Batalla Por Las Flechas Eléctricas

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Pov omnisciente:

Link tomó una decisión firme mientras se acercaba a la base de la cascada que fluía desde el Monte Trueno. Se ajustó la armadura Zora que había recibido de Sidon, listo para ponerla a prueba contra las fuertes corrientes. Las gotas de agua repiqueteaban contra la armadura, mientras él observaba el flujo constante y poderoso.

—¿Estás seguro de que esto es buena idea? —preguntó Nahia con preocupación en su voz, mientras observaba la inmensa cascada—. Podría ser algo peligroso, tal vez deberías intentarlo más tarde.

Link negó con la cabeza, su mirada firme en la cascada que se alzaba imponente frente a él.

—No hay tiempo para más tarde —dijo con determinación—. Debo acostumbrarme ahora, o podría costarnos mucho más cuando tratemos de calmar a Vah Ruta y entremos en su interior.

Nahia y Faren intercambiaron miradas, ambas conscientes del riesgo que Link estaba tomando, pero también de la urgencia de su misión. No era fácil para un niño Zora nadar contra las corrientes, mucho menos para un hyliano sin experiencia previa. Sin embargo, no había tiempo que perder. Lo dejaron prepararse mientras comenzaban a ascender por el sendero que los llevaría hacia el Monte Trueno

Mientras Link practicaba, ascendiendo una y otra vez por las corrientes, tú, Nahia y Faren siguieron subiendo por el sendero rocoso hacia la cima. Los vientos rugían y la electricidad en el aire era palpable. Sabían que en algún punto, más arriba, les esperaría el Centaleón, guardián de las flechas eléctricas que tanto necesitaban.

El camino era largo, y aunque el sol aún estaba alto, sabían que cualquier retraso podría condenar los esfuerzos para salvar a los Zora y a las aldeas hylianas río abajo. Después de unos treinta minutos, alcanzaron una meseta desde donde podían divisar la extensión de la montaña, pero antes de poder buscar a Link, algo extraño atrajo su atención.

Escuchaste un retumbar sordo, que al principio pensaste que era un trueno. Sin embargo, los trotes rítmicos y pesados te hicieron darte cuenta de que no se trataba de una tormenta. Sin pensarlo, te escondiste detrás de una roca grande, jalando a Nahia y a Faren contigo.

—¿Qué es eso? —murmuró Faren, su arco listo en sus manos, mientras intentaba asomar la cabeza para ver de qué se trataba.

—Espera aquí —susurraste, poniendo un dedo sobre tus labios para pedir silencio. Con mucho cuidado, trepaste hasta lo alto de la roca para echar un vistazo.

Lo que viste te heló la sangre. A lo lejos, se alzaba un monstruo imponente. Su torso era el de un guerrero humanoide, pero su cuerpo era el de un caballo, y su cabeza tenía la ferocidad de un león. Un Centaleón, un ser temible que parecía ser la encarnación de poder y brutalidad. En su espalda colgaba un arco y un carcaj lleno de las preciadas flechas eléctricas que necesitaban para Vah Ruta. Junto a él, una inmensa espada centelleaba con reflejos mortales, y su escudo parecía casi impenetrable.

Te deslizaste de vuelta con cuidado, volviendo a donde estaban Nahia y Faren.

—Escúchenme bien... —les dijiste, tomando aire antes de proseguir—. Es un Centaleón, y es enorme. Lleva una espada y un arco con las flechas eléctricas. Hay flechas esparcidas por el suelo, en los árboles y las rocas, pero... —hiciste una pausa, sabiendo la gravedad de lo que estabas a punto de decir—. Tendremos que enfrentarnos a él si queremos salir de aquí con las flechas.

Nahia frunció el ceño, considerando sus opciones.

—¿No hay otra forma de conseguirlas sin pelear? —preguntó, aunque ya sabía la respuesta.

Negaste con la cabeza.

—Nos verá si tratamos de tomarlas sin enfrentarlo. Está vigilando la zona, y no podemos arriesgarnos. No tenemos más opción.

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⏰ Última actualización: Sep 08 ⏰

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