Travesuras

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El sol de la tarde se filtraba por las ventanas de la Mansión Malfoy, bañando la sala de estar en un brillo polvoriento. Draco, de ocho años, se balanceaba en un sillón, bostezando ruidosamente. Kyomi, su prima y mejor amiga, se sentaba en el suelo, jugando con un pequeño dragón de madera, pero su rostro reflejaba el mismo aburrimiento que Draco.

"Esto es horriblemente aburrido," dijo Draco, con un tono de voz que solo podía ser descrito como "Malfoy".

Kyomi suspiró. "Te entiendo, Draco. Esta casa es enorme, pero siempre hay algo que hacer."

Draco frunció el ceño. "¿Qué se supone que debemos hacer entonces? No puedo jugar a Quidditch solo, y no tengo ganas de leer."

"Mmm, ¿y si jugamos a las escondidas?" Kyomi propuso, con una chispa de entusiasmo en sus ojos.

"No te voy a encontrar, eres demasiado buena escondiéndote," Draco replicó con una sonrisa.

Kyomi rió. "Eso es lo divertido, Draco. Vamos, te reto a que me encuentres."

Draco se puso de pie, estirando sus brazos. "Muy bien, Kyomi, prepárate para perder."

Kyomi corrió hacia la escalera, desapareciendo entre las sombras. Draco la siguió, sus pasos ligeros resonando en la quietud de la casa.

"No te escondas en la biblioteca, Kyomi," Draco llamó, con una sonrisa traviesa. "Sé que te gusta leer, pero no voy a dejar que te salgas con la tuya."

Kyomi rió a lo lejos, el sonido de su risa llenando la casa. Draco, con una mezcla de diversión y frustración, comenzó su búsqueda.

La mansión Malfoy, con sus pasillos laberínticos y sus habitaciones ocultas, era un campo de batalla perfecto para un juego de escondidas. Draco se movía con sigilo, buscando cualquier indicio de su prima, pero ella parecía haberse esfumado.

"Kyomi, te voy a encontrar," Draco murmuró, con una determinación que solo podía ser descrita como "Malfoy".

La búsqueda se convirtió en una emocionante aventura, llena de risas, susurros y la satisfacción de encontrar un nuevo escondite. Draco, con su obstinación característica, no se dio por vencido hasta que encontró a Kyomi, escondida entre las cortinas de terciopelo de una de las habitaciones de invitados.

"Te encontré," exclamó Draco, con una sonrisa triunfante.

Kyomi, con una mezcla de decepción y diversión, se levantó de su escondite. "Eres un tramposo, Draco, pero te tengo que admitir que eres muy bueno jugando a las escondidas."

Draco se rió. "Eso es porque soy un Malfoy, Kyomi, y los Malfoy siempre ganan."

Kyomi le dio un pequeño empujón en el brazo. "Claro, claro, Draco. Pero no te confíes, la próxima vez seré yo la que te encuentre."

El sol de la tarde ya se había puesto, tiñendo el cielo con tonos púrpura y naranja. Draco y Kyomi, con la cara roja de la emoción y el corazón lleno de alegría, se sentaron en el sofá, con el dragón de madera de Kyomi entre ellos. El aburrimiento había desaparecido, reemplazado por la satisfacción de una tarde llena de risas y aventuras en la mansión Malfoy.

Lastima que eso duró poco 😅

El aburrimiento se había apoderado de nuevo de la Mansión Malfoy. Draco, con un suspiro de resignación, dejó caer su una ves mas libro sobre la mesa de la sala de estar. Kyomi, sentada a su lado, jugueteaba con un pequeño espejo, observando su reflejo con un gesto pensativo.

"Draco," dijo Kyomi, con una sonrisa traviesa, "recuerdas cuando estábamos jugando a los magos y nos pintamos la cara con el maquillaje de Tia Cissy?"

Draco frunció el ceño. "No me acuerdo de nada. ¿Por qué lo preguntas?"

"Porque..." Kyomi se levantó y se dirigió hacia la habitación de Narcissa, "creo que podríamos hacer algo similar, pero esta vez, ¡para vernos realmente bien!"

Draco la siguió con curiosidad, sus pasos lentos y deliberados. La habitación de Narcissa era un santuario de perfumes, cremas y cajas de maquillaje. Kyomi se dirigió al tocador con entusiasmo, abriendo cajones y examinando los productos con una mirada experta.

"Mira, Draco," dijo Kyomi, sosteniendo una paleta de sombras de ojos brillantes, "estas son perfectas para darle un toque de color a nuestros ojos."

Draco, inicialmente reacio, se dejó llevar por la emoción de Kyomi. "Tal vez," dijo, con un tono dudoso. "Pero... ¿cómo se usan estas cosas?"

Kyomi, con una sonrisa triunfante, tomó una brocha y comenzó a aplicar un poco de sombra de ojos azul sobre su propio párpado. "Es fácil," dijo, "solo hay que tener cuidado de no mancharse."

Draco la observó con interés, y luego, con un poco de timidez, se acercó al tocador. Kyomi le enseñó cómo usar las sombras de ojos y el delineador, y Draco, con cuidado y concentración, comenzó a aplicarse un poco de maquillaje.

"Creo que me veo como un mago," dijo Draco, con una sonrisa, admirando su reflejo en el espejo.

Kyomi rió. "No, Draco, te ves como un príncipe."

Draco sonrió. "Un príncipe Malfoy, claro."

Las risas de los niños llenaron la habitación mientras se pintaban la cara con colores extravagantes. Kyomi se puso un poco de brillo labial rosa y se pintó las uñas con esmalte azul. Draco, por su parte, se dibujó unas cejas más pronunciadas con un lápiz negro y se puso un poco de rímel en las pestañas.

"Creo que nos vemos increíbles," dijo Kyomi, con una sonrisa radiante.

Draco asintió. "Sí, Kyomi, creo que tenemos un talento natural para el maquillaje."

Se miraron en el espejo, con una mezcla de orgullo y diversión.
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La puerta principal de la Mansión Malfoy se abrió con un suave crujido, dando paso a Narcissa y Severus, quienes regresaban de su tarde de compras.  Narcissa, con una sonrisa satisfecha, cargaba una bolsa llena de telas y accesorios para la próxima cena de gala. Severus, con su rostro impasible, sostenía un libro encuadernado en cuero que había encontrado en una librería encantada.

"Te aseguro que la tela de esa túnica será perfecta para la ocasión," dijo Narcissa, con un tono de voz suave pero firme. "Y los zapatos, ¡son una maravilla! Aunque no sé si Draco podrá caminar con esos zaparos con tacones."

Severus, absorto en la lectura de un hechizo antiguo, apenas prestó atención a las palabras de Narcissa. "No te preocupes, Narcissa," respondió con una voz monótona, "Draco encontrará una forma de lucirlos con elegancia."

Mientras se acercaban a la sala de estar, la conversación se desvaneció en el silencio. Ambos se detuvieron en seco, sus ojos se abrieron con sorpresa al ver a los niños. Draco, con un labial rojo intenso y sombras de ojos azules, se miraba al espejo con una expresión de satisfacción. Kyomi, con un brillo labial rosa y las uñas pintadas de azul, se reía con un brillo travieso en los ojos.

Narcissa, con una mezcla de asombro y diversión, se acercó a Draco. "Draco," dijo, con la voz ligeramente temblorosa, "¿qué es esto?"

Draco, con un gesto de orgullo, se acomodó la chaqueta. "Mamá, me he maquillado. Kyomi me enseñó."

Severus, con una expresión de incredulidad, se dirigió a Kyomi. "Kyomi, ¿tú le has enseñado a Draco a usar maquillaje?"

Kyomi, con el rostro ligeramente sonrojado, asintió con un movimiento de cabeza. "Sí, papá, solo queríamos divertirnos."

Narcissa, con una sonrisa que luchaba por contener la risa, se dirigió a Draco. "Te ves... interesante, Draco. Pero creo que es hora de limpiar esas caras."

Draco, con un gesto de resignación, se acercó al tocador y comenzó a quitarse el maquillaje. Kyomi, con un susurro de protesta, hizo lo mismo.

Severus, con un leve suspiro, se dirigió a Narcissa. "Deberíamos haber traído algo para jugar."

Narcissa, con una sonrisa divertida, asintió. "O tal vez, deberíamos dejar que los niños exploren su creatividad de vez en cuando."

Draco y Kyomi, con las caras limpias y un poco avergonzados, se miraron con picardía. Habían logrado, una vez más, sorprender a sus padres con su imaginación y su amor por la diversión.

"Tal vez, la próxima vez, podríamos usar un poco de magia para cambiar de apariencia," dijo Kyomi, con una sonrisa traviesa.

Draco, con un brillo de complicidad en los ojos, asintió. "Sí, Kyomi, eso sería mucho más divertido."

Narcissa y Severus, con una sonrisa de complicidad mutua, se miraron. Sus hijos, con su talento para la travesura y su imaginación sin límites, siempre les recordaban que la magia no se limitaba a los hechizos y las pociones, sino que también podía encontrarse en los pequeños detalles de la vida cotidiana.
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La paz de la sala de estar se vio interrumpida por un grito agudo, seguido de un sonido de siseo. Lucius Malfoy, con su cabello platinado impecablemente peinado, se quedó mirando con horror una mancha azul brillante en su cabellera.

"¡Draco! ¡Kyomi!" exclamó Lucius, con una voz que hacía temblar los cristales de la araña de cristal. "¡¿Qué han hecho?!"

Draco, con un rostro de pánico, se escondió detrás de Narcissa, quien se encontraba leyendo un libro de hechizos. Kyomi, con una expresión de culpabilidad, corrió hacia Severus, quien acababa de entrar a la sala.

"Papá, ¡sálvame!" gritó Kyomi, con un tono de voz que solo se podía describir como "desesperado".

Severus, con un parpadeo lento, se fijó en la mancha azul en el cabello de Lucius. "Kyomi," dijo Severus con una voz tranquila pero amenazante, "¿qué ha pasado?"

Kyomi, con un hilo de voz, explicó cómo, durante un juego de "magos", había usado una tintura azul para el cabello para "transformar" a Draco en un dragón. Draco, con un movimiento de cabeza nervioso, confirmó la historia.

"Y... sin querer, la tintura se cayó en el cabello de Lucius," terminó Kyomi, con una mirada de culpabilidad que se extendía hacia el suelo.

Lucius, con una expresión de indignación, levantó la voz. "¡¿Cómo se atreven?! ¡Mi cabello! ¡Es perfecto! ¡Y ahora..." Lucius hizo una pausa, con la mirada fija en la mancha azul, "ahora tengo que ir al peluquero."

Draco, con un gesto de terror, se escondió más detrás de Narcissa, quien se había levantado y se encontraba observando la escena con una sonrisa irónica.  Severus, con un suspiro de resignación, levantó a Kyomi en brazos.

"No te preocupes, Kyomi," dijo Severus, con un tono de voz suave. "Estoy seguro de que podemos encontrar una solución para esto."

Lucius, con un gesto de desaprobación, se dirigió a los niños. "No vuelvan a hacer esto, ¿está claro?"

Draco, con un movimiento de cabeza rápido, asintió. Kyomi, con una mirada de arrepentimiento, hizo lo mismo.

"Y ustedes dos," dijo Lucius, dirigiéndose a Narcissa y Severus, "deberían controlar mejor a los pequeños."

Narcissa, con una sonrisa burlona, respondió. "No te preocupes, Lucius. Estoy segura de que Draco y Kyomi aprenderán de su error."

Severus, con un gesto de indiferencia, asintió. "Sí, Lucius, estoy seguro de que aprenderán."

La sala de estar, con su aroma a lavanda y la atmósfera tensa, se llenó de risas contenidas.  Draco, con su rostro sonrojado, se asomó por detrás de Narcissa, observando a su padre con una mezcla de miedo y diversión. Kyomi, con una sonrisa nerviosa, se aferró al cuello de Severus.

Lucius, con un suspiro de resignación, se dirigió al tocador y comenzó a buscar un hechizo para eliminar la mancha azul de su cabello.

La aventura de "magos" había terminado, pero la lección había sido aprendida. Los niños, con su imaginación sin límites y su amor por la diversión, habían aprendido que incluso las mejores intenciones podían tener consecuencias inesperadas. Y, por supuesto, habían aprendido que el cabello platinado de Lucius Malfoy era sagrado.

《FAMILIA》//Sirius X Severus// Omegaverse//Fanfic//Familia Black Snape//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora