𝐈

1.4K 64 12
                                    


- Es que ni de coña, mamá.

- Bianca, vamos a ir, no hay más.

- ¿No puedes ir tú? Ya soy bastante mayor mamá, me puedo quedarme una noche en casa sola.

- Bianca, esto es muy importante, tanto como para Carlos como para mí.

- ¿Y yo qué pinto ahí?

- Eres mi hija, Bianca.

- Pues no quiero ir, mamá, es una cena más. Ya fui a la de su cumpleaños.

- Pero no conociste a Marc, hoy sí que estará.

- Es que no me interesa conocer al hijo de tu novio, mamá.

- Mira, Bianca, entiendo que al igual no te parezca del todo bien que esté con otro hombre que no sea tu padre. - me mira. - Pero la que me estás montando, que tampoco es la primera vez, es de niña inmadura. No te pido que consideres a Carlos como si fuera tu padre, tampoco a Marc como un hermano, ellos no van a sustituir lo que hemos perdido, solo te estoy pidiendo que vengas a las cenas y, aunque no lo seamos, parezcamos una familia.

- ¿A qué hora es? - le digo en un susurro.

- A las nueve salimos de casa. Ponte algo bonito. - asiento y ella se va.

Os pongo un poco en contexto: mi madre, hace casi un año, empezó a salir con un tío, Carlos. Ella siempre dice que Carlos ha sido su rayito de luz en un día nublado, muy cursi, lo sé. El caso es que yo no acabo de aceptar que mi madre quiera crear otra familia con él, no porque Carlos sea mal tío, sino porque creo que debería respetar a mi padre, que murió. Mi madre siempre intenta que yo conócete más con la familia de Carlos, ya que la nuestra tampoco quiere saber nada de nosotras, y en parte lo hice. Me llevo muy bien con toda su familia, tanto que ya me consideran prima, sobrina y nieta. Pero de toda esa familia hay algo que no conozco, o mejor dicho alguien, Marc, el hijo pequeño de Carlos. Es futbolista en el Barça Atletic, y no vive con su padre, por eso mismo pasa poco tiempo con la familia. Siempre que él ha ido a cenas o comidas, yo no he ido. Y esa conversación con mi madre, es ella intentando convencerme de que vaya a una cena solo los cuatro, Carlos, Marc, mi madre y yo. Se supone que es para que Marc y yo nos conozcamos y decirnos algo importante.

Voy para mi cuarto, pero antes de llegar a mi puerta, me quedo quieta en la de al lado. La que fue de mi hermano, Ian. A veces me gusta entrar a su habitación, para acordarme de cómo era él antes de todo, antes de que falleciera. Era muy consciente de que tenía que dejar de hacerlo, no pasaba página. Y sé que la muerte de tu hermano gemelo nunca la olvidas, pero no salía de aquella página de mi vida, seguía estancada en eso. Mi madre siempre me dijo que cuando estuviera preparada todo aquello lo tiraríamos, excepto algunas cosas. Sería nuestra forma de decirle adiós.

Me tumbó en su cama. Es raro que aún siga oliendo a él. Las primeras noches dormí aquí, para sentirme más cerca de él.

- Bianca. - abre la puerta. Mierda, me he quedado dormida. - ¿Otra vez aquí?

- Lo siento, mamá.

- No pasa nada, cariño. - dice y se sienta en una esquina de la cama.

- Lo echo tanto de menos, mamá.

- Lo sé, yo también le echo de menos. ¿Pero sabes qué echo de menos también? - la miro. - Verte feliz, con aquel brillo en los ojos que tanto destacaba en ti.

Y es que es verdad, desde que se fue mi padre junto a mi hermano. Nada fue igual. Mis ojos verdes claros perdieron el brillo por completo.

- Algún día lo volveré a tener, te lo prometo, mamá.

𝐏𝐑𝐎𝐇𝐈𝐁𝐈𝐃𝐎 || 𝐌𝐚𝐫𝐜 𝐁𝐞𝐫𝐧𝐚𝐥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora