El cielo es rojo

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Se oye un pitido intermitente y constante de fondo, entremezclado con el sonido de las olas al romper en la orilla. Todo está oscuro. El pitido se ralentiza por segundos y se acierta a escuchar el murmullo de unas voces que gritan.

¡Pilar!
¡Carga!
¿¡Qué coño haces aquí!?
¡Joder!
¡Sal fuera!
¡Dios!
¡Que salgas, joder!

El pitido se vuelve continuo, las olas siguen rompiendo. Poco a poco la oscuridad es remplazada por un destello que da paso a una luz cálida.

Patricia camina por la orilla de la playa inmersa en sus pensamientos. Va descalza, viste un pantalón blanco que ha remangado por encima de los tobillos y un suéter fino de manga larga color nude. El aire mece su pelo. Se abraza, tiene algo de frío.

MULTITUD
¡Patricia!
¡Patricia!

Corean a lo lejos animándola mientras ella camina extrañada hacia ellos.

MULTITUD
¡Señora Segura!
¡Presidenta!

Patricia consigue llegar al lugar de la concentración. Le parece extraño, no recordaba haber organizado nada en aquel lugar. La multitud le hace un pasillo, continuan coreándola y aplaudiéndole mientras camina entre ellos para llegar a un escenario. Ella asiente sonriente aunque algo desconcertada, mira al suelo evitando los flashes de los periodistas, había olvidado que va descalza. Ya ni recuerda donde dejó sus cosas al llegar a la playa. Se gira preocupada para pedir a Emilio que vaya a buscarlas, pero la gente se agolpa tras ella impidiéndola ver más allá y obligándola a continuar hacia el escenario.

MULTITUD
¡Estamos contigo!

Patricia consigue llegar, tiene cada vez más frío.

PATRICIA
¿Mi americana?

Insiste con voz nerviosa. Intenta que alguien del partido le haga caso y vaya a buscarlos, pero nadie reacciona, los gritos son ensordecedores.

MUJER
Vamos, Patricia.

La empuja hacia el atril. Patricia se queda bloqueada y se gira hacia el público que se ha callado por completo y la mira fijamente. Los focos del escenario apenas la dejan ver, los cubre con una mano sobre su cabeza para poder fijar la vista.

Patricia se acerca al micrófono con indecisión, éste emite un sonido chirriante al conectarse. Mira el atril, pero está vacío, no hay ningún discurso. No entiende, jamas sale sin sus papeles. Respira hondo, el silencio la incómoda. En realidad, todo allí la incomoda... sus pies descalzos, el aire helado, los focos. Baja la vista hacia su pecho.

HOMBRE
Vamos, Patricia.

Un hombre de cuya presencia no se había percatado por la intensidad de las luces, la anima a pocos metros del atril. Patricia alza la vista y mira al frente evitándole la mirada. Escucha el latido de su propio corazón, que se acelera poco a poco.

HOMBRE
Estoy muy orgulloso de ti.

Patricia se sorprende esta vez, la voz le parece familiar, sus ojos se llenan de lágrimas. Se gira muy lentamente hacia el hombre. El latido es cada vez más rápido y el frío que sentía se convierte hace unos instantes se convierte en un calor intenso que la hace sudar.

HOMBRE
Tú puedes.

Patricia consigue mirarlo a la cara, empalidece.

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