murmuro agarrando una silla debilmente para dejarse caer

─ Dame cinco minutos que cierre todo

Apage las luces, hice la caja deprisa y corriendo para despues agarrar la mano de Santiago arrastrandolo hasta su coche y sentandolo en el asiento del copiloto. Escuche como se renegaba un poco con el hecho de que yo conduciese su coche aun asi a los minutos se callo quedandose mirando la ventana hasta llegar a mi edificio donde lo arrastre al sofa de mi casa mientras algunas gotas de sudor caian por mi frente. No pasaron ni diez segundos de dejarlo el sofa cuando tomo mi mano tirandome hacia el dejandonos a ambos abrazados.

Desperte con el sonido de la puerta cerrarse, aun vestia el uniforme del bar, rayos de sol entraban por la ventana del salon y yo me encontraba sola. Tampoco paso mucho tiempo cuando la puerta principal se volvio a abrir y entro Santiago con un aspecto mucho mejor que el de ayer. Cuando entro al salon se quedo mirandome sin ningun tipo de emocion en su rostro.

─ Trage cafe, puedes tomarlo si quieres.  Me da igual

Agarro su cafe sentandose en el sofa bebiendo del vaso de plastico.

─ ¿Que te paso anoche?

─ No te incumbe Bonnie

─ Si me incumbe por que la que te permitió quedarse en su casa fui yo

─ Me da igual ─ Respondio seco.

Auch.

─ Entonces no vuelvas a aparecer por el bar de esas formas si despues no me vas a dar explicaciones ─ Me cruze de brazos

─ Hare lo que me de la gana Bonnie

─ Pudrete

─ ¿Debo de ofenderme?

─ No me interesa si te ofendes o no

Dije desapareciendo por la puerta del salon para ir al baño a lavarme la cara y quitarme las lentillas.

Cuando volvi al salon no estaba y por la nota que habia en la mesa supuse que se habia ido. Aun asi agarre la nota para leerla.

Princesa no jueges con fuego, tus bonitas manos no estan hechas para quemarse.

Att : Santiago

Mi teoría del caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora