𝑻𝒊𝒆𝒎𝒑𝒐 𝒋𝒖𝒏𝒕𝒐𝒔

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Ni-ki estaba siendo arreglado para dar un paseo con su alfa, la omega solo peinaba su cabello para que se acomodara, una vez listo sonrió levemente a la omega antes de que saliera de la habitación

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Ni-ki estaba siendo arreglado para dar un paseo con su alfa, la omega solo peinaba su cabello para que se acomodara, una vez listo sonrió levemente a la omega antes de que saliera de la habitación.

Soltó un pequeño suspiro en lo que esperaba a Sunghoon, hoy iban a salir al campo de flores que no estaba tan lejos de la manada.
Su alfa le prometió que hoy lo llevaría a dar un paseo.

— Osito — llamó el alfa entrando a la habitación, Ni-ki sonrió al ver a su esposo — Parece que va a llover, ¿Seguro que quieres ir?

El omega hizo un tierno puchero y camino hasta el alfa para darle un abrazo - Lo prometiste, dijiste que hoy iríamos — se quejo.

— Se lo que te prometí y creeme que lo voy a cumplir, solo que está algo nublado - explicó mientras acariciaba el cabello de Ni-ki con suavidad.

- Entonces, vamos rápido por si llueve - sonrió en grande.

— ¿No podemos ir otro día? - cuestionó.

- No, porque mañana te tienes que ir a ese apestoso viaje y no regresaras en dos semanas — se aferró más al cuerpo del
pelinegro.

- Bien, mi pequeño osito, vamos — sonrió levemente.

— ¡Sí! ¡Vamos ir a ver las flores! — dió pequeños brinquitos.

Sunghoon sonrió con felicidad al ver esa tierna imagen de su esposo, parecía un niño, uno muy lindo.

— ¡Es muy bonito! ¡Mira cuantas flores! - Ni-ki corrió por aquel campo con una gran sonrisa en su rostro

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— ¡Es muy bonito! ¡Mira cuantas flores! -
Ni-ki corrió por aquel campo con una gran sonrisa en su rostro.

Sunghoon lo miraba desde unos cuantos metros de distancia, no le agradaba la idea de correr por todas esas flores, para nada.

- iSunghoonie, ven! - grito acercándose a su esposo.

— Yo me quedo aquí, estoy bien aquí — dió unas palmaditas a la gran roca en la que estaba sentado.

- Por favor, ven... Quiero correr con el amor de mi vida entre las flores - comento mientras hacía un puchero.

- Está bien, cariño. Yo también quiero correr entre esas flores contigo - habló sujetando la mano del castaño.

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