CAPÍTULO 21

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Emma sube corriendo, con la agilidad y energía de los niños, desapareciendo de nuestra visión al llegar al piso inmediatamente superior.

–Vamos, acabas de sobrevivir a un apuñalamiento, cuatro pisos no son nada en comparación a eso –lo animo, un poco divertida por la situación y por su cara de horror.

–Quiero un beso por cada escalón –responde con media sonrisa en su rostro.

–Hecho.

Satisfecho por mi respuesta, suspira y sube el primero de ellos. Le cojo la mano y me coloco a su lado, siguiéndole el ritmo. Tenemos que parar a descansar en el segundo y en el tercer piso y para cuando llegamos a su casa, Miles está jadeando como si hubiese corrido un maratón.

Lo miro orgullosa de su hazaña.

La puerta está abierta y Lilian nos sonríe desde el interior.

–Hola chicos –se hace a un lado para que podamos pasar.

–Mamá, te presentaría a Moon, pero creo que ya la conoces.

–Sí, hijo, tu hermana se adelantó –dice la mujer sonriente–, ¿cómo te encuentras?

–Voy mejor, pero estoy muerto de hambre después de subir esos cuatro pisos.

–Descansad un rato los dos, el hospital es agotador, voy a preparar algo de cenar para todos –dicho esto, la mujer desaparece en la cocina.

Miles me lleva hasta su habitación y se desploma en la cama. Yo me tumbo a su lado y apoyo mi cabeza en su hombro. No he pegado ojo desde ayer por la tarde y estoy agotadísima, así que los dos nos dormimos enseguida. Más tarde, un par de golpecitos me despiertan y Miles gruñe a mi lado.

–¡La cena está lista! –avisa Lilian desde el otro lado de la puerta.

–Ya vamos –responde su hijo mientras empieza a desperezarse.

Lilian y los niños están en el salón, sentados en la misma mesa en la que celebramos el cumpleaños de Emma hace un par de semanas. Me sorprende encontrar también al padre de Miles, que sigue sobrio y con la misma ropa de esta mañana.

Observo a Emma y a Hugo con disimulo, no parecen incómodos ni asustados pese a su presencia. El hombre clava la vista en mí cuando llegamos, con curiosidad. Miles pasa su brazo alrededor de mis hombros y habla antes de que lo haga yo, aliviando mi nerviosismo.

–Te presento a mi novia, papá.

El hombre me sonríe desde su asiento y después se levanta para estrecharme la mano.

–Soy Óscar, un placer.

–Moon –digo sonriéndole.

Este hombre es completamente diferente al que vi la primera vez que estuve en esta casa. Parece literalmente otra persona, lo cual me hace entender porque los niños no le tienen miedo.

Miles y yo nos sentamos en los dos asientos que quedan libres, donde un humeante plato de arroz con verduras nos espera. Mi estómago ruge al oler el delicioso aroma que desprende. Después de la comida del club que ni siquiera probé y los insípidos platos del hospital, esto es un auténtico manjar. Suelto un leve "mmmm" al llevarme la primera cucharada a la boca y Miles ríe a mi lado.

–¿Te gusta?

–Es lo mejor que he probado desde que llegué a esta ciudad.

–Me halagas –dice Lilian sonriente–, estos desagradecidos nunca valoran mi cocina.

–Está buenísimo, de verdad.

–¿Desde que llegaste? –habla ahora el padre de Miles– ¿No eres de aquí?

MILES [#2] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora