CAPÍTULO 18

20 6 27
                                    

Me apresuro a esconder el móvil como buenamente puedo bajo la poca ropa que llevo puesta y espero aquí hasta que uno de los hombres que controlan el lugar viene a buscarme y me conduce con el resto de chicas hasta nuestra planta.

Tampoco como nada esta noche,  porque la adrenalina me puede y no quiero perder ni un segundo de tiempo. Además, mi estómago se ha acostumbrado a estar vacío y ya apenas siento el hambre.

Kara, sin embargo, devora su plato en menos de medio minuto y mira con ansias el mío.

–Todo tuyo –me mira incrédula.

–Tienes que comer.

–Lo sé, pero hoy tengo algo más importante que hacer. La comida es tuya, vamos, sé que estás hambrienta y seguramente tu cuerpo la necesita más que el mío, llevas dos años aquí, yo solo dos días.

–Gracias, eres un sol –se lanza a por mi plato y lo come, más despacio esta vez–. ¿Se puede saber qué es eso tan importante que tienes que hacer?

–De hecho, necesito tu ayuda –deja la cuchara a un lado y me mira curiosa.

Saco el teléfono de su escondite y sus ojos se abren como platos, llenos de sorpresa y de miedo.

–¡Estás loca! ¡Guarda eso! –susurra nerviosa, demasiado deprisa y casi atropelladamente–. ¿De dónde lo has sacado? ¿Se lo has robado a algún cliente? ¿O es de los jefes?

–Eso no importa ahora.

–Dios mío, te van a matar –repite agobiada.

–Kara, necesito tu ayuda, y para eso tienes que tranquilizarte.

Me mira como si me hubiese vuelto loca, pero asiente y toma un par de respiraciones profundas. Cuando habla, vuelve a ser la Kara que conocía.

–¿De dónde lo has sacado?

No le respondo, en su lugar enciendo la pantalla y le muestro la noticia de su propia desaparición. Una lágrima le resbala por la mejilla derecha y ni se esfuerza por limpiarla. 

–Vamos a salir de aquí muy pronto, hay gente fuera que sabe lo que está pasando dispuesta a ayudarnos. Pero necesito los nombres completos de todas las chicas, y una foto de cada una de ellas.

Kara asiente, deja el plato a un lado y se coloca para que pueda sacarle a ella la primera foto. Después sale de la habitación y escucho un par de golpecitos en la puerta de al lado, seguidos de su voz susurrando algo.

Las chicas empiezan a pasar una a una, en silencio, quizá con miedo a que escuchen demasiado movimiento desde la planta superior. Hablamos muy poco, y muy bajito, lo justo para anotar su nombre y apellidos completos y algo de información básica de cada una de ellas. Su edad, procedencia, año de desaparición, cómo las engañaron para traerlas aquí, y la foto.

Tardo casi dos horas en recopilar toda la información, porque algunas de las chicas no hablan español o se muestran reacias a participar.

Cuando la última de ellas se marcha y Kara vuelve, tiene los ojos rojos e hinchados, pero me sonríe antes de meterse en su cama.

–Gracias –le devuelvo la sonrisa y apagamos la luz.

Desde mi cama entro a Whatsapp y mis labios se curvan en una sonrisa al ver que Miles se ha agendado como "Chico", un guiño y a la vez una buena forma de mantener su anonimato en caso de que alguien que no debe encuentre el teléfono.

Le mando toda la información de las chicas, junto a sus fotos. Pese a que son las siete de la mañana, se conecta al instante y me responde.

Eres una diosa.

MILES [#2] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora