CAPÍTULO 22

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No recuerdo cuál fue la última vez que descansé tan bien como hoy.

Despierto envuelta en los brazos de Miles, y con su cara a escasos centímetros de la mía. Está dormido, completamente relajado hasta que un sonido procedente del pasillo le hace abrir los ojos. Me descubre observándole, así que acorto la distancia que nos separa y uno nuestros labios en un rápido beso.

-Sesenta y nueve.

-Ese no cuenta -se queja con voz ronca-, estoy medio dormido y ha sido muy corto.

-¿Cómo estás? -pregunto mientras le aparto un par de mechones rebeldes que le cubren la frente.

-Sediento.

-Voy a por un vaso de agua.

-Eres la mejor.

Aparta sus brazos de mi cuerpo para que pueda levantarme, me pongo las mallas de Helena y me quedo con su camiseta arriba.

Al salir de la habitación, un delicioso aroma dulce inunda mis fosas nasales. Encuentro a Lilian horneando un bizcocho en la cocina.

-Buenos días -la saludo y ella me sonríe como respuesta-, Alejandro quiere agua.

La mujer abre un armario, coge un vaso enorme y comienza a llenarlo. Aprovecho para curiosear su obra de cerca, un tierno bizcocho todavía humeante, con canela espolvoreada por encima.

-Llévasela y ven a desayunar conmigo -me entrega el vaso lleno-, recién hecho es como mejor está.

Asiento agradecida y camino de vuelta a la habitación de Miles. Él se incorpora un poco cuando me escucha llegar y se bebe prácticamente todo el líquido de golpe. Después vuelve a acostarse de cara a la pared y se duerme en menos de un minuto. Dejo el agua que le ha sobrado en la mesita de noche por si quiere más, y salgo con sigilo de la habitación.

Lilian me espera en la cocina, con dos pedazos de bizcocho ya servidos y una cafetera llena en el centro de la mesa. El aroma del café y el del bizcocho se mezclan, creando un ambiente muy acogedor. Me siento frente a ella, hambrienta.

-¿De qué es el bizcocho? -le pregunto con curiosidad, nunca se me ha dado bien la cocina y por eso me genera tanta admiración la gente que sí que sabe cocinar.

-Es de manzana y canela, una de mis recetas estrella -me dice orgullosa.

Le doy el primer bocado y cierro los ojos mientras disfruto del suave sabor. Es dulce pero no llega a ser empalagoso, está ligeramente caliente todavía y la textura esponjosa se deshace en la boca al entrar en contacto con mi saliva. Cuando vuelvo a abrir los ojos, Lilian me observa expectante.

-¿Qué te parece?

-Está increíble -la mujer sonríe orgullosa-. Tienes que confesarme alguno de tus secretos, yo soy un desastre en la cocina.

-Te enseñaré lo básico cuando acabemos de desayunar, pero ahora cuéntame algo sobre ti. ¿Qué es lo mejor que sabes hacer?

Me sorprende su pregunta y miro el techo pensativa durante unos segundos.

-Supongo que bailar, empecé muy pequeña y creo que no hay nada que le haga la competencia.

-Tendrás que enseñarme lo básico también, yo no sé nada de baile.

-Cuando quieras, estaré encantada.

Terminamos el desayuno y Lilian cumple su promesa de instruirme en cocina.

Me enseña los utensilios básicos que según ella toda cocina debe tener para poder ser considerada una cocina funcional, y los ingredientes que a ella particularmente nunca pueden faltarle, por su versatilidad.

MILES [#2] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora