Capitulo 2

82 12 3
                                    

....

Hoy el día parecía un reflejo de mi estado de ánimo: gris y aburrido. El cielo estaba cubierto de nubes pesadas que prometían lluvia, y el viento susurraba entre las calles vacías. No podía dejar de mirar el reloj y esperar que el tiempo pasara más rápido. Había pasado ya una semana desde la última vez que vi a Kazuya. Su nuevo empleo le mantenía ocupado hasta tarde, y no había tenido la oportunidad de visitarme.

La ausencia de Kazuya me pesaba más de lo que esperaba. Habíamos compartido momentos intensos, y aunque la razón de nuestra relación era un tanto inusual, había algo en él que me había atrapado. Los recuerdos de nuestras noches juntos, de sus caricias y de la manera en que me miraba, seguían frescos en mi mente. No podía dejar de pensar en él, y en particular, en sus labios y en cómo su cuerpo se ajustaba al mío. Había algo innegable en nuestra conexión, algo que iba más allá del simple deseo.

Recuerdo cada detalle: sus caricias, la forma en que me hacía sentir deseada y especial. Los días que pasaron sin él me dejaron con un vacío que no podía llenar. Aunque habíamos tenido que enfrentar problemas como Ruka, esos conflictos parecían insignificantes comparados con lo que realmente me importaba.

A veces, cuando me encontraba sola en mi apartamento, mi mente vagaba hacia esos momentos íntimos que compartimos. Aún recordaba la forma en que su cuerpo se presionaba contra el mío, y no podía evitar pensar en cómo sería tenerlo cerca nuevamente. Cada vez que recordaba su miembro, tan grande y grueso, una ola de deseo me invadía. Mis pensamientos se centraban en el anhelo de sus besos, en la necesidad de sentir su piel contra la mía.

Al mirar por la ventana, un suspiro escapó de mis labios. La lluvia comenzó a caer, creando una melodía tranquila pero melancólica. No sabía cómo poner en palabras lo que sentía, pero el vacío que dejaba su ausencia era profundo. Me preguntaba si él también pensaba en mí, si su mente viajaba hacia los mismos recuerdos que los míos.

Decidí no quedarme en casa toda la tarde. Me vestí y salí a caminar bajo la lluvia, buscando distraerme un poco. Cada paso que daba parecía estar guiado por un deseo más profundo, una necesidad de encontrar algo que me sacara de este estado de anhelo. Sin embargo, la verdad era que nada podía reemplazar la presencia de Kazuya en mi vida.

En mi paseo, pensé en lo que podría hacer para reconectar con él, para compartir estos sentimientos que me atormentaban. La idea de enfrentarle y confesarle cuánto lo extraño y lo deseo me aterraba, pero también me daba una chispa de esperanza.

A medida que la noche avanzaba y la Iluvia cesaba, me di cuenta de que no podía seguir así. Tenía que hablar con él, expresar lo que sentía. Las emociones que guardaba eran demasiado intensas para ignorarlas. Mi deseo por él no era solo físico, sino emocional, y estaba dispuesta a enfrentar lo que viniera para explorar estos sentimientos.

Mientras me preparaba para acostarme, tomé el teléfono y decidí enviarle un mensaje. No sabía qué decir exactamente, pero necesitaba iniciar una conversación. Mis dedos temblaban mientras escribía, y con un último vistazo a la pantalla, presioné "enviar."

"Hola, Kazuya. Solo quería saber cómo estás. Te extraño."

Puse el teléfono a un lado y me acosté, sintiendo una mezcla de nervios y esperanza. El anhelo que sentía por él no podía ser ignorado. Sabía que no podía vivir en la espera eterna. Esperaba que, al menos, este primer paso me acercara a algo más.

El mensaje que le envié a Kazuya había sido leído, pero no respondido. La pequeña notificación de "leído" en la pantalla de mi teléfono me hizo sentir un nudo en el estómago. Me preguntaba si había dicho algo incorrecto o si simplemente no sabía qué responder. La espera se hizo insoportable, y la ansiedad comenzó a apoderarse de mí.

Para distraerme, decidí hacer algo. Me levanté del sofá y fui a la cocina para preparar una taza de té, esperando que el calor y el aroma me ayudaran a calmar los nervios. Sin embargo, mientras preparaba el agua, mi mente seguía regresando a Kazuya y a lo que sentía por él.

De repente, un golpe en la puerta interrumpió mis pensamientos. Miré el reloj: solo habían pasado 30 minutos desde que le envié el mensaje. Mi corazón empezó a latir con fuerza. ¿Podría ser Kazuya? ¿O tal vez alguien más?

Fui hacia la puerta con pasos vacilantes, preguntándome quién podría estar llamando a esta hora. Al abrirla, me encontré con una figura familiar: Kazuya estaba de pie allí, empapado por la lluvia, con una expresión que combinaba sorpresa y nerviosismo.

"Chizuru," dijo, su voz sonando algo entrecortada. "Recibí tu mensaje y… decidí pasar por aquí. ¿Puedo entrar?"

Lo miré, sin poder evitar sentir una mezcla de alivio y sorpresa. "Kazuya, ¿qué estás haciendo aquí? ¿No deberías estar trabajando?"

Él se encogió de hombros, una pequeña sonrisa en su rostro. "Terminé antes de lo esperado y pensé que sería mejor venir a verte en persona en lugar de solo enviar un mensaje. Me preguntaba cómo estabas."

Lo dejé entrar, y mientras pasaba el umbral, noté cómo sus ojos recorrían mi apartamento con una curiosidad que no había visto antes. La lluvia caía suavemente sobre su chaqueta, y le ofrecí un lugar para que se sentara mientras yo me apresuraba a preparar una toalla para secarlo.

"¿Te gustaría algo de beber?" pregunté, intentando mantener la calma. "Estoy haciendo té."

"Sí, por favor," respondió, quitándose la chaqueta y colgándola en el perchero. Se sentó en el sofá, mirando alrededor mientras yo preparaba el té.

El ambiente estaba cargado de una tensión que no podía ignorar. Me sentía nerviosa, pero también emocionada de tenerlo cerca. Mientras le servía el té, nuestras manos se rozaron brevemente, y sentí una chispa que me recorrió el cuerpo.

"¿Cómo ha sido tu día?" preguntó Kazuya, tratando de iniciar una conversación normal, aunque su tono revelaba un trasfondo de preocupación.

"Ha sido tranquilo, en realidad," respondí, sentándome a su lado. "Solo he estado esperando escuchar de ti. Te extraño, Kazuya."

Sus ojos se encontraron con los míos, y por un momento, el tiempo pareció detenerse. La intensidad en su mirada era palpable, y el silencio entre nosotros se volvió casi eléctrico.

"Yo también te extraño, Chizuru," dijo finalmente, su voz suave pero sincera. "No solo como mi cliente o amiga. Realmente me has hecho falta."

El reconocimiento en sus palabras me hizo sentir una oleada de emociones. Mi corazón latía con fuerza, y la tentación de acercarme más a él era casi irresistible. Miré sus labios, recordando la forma en que se habían movido sobre los míos en nuestras noches juntos.

Finalmente, no pude resistir más. Me incliné hacia él, mi rostro acercándose al suyo. "Kazuya," murmuré, "hay algo que necesito decirte."

Él también se inclinó hacia mí, su respiración entrecortada. "Dime," susurró, "¿qué es lo que quieres decirme?"

Con una mezcla de valentía y vulnerabilidad, lo besé. Fue un beso suave al principio, lleno de deseo reprimido y una necesidad de conectar más allá de las palabras. Sus labios respondieron con la misma intensidad, y el mundo alrededor desapareció mientras nos entregábamos al momento.

Cuando finalmente nos separamos, ambos estábamos respirando con dificultad, pero con una sonrisa en los labios. La conexión entre nosotros era palpable, y sentí que, a pesar de las complicaciones y el tiempo perdido, algo real y profundo estaba floreciendo entre nosotros.

"Gracias por venir," le dije, mi voz temblando ligeramente. "Me has dado lo que necesitaba."

Él tomó mi mano con ternura. "No hay de qué. Estoy aquí para ti, Chizuru. Y si esto significa explorar lo que sentimos, estoy dispuesto a hacerlo."

Nos quedamos allí, abrazados en silencio, mientras el sonido de la lluvia seguía su curso afuera. El futuro era incierto, pero al menos en ese momento, teníamos el uno al otro.

Verdadedos SentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora