Capítulo 8: La Dama en el agua, la historia de Lyra Keegan y Sir Arturo.
"Llegar a la Ciudad de las Doncellas nos llevará más de tres semanas, si es que no nos encontramos con guardias reales buscando nuestras cabezas", dijo Sir Arturo, su voz teñida de pesimismo.
Lyra lo miró con una sonrisa irónica. "Puedes dejar de ser un pesimista, tú fuiste quien me dijo que sabías la forma de salir de ahí sin ser vistos".
Sir Arturo se encogió de hombros. "Lo intenté, pero no te prometí nada".
Ambos continuaban su camino sobre sus caballos, rodeados por la vegetación de un pequeño bosque que no estaba muy lejos del río que habían cruzado. Sir Arturo espoleó su caballo, acelerando el paso.
"Necesitamos acelerar, si nos llegan a alcanzar, será nuestra muerte", dijo, su voz llena de urgencia.
Lyra lo miró con una sonrisa fría. "Tu muerte, quizás. Yo no moriré aún, no mientras no me siente en el trono que me pertenece. Y si mi hermano envía a guardias por mi cabeza, bueno, en ese caso, sí me veré en la obligación de clavarle una espada en su corazón".
"Saliste volando del coliseo y quieres que te crea que puedes usar una espada...", le replicó Sir Arturo.
Lyra detuvo a su caballo de golpe y casi de inmediato se bajó de él. "¡Baja de ahí ahora!", ordenó Lyra.
"Este caballo tenía una montura y sobre ella estaba está espada", dijo Lyra, que casi de inmediato tomó una postura de combate.
Sir Arturo se bajó de su caballo y lo ató a un árbol, cosa que Lyra no hizo, así que también ató al caballo de ella. "El ruido de las espadas puede ahuyentar a los caballos", dijo Sir Arturo.
Sir Arturo tomó su espada, esta no era tan grande como la que Lyra tenía sobre sus manos, que al parecer se le notaba que le costaba mantener en el aire. La espada de Lyra era una espada larga que tiene el nombre de Claymore, mientras que la espada de Sir Arturo era una espada a la cual se le conoce como Gladius. Es mucho más pequeña que una Claymore.
Inmediatamente, Lyra alzó la Claymore y la lanzó sobre Sir Arturo, quien la esquivó con destreza, usando su Gladius como escudo para desviar el golpe. La Claymore se enterró en el suelo con un golpe sordo. "A eso le llamas manejar una espada", se burló Sir Arturo.
Lyra soltó la Claymore y rápidamente tomó dos dagas que llevaba escondidas entre su ropa, una en cada mano. "Esa espada es demasiado grande para mí, pero veamos si puedes bailar conmigo", dijo con una sonrisa maliciosa.
Se lanzó sobre Sir Arturo, sosteniendo las dagas en forma de equis, listas para atacar. Una de las dagas chocó ligeramente con la Gladius de Sir Arturo, mientras que Lyra, con la mano derecha, tomó la punta de la otra daga y la lanzó hacia un lado de la cara de Sir Arturo, haciéndole una cortada en la mejilla.
"Ves, no puedes bailar conmigo", dijo Lyra, quien ahora solo sostenía una daga en su mano, lista para el próximo ataque.
Sir Arturo limpió la sangre que salía de la cortada con su mano y se lanzó sobre Lyra, chocando con fuerza su Gladius contra la daga de Lyra, haciendo que se rompiera en pedazos. Lyra pegó un brinco hacia atrás, quedando nuevamente al lado de la Claymore.
Esta vez, Lyra tomó la Claymore con una fuerza y agilidad sorprendentes, como si la espada no pesara más que una pluma. Lanzó la punta de la Claymore hacia Sir Arturo, quien intentó detener el golpe con su Gladius, pero la fuerza de Lyra fue demasiado grande. La Gladius se partió en dos, y la Claymore cayó ensartada en el suelo de tierra, vibrando con el impacto.
Sir Arturo miró a Lyra con una mezcla de sorpresa y admiración. "ya Veo", dijo, "eres buena, pero aprenderás a ser mejor que esto. Creo que no tienes el suficiente espacio en batalla para moverte como lo haces, pero debes aprender a pelear como si estuvieras en medio de una guerra, rodeada de enemigos y sin espacio para errores".
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LA GUERRA INTERMINABLE: LAS TIERRAS DE LAS TORMENTAS.
FantasyEl reino de Malan ha disfrutado de una paz y prosperidad inigualables desde que terminó la guerra de los cien años, conocida como "LA GUERRA INTERMINABLE". la guerra parecía no tener fin, y muchos creyeron que nunca terminaría. Sin embargo, después...