CAPÍTULO 8

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–Esta noche he organizado una reunión en casa, vendrán un par de amigas mías y algunos compañeros de clase que quizá conozcas, no estoy segura. Tú también puedes traer a quien tú quieras, cuantos más seamos mejor –me dice Lidia mientras caminamos en dirección a casa después de la última clase del día.

–Vale, genial.

Comemos juntas y ella se encierra en su habitación para proceder con su ritual de los días de fiesta, que según dice, consiste en echarse una siesta larga, ducharse y ponerse lo más guapa posible mientras escucha música que la motive.

Me pongo la ropa deportiva, recojo mi pelo en una cola alta y camino hacia la escuela.

Hoy he llegado una hora antes a propósito porque me apetece bailar a mí sola antes de la clase. Helena me dio una copia de las llaves e insistió en que usara la pista cuando quisiera. No he tenido acceso a un estudio de baile así en mi vida, y mucho menos de forma gratuita, así que estoy deseando aprovecharlo.

La escuela está vacía cuando llego. Conecto mi móvil al sistema de sonido de la sala y me dejo llevar. Empiezo por un par de bailes lentos que me hacen entrar en calor y después voy encadenando canciones cada vez más rápidas y complejas.

Como suele pasarme, pierdo la noción del tiempo y todo lo que existe es la pista, la música y mi cuerpo. Bailo sin descanso y continúo bailando incluso cuando siento que empieza a costarme un poco respirar.

Se siente demasiado bien, la libertad que me ofrece esta sala es tremendamente superior a la que me ofrece mi actual habitación, tengo mucho más margen de movimiento y la música suena de una forma mucho más envolvente.

Estoy completamente metida en el baile hasta que a través del espejo veo una figura a mis espaldas, observándome.

Grito asustada y freno de golpe mis movimientos.

Me doy la vuelta, con el corazón a punto de salirse de mi pecho, y reconozco a Miles, apoyado en el marco de la puerta.

–Lo siento –dice sonriente–, no quería asustarte.

–¿Qué estás haciendo aquí? –pregunto todavía con la respiración agitada, en parte por el susto y en parte por el baile.

–Tienes a unas 12 niñas esperándote ahí fuera, Blake me ha pedido que te avise antes de irme.

Miro el reloj y abro mucho los ojos al ver la hora. La clase debía haber empezado hace ya casi 10 minutos.

–Mierda, diles que entren, se me ha pasado la hora.

Miles asiente, me guiña un ojo y vuelve a desaparecer cerrando la puerta tras de sí.

Inmediatamente después, una tropa de niñas entra a la sala, llenando el lugar del caos habitual. Hoy es mi primera clase sin Helena, las niñas ya me conocen y yo a ellas también, pero aún así estoy algo nerviosa.

La hora transcurre sin problema, mi sesión de baile me ha dejado muy relajada, lo cual ha ayudado con los nervios y me ha permitido fluir mejor.

Cuando la última de las niñas se marcha, recojo mis cosas, me despido de Blake que está haciendo algún trámite en recepción y vuelvo a casa dando un agradable paseo.

Reviso el teléfono y encuentro un mensaje de Miles de hace un par de horas.

No te mueves nada mal, chica. 

Me sonrojo al leerlo y no le respondo porque no se me ocurre ninguna respuesta.

Me doy una ducha rápida al llegar a casa, antes de que empiecen a llegar los invitados de Lidia.

MILES [#2] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora