Los minutos parecían hacerse eternos, insufribles y tediosos, como si el tiempo mismo se hubiera detenido en esa habitación. La habitación estaba envuelta en una atmósfera sombría, con las cortinas oscuras y pesadas que colgaban de las ventanas como si fueran telones de un teatro. El suelo de madera oscura brillaba débilmente en la luz tenue que se filtraba a través de las cortinas, y los muebles antiguos y elegantes parecían haber sido colocados allí hace siglos.
La cama de Daishinkan estaba situada en el centro de la habitación, con un dosel alto y ornamentado que parecía una corona. Las sábanas blancas y lisas parecían una nieve que cubría el cuerpo inmóvil de Daishinkan.
En las paredes, había retratos antiguos de la familia Daishinkan, con rostros severos y orgullosos que parecían mirar hacia el pasado. Un reloj de péndulo antiguo colgaba en una esquina, su tic-tac lento y solemne como un latido de corazón.
Al lado de la cama, Vados permanecía sentado, tomando de la mano a Daishinkan, su padre, quien yacía inconsciente, sin mostrar ningún signo de querer despertar. Su rostro, normalmente severo y autoritario, ahora estaba pálido y sereno, como si estuviera en un sueño profundo. La mano de Daishinkan, una vez fuerte y segura, ahora yacía flácida en la de Vados, sin responder a su apretón. Vados la acunaba con suavidad, como si temiera que se rompiera, mientras sus ojos llorosos miraban el rostro de su padre, buscando algún rastro de conciencia.
El silencio en la habitación era opresivo, roto solo por el suave sonido de la respiración de Daishinkan y el ocasional susurro de Vados, que le hablaba en voz baja, como si intentara despertarlo de su sueño. La atmósfera estaba llena de incertidumbre
Whis por otro lado se mantenía inmóvil en el umbral de la puerta, observando la escena con una expresión sombría. Junto a él, Shin permanecía en silencio, su mirada fija en Daishinkan.
—Vados... —dijo Whis finalmente, su voz baja y cautelosa —. ¿Cómo está?
Vados se volvió hacia él, sus ojos llorosos.
—No ha cambiado —respondió—. Sigue sin despertar.
Whis se volvió hacia Shin, su mirada interrogativa.
—¿Qué fue lo que pasó? —preguntó.
Shin se movió ligeramente, su mirada pasando de Daishinkan a Whis y luego a Vados. Su expresión era serena, pero sus ojos revelaban una profunda preocupación.
—Me dijo "Lo siento, Merus" —respondió Shin —. Antes de desmayarse a mis pies.
La habitación se quedó en silencio. Whis y Vados se volvieron hacia Shin, sus rostros levemente confundido.
—¿Merus? —repitió Whis, su voz llena de incredulidad.
Vados se levantó de la silla, su mirada intensa.
—Whis llama a Korn —dijo Vados, autoritaria.
Whis sin dudar salió de la habitación para ir a la sala y llamar a Korn. Vados suspiro con tristeza y volteo su vista hacia su padre..
—Disculpa —dijo Shin, dudoso —pero... ¿Quién es Merus?
Vados se mordió el labio inferior, su rostro reflejando una mezcla de tristeza y dolor.
—Merus... —repitió, y sonrió con tristeza —Merus era nuestro hermano.
Shin se sorprendió, no esperaba esa respuesta.
—¿Qué pasó con él? —preguntó, su curiosidad aumentando.
Vados se quedó mirándolo, su expresión cerrada.
—No puedo hablar de eso —dijo finalmente —Es... complicado.
—Lo siento —dijo Shin —No quería molestar.
Vados negó con la cabeza.
—No es eso —dijo —Es solo que... duele recordar.
Shin entendió, tal vez era un tema delicado y difícil de tratar. Después de todo, desconocía mucho de esa familia y sus secretos. La mirada de Vados había sido suficiente para hacerle comprender que era mejor no indagar más.
Shin llevó su vista hacia Daishinkan, quien yacía inmóvil en la cama, su rostro pálido y sereno. La luz de la habitación parecía enfocarse en él, resaltando la debilidad que había reemplazado su habitual fuerza y autoridad. Shin recordó la primera vez que había visto a Daishinkan, cuando entró en la floristería con un semblante imponente, como si fuera el dueño del lugar. Su presencia había llenado la habitación, y Shin había sentido una mezcla de curiosidad y respeto. Daishinkan no había comprado nada ese día, solo había mirado alrededor con una mirada intensa, como si estuviera buscando algo o a alguien. Su rostro había sido una máscara de control y autoridad, sin dejar traslucir ninguna emoción.
Pero ahora, en la cama, Daishinkan parecía vulnerable y frágil, como si hubiera perdido su armadura. Shin se sintió invadido por una sensación de compasión y curiosidad. ¿Qué había pasado en la vida de Daishinkan para que mencionara el nombre de Merus en su momento de debilidad?
La habitación estaba en silencio, solo interrumpido por el suave sonido de la respiración de Daishinkan. Shin se sintió como si estuviera en un mundo aparte, un mundo donde el tiempo se había detenido y solo existía el presente.
El clima tampoco estaba bien, aún llovía y la neblina parecía no tener la intención de marcharse.
—Lo siento, pero debo irme —dijo —. Mi abuelo y mi padre deben estar preocupados.
Vados asintió, su rostro aún tenso.
—Gracias por ayudar a mi padre —dijo —. Te lo agradezco.
Por la misma puerta ingreso Whis. Con un rostro preocupado.
—Korn se tardará un poco —diria Whis.
Vados fruncio el ceño.
—Siempre prefiere los trabajos antes de su familia —diria molesta Vados.
—Vados tranquilizate, Korn no tardara en venir –intento calmarla Whis
Pero Vados ya había abandonado la habitación, dejando a Whis y Shin solos.
—Shin, puedes cuidar a mi padre, te lo pido por favor —pidió Whis.
Shin asintió. Pese a la prisa que tenia por irse.
—Claro, no hay problema.
Whis salió a buscar a Vados, dejando a Shin solo con Daishinkan.
Shin se acercó a la ventana y miró hacia fuera. La lluvia y la neblina parecían no tener fin. El cielo estaba oscuro y gris, como si reflejara el estado de ánimo de la familia Daishinkan.
—Qué rara familia tiene, señor Daishinkan —musitó Shin —Muy rara...
De repente, sintió una sensación extraña. Como si Daishinkan estuviera escuchándolo. Shin se volvió hacia la cama, pero Daishinkan seguía inmóvil, su rostro pálido y sereno.
Shin se rió en voz baja.
—Imaginaciones mías —se dijo.
Pero la sensación persistía. Shin se sentía como si estuviera siendo observado, como si Daishinkan estuviera esperando a que hiciera algo.
Shin se acercó a la cama y miró a Daishinkan a los ojos. Estaban cerrados, pero Shin juró haber visto un destello de conciencia en ellos.
—¿Señor Daishinkan? —susurró Shin —¿Está despertando?
No hubo respuesta. Daishinkan seguía inmóvil.
Shin se sentó en la silla junto a la cama, su mirada fija en el rostro de Daishinkan.
—Voy a quedarme aquí hasta que se recupere —dijo Shin —Lo prometo
Continuará...
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Otoñal
ФанфикOtoño paso de ser una época fría y melancólico. Para convertirse en la época donde uno o más problemas surgieron, en las cuales la desgracia absoluta oculta y presente esta.